En el interrogatorio para la averiguación hecha en 1757 por Tienda de Cuervo, sobre el estado en que se hallaban los pueblos fundados por Escandón, una de las preguntas fue formulada en el sentido de si la colonización fue benéfica para el Nuevo Santander y para Nuevo León. Las respuestas fueron siempre favorables. En Nuevo León disminuyeron los asaltos de los indios, y, cosa curiosa, ahora los apóstatas no eran de la colonia, sino de Nuevo León. Que la población del Nuevo Santander fue benéfica, es incuestionable. Pero, ¿lo fue también para Nuevo León en todas sus partes? Conviene situarnos en la época para contestar la pregunta. Nuevo León perdió entonces más de la mitad de su territorio. Los intentos esporádicos hechos por su parte para colonizar esa zona habían sido importantes, pero infructuosos. Y lo fueron porque nunca hubo el número de habitantes suficiente para una empresa de tal magnitud; ni se contó jamás con el apoyo moral ni económico del gobierno virreinal.
Una de las fuentes para enterarnos de las consecuencias desfavorables para Nuevo León la constituye la Visita general practicada a sus pueblos por el gobernador Pedro de Barrio en 1754, recién fundadas las villas de la colonia. Encontró a Monterrey punto menos que deshabitada. De 3 000 habitantes que tenía en 1746 ahora contaba sólo con 600. Al examinar el padrón de Cerralvo, halló a sólo treinta y dos familias. Causas: la supresión del presidio de doce soldados, existente allí desde el siglo XVII, y haber emigrado no sólo "toda la gente que comprendía la villa de Camargo" sino de los ranchos y estancias que había desde el Cántaro hasta el río Grande. Manuel de Aldaco, dueño de las tierras, los conminó a despoblarlas o a que fueran dueños si reconocían a la colonia.
La misión de Gualeguas, inmediata a Cerralvo, desapareció. El gobernador encontró al misionero con cinco indios y tres indias, y la misión "sin jacal ni vivienda alguna". Sus indios se dispersaron al desaparecer el presidio de Cerralvo, que ayudaba a contenerlos. En Linares sucedía lo mismo. Sólo halló 30 familias, 12 de las cuales estaban "exentas de la jurisdicción ordinaria de este reino", por orden de Escandón, que le mostraron. El valle del Guajuco, antes floreciente, quedó sólo con 26 familias.
Ni siquiera intentó el gobernador visitar las poblaciones del sur. La de San Antonio de los Llanos había pasado a ser del Nuevo Santander. El capitán Domingo de Unzaga alegó que estaba despoblada y trasladó su asiento a corta distancia; ahí fundó Santo Domingo de Hoyos (actual Hidalgo). Unzaga había declarado en 1757 que el lugar había estado despoblado "por más de treinta años". Esto era absolutamente inexacto. Al visitarla en 1737 el gobernador Fernández de Jáuregui, la encontró al cuidado de fray Pedro del Castillo, poblada por tlaxcaltecas y janambres. El gobernador Barrio la visitó en 1742 y la halló al cuidado de fray Juan de Aguilar. En diciembre de 1747, año de la entrada de Escandón, la visitó el gobernador Bueno de la Borbolla, sin que se hubiese "ofrecido cosa alguna digna de reprehensión" y dictó instrucciones para "el mayor adelantamiento de dicho pueblo". San Antonio de los Llanos no tenía 30 años de despoblada. En el valle de Labradores (ciudad de Galeana) sólo quedaron 12 hombres y algunos sirvientes del capitán Manrique Malacara. A las nueve villas fundadas en 1766 habían salido 10 familias, dejando sus tierras en convenio a tres de los vecinos que quedaron.
Por lo que se refiere al norte, los límites del Nuevo Reino de León que sobrepasaban el río Nueces se habían visto reducidos con la creación de la provincia de Texas. Años más tarde, al ser fundada la villa de Laredo, Escandón extendió los límites del Nuevo Santander, y Nuevo León no sólo vio disminuido nuevamente su territorio sino que perdió hasta su colindancia con el río Bravo. La que tiene en nuestros días con la lengüeta de Colombia se obtuvo por gestiones del gobierno de Bernardo Reyes, en 1892.
Nuevo León y en particular Monterrey, merced a diversos factores históricos, lograrían rehacerse, lenta y difícilmente, hasta recuperar y aun superar su antiguo ser.