No deja de ser interesante, y hasta cierto punto infortunado, el destino de esa obra de Humboldt en México y en Europa. Su importancia histórica fue minimizada al aparecer siete años más tarde la gran obra de la cual las Tablas eran sólo el núcleo básico. A pesar de ello, su valor no radicó tanto en su contenido como en el momento histórico en que fueron elaboradas y dadas a conocer. Si en Europa despertaron el interés de los inversionistas ingleses y franceses que vieron a México como un auténtico cuerno de la abundancia, sobre todo por su riqueza en metales preciosos, en la Nueva España fueron leídas con otra mirada, la mirada ávida de los criollos que querían conocer con precisión la riqueza de su patria, lo que estimuló la necesidad, cada vez más imperiosa, de cortar los lazos con la metrópoli a efecto de crear una nación libre e independiente que, como bien mostraban las Tablas del barón alemán que visitó México de 1803 a 1804, podía ser, por su población, extensión y recursos, un gran país autosuficiente e independiente, ya no sujeto a ese vínculo colonial que lo había dominado por casi trescientos años.48