I 
        RUBIA la aroma luce en el oriente 
              sus galas más espléndidas de fiesta, 
              que amorosa y rendida ya se apresta 
              del esposo a besar la roja frente. 
             Para verle asomar alza su ingente 
              tajada cumbre la montaña enhiesta; 
              prepárale su incienso la floresta, 
              su trino el ave y su rumor la fuente. 
             El cielo gotas de cristal rocía 
              en corolas y muérdagos. Los vientos 
              tañen las ramas de la selva umbría. 
              Y alza a su Dios en rítmicos acentos, 
              como grata oración del nuevo día, 
              himnos la tierra, el hombre pensamientos. 
            
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        II 
        Tramonta el sol. Esmalta la colina 
              de su postrera luz con el escaso 
              fulgor, que va envolviendo en el ocaso 
              con su túnica blanca la neblina.
  
              Desbarátase la húmeda calina 
              en la llana extensión del campo raso, 
              y ya por el oriente, paso a paso, 
              la silenciosa noche se avecina. 
             
            Todo es misterio y paz. El tordo canta 
              sobre los olmos del undoso río; 
              el hato a los apriscos se adelanta, 
              flota el humo en el pardo caserío, 
              y mi espíritu al cielo se levanta 
          hasta perderse en Ti. ¡Gracias, Dios mío! 
  
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