Introducción

En el ocaso del siglo XX, la Formación Valoral fue un acertijo no resuelto, ya que el hombre sólo ha hallado un profundo y confuso desacuerdo que incluye desde propuestas religiosas hasta científicas, pasando por soluciones mágicas. Paradójicamente, lo mágico está en la educación, en virtud de que es el área en la que más claro se debería tener el concepto.

Arturo Cardona

Ser maestro conlleva la responsabilidad ética y social de contribuir a transformar a la sociedad, por lo que se busca cambiar las relaciones en la escuela, entre los maestros y los alumnos, y entre la escuela y la comunidad. Los tiempos nos marcan que es el momento de poner el acento en las formas de enseñanza para lograr los propósitos educativos en dos sentidos: alcanzar la calidad y formar en valores, desarrollando en los alumnos tanto habilidades intelectuales como actitudes sociales y aprovechando todas las acciones cotidianas dentro del salón de clases en las que se pongan en práctica el respeto, la tolerancia, la solidaridad y el apego a la verdad, valores que son necesarios para adoptar la democracia como un sistema de vida.

La formación valoral es un elemento importante para favorecer la formación integral de los alumnos. En el Plan y Programas de Educación Primaria se reconoce el tratamiento vivencial para formar en valores, por lo cual es necesario aprovechar las actividades que se realizan tanto dentro como fuera de la escuela.

De acuerdo con lo anterior, en la relación pedagógica se ponen en juego los valores y actitudes del maestro, quien debe reconocerse a sí mismo como formador de valores y sujeto de formación, esto es, debe identificar el currículo oculto de sus formas de enseñanza. Por otra parte, la formación valoral se considera una actividad implícita en la educación, por lo que en ocasiones no se le da el énfasis necesario para hacerla significativa a los alumnos. En vista de ello, es necesario conjugar lo visible (a través de los planes y programas de estudio) y lo oculto (a través de las prácticas cotidianas) de la escuela primaria, sistematizando de manera consciente el desarrollo de la formación valoral. En este marco adquieren sentido el trabajo en equipo, la organización de espacios de discusión para la toma de decisiones, la solución de conflictos y otras actividades que permiten abordar contenidos curriculares y observar las actitudes de los alumnos a través de sus acciones y opiniones. Por lo tanto, resulta evidente que hablar de formación valoral es vislumbrar un cambio en dos sentidos: en la práctica de cada docente y en la organización de la escuela en su conjunto. Esto nos replantea la necesidad de incorporar estrategias que permitan promover en los alumnos formas de convivencia basadas en valores, creando así climas de aprendizaje en donde todos participen democráticamente en el aula. La formación valoral deberá sustentarse en actividades acompañadas de actitudes intencionadas y sistemáticas en todas las asignaturas, auxiliándose para ello con todos los materiales de apoyo del maestro, los libros de texto de los alumnos y los Libros del Rincón. El objetivo último es convertir a nuestros alumnos de receptores en actores de su propia formación valoral.