Los acontecimientos políticos no sólo se limitaron al dinamismo y las complicidades de la localidad, sino que la historia del estado también ocupó un lugar en el escenario nacional, y particularmente en el Congreso de la Unión, es decir, la Cámara de Diputados, pues en 1870 aún no se reinstalaba el Senado. Marginados García Montilla y Aznar Barbachano del gobierno, lo mismo sucedió con su grupo de simpatizantes, y, en consecuencia, las cuestiones locales adquirieron un matiz diferente, que influyó necesariamente en las elecciones para diputados federales. A mediados de 1871 resultaron electos Alejandro García, propietario, y Pedro Salazar, suplente, por el primer distrito; por el segundo resultaron propietario Pedro Baranda y suplente Marcelino Castilla. Pero como Baranda, por vecindad, había sido electo también por un distrito de Veracruz, optó por representar a este último y dejó el puesto de Campeche a Castilla. Por su parte, Alejandro García solicitó licencia, lo que dio la oportunidad a Pedro Salazar de participar en varios debates. La diputación propuso que se destinara al Instituto Campechano un auxilio de 25 000 pesos en bienes nacionalizados, para instituir las cátedras de Ingeniería y Agricultura. También el 26 de abril el diputado Castilla solicitó a la asamblea que no deja se ingresar en la Cámara al diputado yucateco Manuel Cicerol, ya que había sido acusado del delito común de revolucionario y trastornador del orden público; tiempo después cambiarían las circunstancias.
En septiembre de 1873 comenzó a sesionar la VII Legislatura Federal, en la que también se advirtió la influencia del gobernador Baranda, pues resultaron electos por el segundo distrito Pedro Baranda y por el primero Rafael Dondé, quien optó por representar a Morelos. Fue así como el suplente Marcelino Castilla regresó a la Asamblea; sin embargo, en los cuatro periodos de sesiones no se presentaron iniciativas o proyectos. Lo mismo sucedió en el VIII Congreso de 1875 con los propietarios José I. Rivas y Anastasio Arana, quienes poco tiempo más tarde regresaron a Campeche, cuando ocurrió la revolución de Tuxtepec, que triunfó en 1877. Sus periodos concluyeron y comenzaron a aparecer políticos ajenos al estado, nombrados para las curules sin importar su origen. De esta manera forzada, los diputados Pablo Pantoja y Eugenio Escobar terminaron el lapso de los anteriores. El barandismo se replegó y, en consecuencia, el IX Congreso tuvo por diputados a Antonio Castilla y Eugenio Escobar, quienes optaron por el silencio. El X Congreso inició sesiones en septiembre de 1880 y fueron diputados nuevamente Antonio Castilla y Manuel Cicerol. A partir de entonces, empezó a verse con mayor frecuencia que los legisladores no necesariamente eran originarios de la entidad, que desde 1882 habían cobrado dietas por Campeche muy diversas personas: Julio Zárate, José Patricio Nicolín, Manuel Peniche, Nicolás Urcelay, Román S. de Lascuráin, Diego Pérez Ortigosa, Francisco González de Cosío, Melesio Parra, José Aréchiga. Algunos de ellos repitieron varias ocasiones la mascarada electoral y usufructuaron la representación campechana. Esta situación de recomendados de los porfiristas Creel, Joaquín Casasús y Justino Fernández sobrevivió hasta junio de 1912, cuando en el régimen de Francisco I. Madero, el Poder Legislativo —diputados y senadores— volvió a requerir la autenticidad de la representación. Llegaron al Congreso como diputados Salvador Martínez Alomía y Juan Zubarán, propietarios; y sus respectivos suplentes José Ferrer MacGregor y Francisco Perera Escobar. El senador propietario fue Manuel Gutiérrez Zamora y el suplente Eduardo Berrón Barret.
Con el presidente Madero se rompió la costumbre de entregar la Cámara de Diputados a individuos ajenos a cada estado. Aquellos malos manejos también se habían dado en el Senado desde 1876, con algunas excepciones: Pedro Baranda, Rafael Dondé y Juan B. Zamudio (1875 1878), los dos primeros originarios del estado, y Pedro Celestino Brito yJuan Sánchez Azcona (1878-1880). Pero a partir de entonces se había hecho más abierta la imposición de legisladores ajenos al terruño, como fueron Ignacio T. Chávez, Agustín R. González, Mariano Ortiz de Montellano, Genaro Raigosa, Manuel González Cosío, Juan Terrazas y Julio Zárate.