La Convocatoria para realizar las elecciones, del tan esperado Congreso Extraordinario, apareci� el 27 de enero. El documento fue obra de los conspiradores mon�rquicos, Salvador Berm�dez de Castro y Lucas Alam�n. Este �ltimo estuvo a punto de abandonar la tarea porque no encontraba la manera de arreglar la elecci�n por clases. El ministro espa�ol se encerr� cuatro d�as con Alam�n y entre ambos dieron forma a la Convocatoria.10 Los principios de esta Convocatoria fueron tambi�n acordados entre Alam�n y Berm�dez de Castro: "1. la elecci�n por clases, 2. el n�mero de los diputados, 3. el m�todo directo siempre que fuese posible, 4. la influencia del Gobierno en las operaciones electorales, 5. garant�as de mucha consideraci�n en los electores y en los elegibles"11.
El resultado final fue un documento �nico en nuestra historia electoral. Se eligir�an ciento sesenta diputados dentro de nueve clases: propietarios, comerciantes, mineros, industriales, profesiones literarias, magistrados, administradores p�blicos, eclesi�sticos y militares. Se establec�a una relaci�n poblaci�n-clase; as�, M�xico pod�a elegir seis propietarios y Oaxaca, dos; Jalisco, dos industriales y Quer�taro, uno; Guanajuato, tres mineros y Chihuahua, uno. Pero adem�s, no todos los estados ser�an representados por todas las clases. Cada clase eleg�a a los de su clase y en algunos casos la elecci�n era directa. Pero lo m�s notable es que la exigencia de la propiedad se med�a por el monto de las contribuciones a la Hacienda p�blica en el �ltimo a�o, comprobable a trav�s de los recibos de impuestos. Las autoridades de cada estado formar�an las listas de los pertenecientes a una clase que pod�an votar. Adem�s, las votaciones de las diferentes clases no se hac�an en la misma fecha, sino en fechas sucesivas.12
Por primera vez, M�xico tendr�a unas elecciones en las que no participaba el pueblo com�n y corriente, sino s�lo las clases privilegiadas, arbitrariamente definidas. Por ejemplo, la lista por la clase de profesiones literarias y art�sticas de los que pod�an votar en el departamento de M�xico, que inclu�a a la ciudad del mismo nombre, se reduc�a a unas ciento cincuenta personas, de las cuales muchas eran eclesi�sticos, militares, magistrados o administradores, que volver�an a votar en otra clase. Porque tal y como defin�an a las clases, una persona privilegiada pod�a pertenecer a cuatro o cinco clases a la vez y votar en todas ellas.13
La Convocatoria fue el primer tropiezo serio del gobierno de Paredes. La prensa oficialista, por supuesto, ponder� las bondades del documento; la prensa de oposici�n y en general una gran mayor�a de escritores vieron en la Convocatoria un paso dirigido a establecer la monarqu�a en M�xico. Carlos Mar�a de Bustamante, apasionado republicano, dec�a categ�ricamente sobre este documento: "Por lo que a m� toca, protesto que m�s miedo le tengo a esta convocatoria, que a toda la leperada armada el 6 de Diciembre pr�ximo pasado"14.