LUDWIG FRIEDLAENDER es un historiador alemán que, en 1864, por un azar, escribió un vasto relato fantástico sobre Roma, Friedlaender se esforzó por consignar la realidad: su libro registra las fantasías que, con la pesadilla de César y el obelisco de Trajano, con la Eneida, hacen de Roma uno de los países predilectos de la imaginación.

Este libro contiene la narración de uno de los símbolos más perdurables de la sociedad romana. Más que las vías, más que los acueductos, el Coliseo o Circo Máximo reclama todavía nuestra imaginación. Rómulo es menos famoso que Andrómaco. Nerón es más el emperador inclemente que decidía la suerte de los vencidos en la arena que el asesino de su propia madre. El derecho romano es menos célebre que la sola ley cruel del abucheo, cuya sentencia la dictaba el dedo pulgar del emperador.

Quizá contra sus méritos, quizá contra el valor verdadero de su herencia, recordamos a Roma por el circo: el derroche de tigres y panteras, el tridente del matador de hombres, el martirio de los cristianos... En este recuerdo no hay error: hay el enorme gusto de imaginar. A fin de cuentas, quizá ésa sea la mejor razón que tenemos para leer.

Imagina, pues, lector. Que este libro de Friedlaender te conduzca por verdaderas fantasías, por una Roma que tal vez nunca existió. Tú sabrás después si prefieres la ciencia y la certeza.

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