NOTICIA PARA EL LECTOR
Poco se parece la forma final de este libro al proyecto inicial. La forma imaginada estaba cargada de ambiciones, muchas de las cuales fueron abandonadas en el camino. Apenas dados los primeros pasos nos dimos cuenta de que ese camino se quedaría completamente corto antes de siquiera acercarse a un punto desde donde se divisara,en el horizonte, alguno de los destinos. Algo así como lo que dice García Lorca acerca de otro camino:
No conseguirá nunca, tu lanza herir el horizonte.
La montaña es un escudo que lo guarda.En el caso de este volumen, la montaña representó muchas cosas. Así, tuvimos que curarnos del deseo (enfermizo) de incluir una descripción completa de los procesos para conocer la estructura de un sólido. Tarea que pensábamos que debíamos cumplir antes de hablar de las superficies. La cura fue fácil. Encontramos en esta colección de La Ciencia desde México el excelente volumen 26, Arquitectura de sólidos y líquidos de Eliezer Braun. Varias partes que ya se incluían en nuestro libro de superficies desaparecieron: el libro de Eliezer Braun las contiene. Esperamos que la salida haga más liviano el volumen y también su lectura.
Muchos otros temas han sufrido parecida suerte. Referiremos al lector a los títulos de La Ciencia desde México en su momento. Al final de este volumen se encuentra una lista de los libros que nos han sido útiles. No vaya a pensarse que con este procedimiento de hacer que otros libros nos hicieran parte de la tarea nuestro horizonte se aclaró. Fue más bien al contrario: pareció que sacábamos agua de un océano inmutable. Hubimos de optar por la selección de algunos temas, lo que nos llevó al libro que entregamos ahora, y un volumen en el que tratamos de ejemplificar la variedad de aplicaciones que nacen de los estudios recientes del comportamiento de superficies para luego presentar algunas de las técnicas más importantes. Consideraríamos cumplido nuestro objetivo si habiendo llevado al lector hasta las últimas páginas le hubiéramos ayudado a comprender la forma en que se extrae información de los experimentos. O sea, lo hubiéramos interesado en lo que con bastante frecuencia se denomina picología. Este término se debe al hecho de que los datos experimentales se presentan en gráficas que por lo general contienen curvas con máximos (picos) cuya interpretación nos revela las propiedades del sistema bajo estudio.
Aparte de las entidades de la ciencia de superficies desfilan por las páginas del libro algunos otros personajes que, aunque venidos de las páginas de la literatura, no son menos reales. Por ejemplo, aparecerán el buen amigo coronel Aureliano Buendía y Melquiades, sabio gitano, portador de novedades en cada visita a Macondo, ambos provenientes del universo de García Márquez. Otros miembros de la familia Buendía se asomarán también de cuando en cuando. Compartimos la opinión de Freeman Dyson (Perturbando el universo) de que el arte y, en particular la literatura, ha ayudado tanto o más que la ciencia para producir la imagen que nuestra época tiene del Universo. Esperamos que los epígrafes nos ayuden a presentar, al lector, la imagen que tenemos de nuestro campo de investigación y que complementen lo que se dice en cada parte. O al revés, que nosotros complementemos la visión de la literatura.
Una buena parte del trabajo necesario para escribir la forma final del libro se realizó durante la estancia de uno de nosotros (FML) en el International Centre for Theoretical Physics. En particular, uno de nosotros (FML) agradece la hospitalidad del doctor Abdus Salam, fundador y director del Centro y las discusiones que tuvo acerca del problema de fusión superficial con el doctor C.-Kim Ong de Singapur durante esa estancia. Ya puestos a agradecer, la lista crecería hasta desbordar los límites que se considerarían razonables si mencionásemos a todos los que de una forma u otra han contribuido a este pequeño volumen. Esperamos la comprensión de todos ellos. Sin embargo, debemos agradecer de manera especial a los doctores: M. A. van Hove de la Universidad de California en Berkeley; Richard Williams de
RCA
(Princeton); y Luis Vicente de la Facultad de Química de laUNAM,
cuyas contribuciones de diversa naturaleza repercutieron mucho en el libro.![]()