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Las aldeas agrícolas
Sembrar en terrazas
En los valles montañosos es difícil sembrar,
porque son escasas las tierras más o menos planas. Por ello, los pueblos
andinos hicieron un enorme esfuerzo para construir terrazas. Fíjate en
la superficie que los campesinos le ganaron a la montaña.
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Vasija de barro en forma de mazorcas de
maíz.
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La agricultura se desarrolló en la zona
andina desde épocas muy antiguas, pues en el tercer milenio a.C. ya
existían aldeas permanentes en las tierras bajas cercanas al
Océano Pacífico y después aparecieron en los valles
fríos de la montaña.
Como los climas son tan variados en esa región, se
cultivaron muchos vegetales distintos: maíz, calabaza, chile y
cacahuate. En las tierras altas se cultivó la papa y en las zonas
cálidas la mandioca, que es una raíz muy nutritiva, semejante a
la que en México llamamos yuca.
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Arpón utilizado por los antiguos habitantes
de Chile para cazar leones marinos.
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Más o menos en el año 2 mil a.C. se
empezó a cultivar el algodón y los campesinos aprendieron a tejer
telas. Eso sucedió dos siglos antes de que supieran fabricar
cerámica, lo cual es sorprendente porque, como recordarás, los
hombres de las culturas antiguas de Europa y Oriente primero aprendieron a
fabricar cerámica y mucho tiempo después a tejer telas.
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Araña de cobre. La representación de
animales era frecuente entre los antiguos pueblos sudamericanos.
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Hacia el año 1800 a.C. se empezaron a
construir pequeñas represas y canales, que aprovechaban las aguas de los
ríos y arroyos que bajan de los Andes hacia el Pacífico.
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Hombre-felino, figura pintada en una manta.
Pertenece a la cultura de Paracas.
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Además, como en las zonas montañosas las tierras de
sembradío son escasas, los agricultores aprendieron a edificar terrazas,
como lo hicieron los campesinos de China y Japón. Así
tenían más terreno plano para sembrar y evitaban que las lluvias
arrastraran la tierra fértil.
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Cuchillo de filo curvo.
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Un invento de los pueblos andinos fue el de las
técnicas para fundir metales. Utilizaban pequeños hornos, que
tenían tubos delgados para soplar al interior y avivar el fuego.
Fundían metales blandos, como el oro, la plata y el cobre, con los que
producían objetos de adorno, pero rara vez herramientas de trabajo.
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