Interpretación
Interpretar no significa descubrir lo que el autor quiso decir, o establecer el significado único de la obra. Al contrario, la interpretación depende sobre todo de quien la realiza. Los alumnos podrán elaborar tantas hipótesis y razonamientos como deseen, sin que las posibilidades de interpretación se agoten.
Para abordar la interpretación, una vez que los alumnos platicaron y describieron los elementos de una imagen, también conviene partir de preguntas sencillas que generen la reflexión. Algunas pueden ser:
- ¿Qué creen que sucede? ¿Por qué?
- ¿Quién es este personaje? ¿Por qué?
- ¿Dónde está?
- ¿Qué hora del día es?
- ¿Cómo supieron la hora?
- ¿De qué época será?
- ¿De qué material está hecho?
- ¿Les recuerda algo o a alguien esta imagen?
Si las respuestas se basan en suposiciones, habrá que hacer preguntas que ayuden a los alumnos a concretar su idea; si no hay una evidencia visual directa que apoye la opinión, será necesario insistir para separar lo que es de lo que parece ser. Pregunte, por ejemplo: ¿Es algo que ves o algo que pensaste al ver la imagen?
Durante el trabajo con las imágenes, es posible que los alumnos expresen ideas preconcebidas que se basan en aspectos visuales. Es frecuente, por ejemplo, que asocien fealdad y maldad. Estos son momentos importantes para reflexionar con el grupo acerca de los prejuicios o ideas que se han formado sobre ciertas situaciones, personajes o actitudes.
La clave para promover que los niños —además de describir— razonen, especulen, acepten o descarten ideas, está en cuestionar sus respuestas a las primeras preguntas, referentes a la exploración de la imagen. El tipo de preguntas que se les proponga resulta fundamental para que desarrollen su capacidad de observación y logren expresar sus ideas claramente. Éstas son algunas fórmulas útiles para poner en tela de juicio los razonamientos iniciales y ahondar la reflexión:
- ¿Por qué...?
- ¿Qué pasaría si...?
- ¿Qué piensan acerca de...?