A fines de mayo arribó al puerto de Campeche el paquebote María Luisa procedente de Jamaica, con 54 colonos contratados para los trabajos ferroviarios; en junio llegaron otros 76 jamaiquinos. A fines de 1882 el único propietario de la compañía era José Méndez Estrada, quien liquidó a los demás accionistas luego de adquirir la concesión para construir la línea urbana de San Lázaro a la Plaza de la Independencia. A fines de 1883 ya funcionaba la vía Campeche-Lerma, y se había permitido el tráfico provisional entre Tenabo y Pomuch, servicio por tracción animal en los dos tramos. Sin embargo, y a pesar de todo el entusiasmo, en 1886 se paralizaron los trabajos por falta de las subvenciones federales. Por otra parte, hubo personas, como Salvador Dondé, que proyectaron vías urbanas, y el 12 de agosto de 1883 arrancó el tranvía de la plaza principal de Campeche hacia el barrio de San Francisco y la Ermita. También hubo concesiones que no se realizaron, como el ferrocarril Salto del Burro y Salto Grande, en el rumbo de la Candelaria, o bien el tramo Campeche-Tixmucuy. Tampoco progresaron los trabajos en la vía principal, y a mediados de 1889 José Méndez Estrada traspasó el contrato a los señores Sixto García, Miguel Peón y Alfredo Domínguez Peón, empresarios del ferrocarril Mérida-Calkiní, quienes para apresurar las obras trajeron 100 braceros cubanos. A pesar de los esfuerzos económicos y humanos, el tiempo transcurría sin que se pudiera terminar la vía entre los dos estados, hasta que por fin el 3 de junio de 1898 Augusto L. Peón telegrafió al gobernador de Campeche, señor Montalvo, para decirle que el día anterior habían quedado enlazados los dos estados con la terminación del tramo de Halachó a Bécal, y con él la línea Campeche-Mérida. A fines de julio llegó a Campeche Joaquín Baranda, secretario de Justicia, y el día 28 se inauguró el servicio del ferrocarril con la presencia del gobernador de Yucatán, general Francisco Cantón, y otros funcionarios.
Se calculó que se gastó en las obras millón y medio de pesos. Los principales accionistas de la compañía fueron don Miguel Peón, que residía en la ciudad de México, José Domínguez Peón, Augusto L. Peón, Alfredo Domínguez y otros, todos ellos yucatecos. Augusto L. Peón fue el director de la empresa desde 1892, superintendente Roberto Cárdenas, ingeniero Mariano Brito y contratista de muchas obras Rosendo Castillo.
El primer concesionario de la vía Campeche-Calkiní fue José Méndez, quien construyó solamente 34 kilómetros. En los últimos años de la construcción, como hemos visto, se adelantaron mucho los trabajos. En 1898 la compañía poseía siete locomotoras, 20 armones, 32 furgones y 16 carros de pasajeros. Recorría la vía una extensa zona agrícola en ambos estados. La distancia del Ferrocarril Peninsular partiendo de Mérida era la siguiente:
Concluido el ferrocarril Campeche-Calkiní-Mérida, se procedió al trazo de nuevas vías, como el proyecto del Ferrocarril Campechano, que inició Fernando Carvajal Estrada en 1900. Al respecto se dijo que si bien la idea era transportar más rápidamente los productos de sus haciendas, también mejoraría la situación agrícola y, por ende, la economía de la región de los Chenes. La intención original era construir la siguiente ruta: Campeche, Chiná, Uayamón, Pocyaxum, Tixmucuy, Pich, Hopelchén, Bolonchenticul. En 1904 se concluyó el primer tramo de 10 kilómetros, hasta Chiná, que se puso en servicio por tracción animal mientras era posible utilizar maquinaria de vapor. En 1908 se terminó el tramo hasta Uayamón, 29 kilómetros, obra principalmente realizada por Carvajal, empeñando sus propios recursos. En esos años, aparte del transporte de pasajeros, llevó a la capital maderas preciosas, henequén, maíz y frijol.
Para el año de 1910, el estado de Campeche contaba con 302.7 kilómetros de vías férreas, sin incluir la parte que correspondía al ferrocarril de Campeche a Mérida de la compañía de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, que era orgullo de los dos estados, pues las líneas férreas habían sido construidas por campechanos y yucatecos con capital peninsular al cabo de muchos años; fue motivo de grandes sacrificios y trabajos múltiples.