Rafael Arellano Valle, que representaba al obregonismo en el estado, pero también al grupo de hacendados locales, hasta donde pudo, detuvo el reparto de tierras que se iniciaba en todo el país, y más bien propició la dotación de pequeñas parcelas, que los grandes propietarios estaban dispuestos a dar con tal de no ver afectados sus intereses.
Sólo al final de su gobierno, Arellano tuvo que repartir tierras. Varias fueron las causas que lo orillaron a hacerlo: primero, la intervención del gobierno central que, en medio de la rebelión. delahuertista, necesitaba legitimarse; y, segundo, el fortalecimiento de las organizaciones campesinas del estado que presionaban al gobierno para que atendiera sus demandas; entre esas agrupaciones la más importante era el Club de Regeneración Agrícola.
Esta confluencia de fuerzas tuvo que expresarse en la contienda electoral de 1924. En la campaña participaron cuatro partidos, de los cuales fue triunfador el Nacional Republicano, controlado por Arellano Valle, cuyo candidato era Victoriano Medina. Por un supuesto fraude en favor del candidato arellanista, hubo protestas y algunos políticos del gobierno federal rechazaron las elecciones, pues además de que los republicanos eran anticallistas, el centro necesitaba un gobierno menos conservador. Para ellos el hombre idóneo era el laborista y agrarista José María Elizalde.
Elizalde era un pequeño propietario del municipio de Tepezalá, además de líder del Club Regeneración Agraria. Como dirigente agrarista estaba empeñado en generalizar la pequeña propiedad, acorde a la política agraria del momento. También se distinguía por su anticlericalismo y su disposición para representar en el estado a los jacobinos del gobierno central. Una de sus fuentes de poder radicaba precisamente en los lazos que tenía con Luis N. Morones, líder de la CROM. El enfrentamiento entre los arellanistas y la CROM culminó con la instalación de dos congresos y con el triunfo de Victoriano Medina quien, con el apoyo de los arellanistas y del obispo Valdespino pudo influir en la decisión tomada por el centro. Elizalde, inconforme con la elección, movilizó a un grupo de agraristas armados y tomó los ayuntamientos de Rincón de Romos y Jesús María para después entrar en la capital.
Con la intervención del presidente Calles, Elizalde fue nombrado gobernador pese a la oposición de la legislatura local, si bien ocupó el cargo escasos 10 meses. Elizalde supo cumplirles a los campesinos que habían participado en la toma del poder. En 1924, a fin de defenderse del agrarismo, los hacendados iniciaron acciones de fraccionamiento real y simulado de sus fincas. Los campesinos, por su parte, con el apoyo del gobierno local, buscaron por todos los medios conseguir un poco de tierra, a pesar de que casi todos los latifundistas recurrían al amparo.
Entre 1925 y 1929 hubo en Aguascalientes importantes luchas entre el gobierno y los cristeros, además de constantes cambios en el gobierno local. Esta situación, junto con la inestabilidad política del país, impidió el reparto agrario en el estado. Los años de 1926 a 1929, cuantitativamente, fueron de franco retroceso .
En 1930 el nuevo gobernador, Rafael Quevedo, informó que se habían repartido aproximadamente 5 000 hectáreas a los campesinos; poco tiempo después, la Comisión Nacional Agraria daba por terminado el reparto agrario por orden del presidente Pascual Ortiz Rubio.
Sin embargo, no era verdad que el problema del campo estuviera resuelto, pues durante los primeros años de la década de los treinta numerosos grupos de campesinos continuaron demandando tierras, y de las 2 661 propiedades agrarias existentes en 478 000 hectáreas, 97.6% eran privadas y sólo 2.4% ejidales.
En 1932 la etapa del quevedismo llegó a su fin. Enrique Osornio Camarena llegó
a la gubernatura apoyado por el presidente Abelardo L. Rodríguez y por la mayoría
de las organizaciones populares que se oponían al candidato quevedista Juan
Gualberto Alvarado. Durante su gestión, Osornio cumplió con la política federal:
impulsó la reforma agraria, favoreció al movimiento obrero, apoyó la educación
socialista y permitió que representantes obreros y campesinos ocuparan puestos
en el gobierno.