Huelgas y violencia


Las inquietudes sociales del régimen cardenista removieron nuestra provincia. En menos de un año se habían registrado casi un centenar de sindicatos y las huelgas aparecieron por doquier. De modo especial se resintieron las consecuencias de la que desató el Sindicato Mexicano de Electricistas y la de la Fábrica de Papel San Rafael que se prolongó hasta seis meses. La empresa extranjera The Suchitimber Company hubo de aceptar las peticiones de sus obreros, que también se habían lanzado a la huelga. Por su parte, el propio gobierno del estado denunció al Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Leche por ser instrumento de Sindicatos Unidos del Estado de México, a cuyos dirigentes se les acusó de "sacrificar en provecho personal y de manera irresponsable los derechos que legítimamente corresponden a los trabajadores".

En el campo mexiquense no desapareció el imperio de la violencia. Teniendo como marco las numerosas invasiones por parte de los agraristas, prosiguió la ola de turbulencia, particularmente en torno a funcionarios pueblerinos: asesinato de los presidentes municipales de Ocuilan, Zumpahuacán y Nicolás Romero; de un regidor en San Simón de Guerrero y de un síndico en Tecamac; acusación contra presidentes municipales delincuentes por asesinato, robo, abusos o malos manejos en Zacualpan, Aculco, Lerma, Temascaltepec, Amanalco y Cuautitián; acusación contra jueces en Melchor Ocampo, San Simón de Guerrero, Mexicalcingo y Acolman y, en fin, asaltos perpetrados por grupos numerosos en Tlalmanalco y Coatepec de Harinas.

Graves a los ojos del gobierno de la República fueron los tiroteos que en San Felipe del Progreso se produjeron entre federales y elementos de la población. Y más grave aún la muerte en 1937 de siete federales, varios de grado, a manos de gente de Jalatlaco. El problema de la violencia y otros muchos que arrastraba el estado replanteaban la sucesión gubernamental. Pero importaba más el control político por parte del cardenismo. De tal suerte que el elegido fue Wenceslao Labra, yerno de uno de los Gómez.


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