Ejército Constitucionalista y Ejército Libertador


Durante la primera mitad de 1914 la Revolución Mexicana avanza en dos frentes definidos. El carrancismo por el norte y el zapatismo por el sur. El primero se llamó Ejército Constitucionalista, se basaba en el Plan de Guadalupe, Coahuila, lanzado en marzo de 1913; luchaba contra el usurpador Huerta propugnando cambios políticos y sociales y, aunque en ellos podrían caber reivindicaciones agrarias, no era ésta la meta primordial del carrancismo. En cuanto al zapatismo, éste imperaba en Morelos y había encontrado eco en buena parte de los estados de Puebla y Guerrero y, como se ha mostrado, en el de México. Su ejército se llamó Libertador porque buscaba la libertad del peonaje, devolviéndole cuanto antes sus tierras y aguas.

Había otra diferencia. El Ejército Constitucionalista se fue pertrechando de manera adecuada, contó con grandes contingentes y notables estrategas, y pudo ir ganando terreno en combates tan decisivos como espectaculares. En cambio, el pequeño Ejército Libertador no rebasaría el nivel de la guerrilla, y consiguientemente nunca presentó una gran batalla. Sus hombres, soldados improvisados, alternaban el quehacer de la agricultura con la guerra. Sin embargo, su lucha tenaz a lo largo de la serranía que va de Puebla al extremo poniente del Estado de México constituyó un factor importante en el triunfo final sobre Huerta, quien nunca pudo apagar las hogueras que desde el Ajusco y montañas vecinas, a un paso de la capital, anunciaban la amenaza constante del zapatismo.


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