Vínculos iniciales


Sobre la relación entre los primeros agricultores que habitaron el actual territorio zacatecano y el complejo conocido como El Opeño —cerca de Jacona, Michoacán, junto al cerro Curutarán, que floreció hacia el año 1500 antes de nuestra era y que pudo ser antecedente de Chupícuaro—, sólo puede señalarse la similitud de algunas figurillas del sitio michoacano (llamadas tipo 1) con la figura recuperada por un agricultor en El Vergel, muy cerca de Tuitlán, municipio de Villanueva. Aunque la pieza carece de fechamiento preciso, también tiene similitud con las figurillas del Cerro Encantado de Teocaltiche, Jalisco, y con las que abundan en Tlatilco.

Aún no hay referencias sobre los vínculos entre estos primeros agricultores con el complejo Capacha, ubicado en el actual estado de Colima (con fechas y materiales similares a los de El Opeño), si bien Leonardo López Luján los menciona pero sin precisarlos.

La relación entre Tlatilco y Zacatenco con las culturas de Jalisco, Colima y Nayarit está mejor establecida que con las culturas agrícolas que ocuparon el actual territorio zacatecano; la relación de estas últimas con la cultura Chupícuaro es más notable.

La cultura Chupícuaro se extendió a partir de un punto situado en el vértice de unión de los ríos Coroneo y Lerma, en Guanajuato, hoy cubierto por las aguas de la presa Solís, por una amplia región de Mesoamérica, sobre todo entre los años 600 antes de nuestra era y 400 de nuestra era; su influencia abarcó toda la región de la cultura de Tuitlán, por lo que puede considerarse la cultura madre y antecedente inmediato de aquélla.

La presencia de rasgos de Chupícuaro ha sido documentada en la llamada cultura Chalchihuites por J. Charles Kelley en Altavista y por Betty Bell en el Cerro Encantado de Teocaltiche, donde se cree que se sentaron las bases de los desarrollos posteriores de ambos sitios. El papel de la cultura de Chupícuaro en esa región es similar al de la olmeca en otras áreas de Mesoamérica, como cimiento, raíz y fermento cultural de los grupos humanos que les siguieron.

El vestigio más importante de Chupícuaro es su cerámica, de la cual se exhiben varias muestras en el museo del ex convento de San Francisco, en Zacatecas. Es una cerámica monocroma y policroma, de fina factura y elaborados diseños perfectamente delineados, con líneas verticales, grecas escalonadas, rombos, elementos cruciformes y cuadriculado de ajedrez. Las figurillas son sólidas o huecas.

La cultura de Chupícuaro se difundió a partir de la región media del río Lerma, por un lado hacia la cuenca de México en el sur, hasta la región Puebla-Tlaxcala; y por el otro hacia el norte y norponiente, alcanzando lugares como Altavista, en el actual municipio de Chalchihuites, Zacatecas, lugar desde el cual tal vez repercutió hasta el noroeste de Mesoamérica. Es probable que la cultura Chupícuaro haya penetrado en lo que hoy es Zacatecas por los ríos Bolaños y Juchipila, afluentes del Santiago (mapa 8), localizados en una zona donde esta cultura debió tener contacto con la tradición de las tumbas de tiro y, tal vez, con su derivada, la tradición Teuchitlán.

La tradición Teuchitlán abarca una región muy amplia donde convergen otras tradiciones culturales, entre ellas una parte de la zona cazcana y la de los alrededores de Teuchitlán, esta última estudiada por Phil C. Weigand. Aquí hubo constantes movimientos humanos de norte a sur, de oriente a poniente y viceversa, que implicaron el intercambio de las culturas. No descartamos otras vías de penetración, quizá localizadas al oriente de las ya mencionadas y que pudieron ser paralelas a lo que fue en el virreinato la ruta de la plata.

Al principio, Chupícuaro predominó en el centro de Surmesoamérica; luego aumentó la influencia de Teotihuacan, que marchó hacia el norte ocupando las zonas de poder de Chupícuaro, constituyendo entre los siglos VII y IX lo que Wigberto Jiménez Moreno llamó cultura pretolteca —desde Zape, en Durango, hasta San Miguel de Allende, en Guanajuato— y que formó un amplio corredor donde se enclavarían también Altavista y Tuitlán.

La influencia de Chupícuaro sobre varias regiones facilitó la penetración teotihuacana indirecta porque, conforme crecía la distancia entre la cultura de Chupícuaro y la gran metrópoli del clásico, esa penetración se extendía mediante los diferentes filtros que constituían los grupos agrícolas sedentarios antes expuestos a la cultura de Chupícuaro. Esto explica por qué la influencia teotihuacana fue desigual: mayor en los lugares más próximos al centro de México, y casi nula en otros, como en el llamado Occidente, permitiendo el surgimiento y apogeo de tradiciones independientes, como la de Teuchitlán.

Uno de los probables puntos de la penetración teotihuacana fue por el norte de Jalisco y el surponiente de Zacatecas. Ampliaremos el tema al hablar de la tradición de las tumbas de tiro; por lo pronto conviene señalar que lo trascendental de la cultura Chupícuaro radicó en cimentar las culturas prehispánicas del Bajío y del norcentro de Surmesoamérica, facilitando la expansión norteña de los elementos culturales surmesoamericanos, desde el formativo tardío hasta el clásico temprano.

Mapa que muestra 1 1 posibles rutas de penetración de la cultura de Chupícuaro.
1.- Guadalajara 7.- Chupícuaro
2.- Ameca 8.- Cerro Encantado
3.- Etzatlán 9.- Tuitlán
4.- Magdalena 10.- Totoate
5.- Ixtlán 11.- Altavista
6.- Comala  

MAPA 8. Posibles rutas de penetración de la cultura de Chupícuaro


Esta vasta zona de confluencia del norte de Jalisco y surponiente de Zacatecas, poco estudiada y en la que se mezclaron elementos de Chupícuaro y de Teotihuacan, produjo manifestaciones muy particulares en los primeros seis siglos de nuestra era, que sólo serán comunes en otras partes de Mesoamérica durante el posclásico. Se trata de la pintura cloisonné, las hachas-efigies y de garganta, las pipas y una peculiar arquitectura que se caracterizó por el uso de piedra, adobes, aplanados de estuco y columnas. Esta región, relacionada con el Bajío y con el Occidente, fue el enlace para la transmisión de los elementos culturales surmesoamericanos hacia la región norponiente de la Gran Mesoamérica y para la difusión de las reelaboraciones de estos elementos.


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