Las haciendas

Las haciendas


La gran hacienda era el sistema dominante de ocupación y uso de la tierra. Después de más de dos siglos de lenta evolución, de integración de los mejores suelos a los procesos productivos y de definición de límites, las haciendas habían adquirido perfiles claros y distintivos. Ocupaban las mejores tierras, abastecían de granos y carnes las ciudades más cercanas, habían perfeccionado sus métodos de control de la fuerza de trabajo.

En 1837 se calculó que el departamento de Aguascalientes contaba con 37 haciendas, situadas la mayoría en el partido de la capital, aunque también eran muy importantes las ubicadas en el de Rincón. El rango en el que variaba la extensión de las haciendas era bastante amplio; las había de 30 000 o más hectáreas, como las de Pabellón y El Saucillo; un grupo más numeroso, encabezado por las haciendas de Cañada Honda, Santa María, San José de Guadalupe, San Bartolo y Ciénega Grande, andaba en torno a las 15 000 o 20 000 hectáreas; en seguida había un grupo de fincas más pequeñas, con 4 000 o 5 000 hectáreas, del que formaban parte las haciendas de San Lorenzo, Ojocaliente y El Tule; por último tenemos un grupo no muy numeroso de propiedades cuya superficie apenas superaba las 1 000 hectáreas, grupo que se consolidaría con el paso de los años y del cual es un buen ejemplo el rancho de Chicalote, que se formó en tierras antiguamente pertenecientes a Pabellón.

Las haciendas, en particular, eran todavía focos importantes de concentración de la población. En las más importantes la vida se organizaba como en cualquier pueblo o villa de regular importancia: había iglesia, herrería, molino, tienda de raya, fragua y carpintería. En fin, todo lo indispensable para satisfacer las necesidades de los vecinos. En cierta medida, incluso, las haciendas llegaban a privatizar el orden social, pues en ellas era la voz del amo la que imperaba, a despecho con frecuencia de la oposición de comisarios y demás autoridades políticas.

En Aguascalientes, las haciendas más pobladas e importantes eran las que se registran en el cuadro II.3.

CUADRO II.3. Haciendas principales de Aguascalientes
Tabla que indica las distintas haciendas principales de Aguascalientes, su nombre, ubicación y  población.  Éstas fueron focos importantes de concentración de la población, pues la vida se organizaba como cualquier pueblo o villa, con iglesia, herrería, molino, tienda de raya, fragua y carpintería y todo lo indispensable para satisfacer necesidades de los vecinos.

La mediería, el arrendamiento y el peonaje por deudas eran los sistemas de trabajo imperantes en las grandes haciendas. Normalmente se trabajaban por cuenta del patrón las mejores tierras, aquellas que disponían de agua para el riego. En su beneficio se empleaba tanto el trabajo de peones acasillados o permanentes, como el de eventuales. Estos últimos se contrataban principalmente en la época de las cosechas, cuando era mayor la necesidad de operarios. A medias se daban por lo general tierras ya abiertas al cultivo, que muchas veces contaban con agua pero que por alguna razón no entraban en los planes de acción directa del hacendado. Por lo demás, el sistema era muy cómodo, pues no sólo obviaba dificultades sino que además suponía para el patrón un ingreso anual fijo. En las tierras de la hacienda de San Jacinto este sistema alcanzó cierta preeminencia, y medieros como Gil Rangel fincaron en él su fortuna. Finalmente está el arrendamiento, método con el cual los hacendados incorporaron grandes superficies al cultivo. El llano del Tecuán, por ejemplo, perteneciente al mayorazgo Rincón Gallardo, estaba poblado en exclusiva por pequeños y medianos arrendatarios. A la larga este sistema reveló consecuencias imprevistas, pues muchos de los rancheros encontraron, más tarde o más temprano, por uno u otro medio, la oportunidad de convertirse en propietarios, lo cual supuso un cambio notable en el régimen de tenencia de la tierra.


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