XIV. LA REORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA Y LAS TRES DIÓCESIS


DESDE SUS ORÍGENES, Nuevo León tuvo gobierno civil propio, pero no lo tuvo en lo eclesiástico. En este aspecto quedó comprendido en la jurisdicción espiritual del obispado de Guadalajara. A falta de la presencia de un obispo, los curas de la parroquia de Monterrey, por casi dos siglos, tuvieron, a la vez que ese nombramiento, el de "vicario y juez eclesiástico" y estaban investidos de facultades para resolver determinados casos. Se tiene noticia de dos vicarios designados en ese largo período: el deán Juan de Ortega y Santelices, nombrado vicario para Saltillo y el Nuevo Reino de León. Llegó a Monterrey en 1626. En ese año erigió la parroquia de la ciudad y estuvo aquí varios años dedicado también a la minería.

Otro vicario fue el padre José Antonio Martínez y Flores, originario de San Antonio de los Martínez (Marín); doctor y maestro por la Universidad de México. Fue designado "vicario general del obispado de Guadalajara para el Nuevo Reino de León, Saltillo y Mazapil". Murió en Guadalajara en 1797.

Antecedentes
Creación del obispado
Linares, ciudad
La sede en Monterrey
La catedral
Monterrey, arquidiócesis
Otros dos obispados

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