EN LAS noches tediosas y sombrías 
          buscan su nido en mi cerebro enfermo, 
          plegando el ala ensangrentada y rota, 
          mis antiguos recuerdos. 
          No vienen como alegres golondrinas 
          de la rústica iglesia a los aleros, 
          trayendo de la rubia Primavera 
          las blandas brisas y los tibios besos. 
          Vienen, como los pájaros nocturnos, 
          a acurrucarse huraños y siniestros 
          de la musgosa tapia en las ruinas 
          o de la vieja torre entre los huecos. 
         
        ¡Que vengan en buena hora, que no tarden! 
          ¿Por qué no se apresuran? ¡Los espero!... 
          ¡Hace ya tantos años que dormito! 
          ¡Hace ya tanto tiempo! 
          El negro muro del hendido claustro, 
          aunque roto y abierto, 
          aún se mantiene en pie, y en las ojivas 
          del campanario viejo, 
          si no hay esquilas que a la misa llamen 
          al asomar el matinal lucero 
          o anuncien la oración al campesino 
          y la hora del regreso 
          a las muchachas de la azul cisterna, 
          al pastor y al vaquero; 
          si ya no hay campanitas que repiquen 
          del santo titular a los festejos, 
          hay oquedades hondas y sombrías 
          que abrigarán en sus oscuros senos 
          a las lechuzas pardas y siniestras 
          y a los pájaros negros....  |   
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