TODAS en el alero, 
                tornadizo perfil del mensajero 
                friso de palomar. 
                 
                A medida que el pie cubre el espacio 
                el horizonte prometido enseña 
                su barricada azul, su tiempo lacio. 
                 
                Muy cerca, a la distancia de un perfume, 
                una piedra aplastante. 
                En un charco, adelante, 
                un buen trago de lluvia se consume. 
                 
                Ya lejos, unas lomas 
                de un verde "golf " y bosque a la derecha 
                y un tajo en carne viva su desnivel aploma. 
                 
                (Un ocho de palomas 
                divide mi atención en varias fechas.) 
                 
                Al fin de la mirada se acomoda 
                la paloma de un templo en la colina. 
                A la izquierda la sierra cambia azules 
                temerosos. Y a veces, se ilumina 
                y lava sus colores y se pone desnuda 
                a recordar senderos y relieves. 
                 
                Antes que se pensara 
                pasa una nube gruesa y siembra dudas 
                que florecen en tema de matices. 
                Y la memoria muda 
                cuatro temples de azul en gris perdices. 
                 
                Pasa la nube a tono 
                con la punta del lápiz quebradiza. 
                Y está la pausa en trono. 
                (Tiempo y color: yo les doy un abono 
                y designo banquera a una sonrisa...) 
                 
                Una paloma negra 
                entablera su vuelo y otras cuatro 
                buscan la aguja mágica del cuento. 
                Mientras vira la nube yo me ausento 
                a revisar las cuentas de mi teatro. 
                 
                El patio lo ocupó el endecasílabo; 
                el palco y la platea 
                ciertos traje-de-cola alejandrinos. 
                En galería 
                hay uno que otro gratis sin oficio. 
                 
                Nube y punta de lápiz acreditan: 
                una: luz por ausencia, y otra: cifra. 
                Y ya es mecer al aire 
                ya sin otro contento que el mecerlo, 
                en una prosa semejante al mar 
                que abstrae en espiral vidas de perlas. 
                 
                Ya nada tengo que decir del panorama, 
                pero algo como el agua en el desierto 
                roba a todos la sed y queda intacta, 
                me queda en abundancia y en deseo 
                La sobra musical; una delicia 
                de todo ritmo, de toda danza, 
                de todo vuelo... 
             |   
       |