Durante el primer trimestre de 1914 los zapatistas emprenden una serie de ataques: no pocas veces tienen éxito y otras son rechazados. De abril a junio de 1914 se marca un nuevo empuje del zapatismo. Se remueve el amago sobre Tepetlixpa y Ozumba, se emprende un ataque sobre Amecameca, y se multiplican los asaltos ferroviarios. Desde Mexicapa y Atzingo, Genovevo de la O marcha sobre Ocuila, Chamilpa y Ocotepec. La primera resiste, pero otros zapatistas retoman Tonatico y atacan Malinalco, aunque luego se repliegan ante la contraofensiva huertista, que penetra Jalmolonga, fuente de aprovisionamiento zapatista. Mas los revolucionarios retornan a Joquicingo, llegan a Jalatlaco, a Tianguistenco y hasta la hacienda del Veladero, señalándose entonces por su valor y arrojo la guerrillera Rosa Bobadilla.
En la temporada de lluvia de 1914 se derrumba el huertismo ante el avance arrollador del Ejército Constitucionalista, que una vez dominado el norte y el occidente de la República, se apresta a tomar el altiplano central. Las tropas del gobierno, ya escasas, se van reconcentrando y esto permite un avance más rápido del otro contingente revolucionario, el pequeño pero persistente Ejército Libertador.
Por lo que toca al Estado de México, una columna de este último ejército vuelve al asalto de Ozumba hasta tomarla. En Zacualpan, Malinalco y Tenancingo pronto entra el Ejército Libertador; mientras que en Tejupilco la propia guarnición se subleva. Otros zapatistas penetran la zona de Huixquilucan, algunos más recorren Donato Guerra. El bandolerismo también prospera haciendo sentir su azote en San José de Allende y Texcoco, mientras que Ruiz Mesa mancha su victoria al matar, contra su palabra, a los rendidos defensores de Ixtapan de la Sal. La serie de triunfos culmina en agosto de 1914 cuando el federal Pedro Ojeda se rinde en El Encino, Tenango del Valle, ante el general zapatista Rafael Castillo. Por esos días Joaquín Beltrán, gobernador huertísta del Estado de México, abandona Toluca.