Inseguridad


Esta situación y la que provocaban las guerras civiles hacía que se viviera aquí en constante zozobra. Tal era la inseguridad en los caminos que para realizar un viaje, aun al lugar más cercano, se hacía necesario otorgar testamento. Las recuas o las caravanas de carros que conducían piloncillo, maderas y semillas rara vez llegaban a su destino. Las diligencias de pasajeros también eran asaltadas invariablemente. Los pueblos quedaban asolados; incendiados los hogares; el ganado y las cosechas robados o destruidos.

Era común que las mujeres y los niños fuesen llevados cautivos. Muchos blancos capturados vivieron entre los indios y se adaptaron a sus costumbres. Otros, que después de largo tiempo de cautiverio pudieron escapar, difícilmente lograron adaptarse a su familia. El móvil principal de las irrupciones era el robo. El ganado menor, en otro tiempo abundantísimo, se acabó y casi se extinguió el ganado mayor. Un ejemplo de ello lo es el hecho de que, en una sola noche, los indios se llevaron ocho mil caballos de esta región y los pasaron por Guerrero, Coahuila, a los Estados Unidos.


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