VII. VIAJE DE LA COMISI�N MEXICANA A JAP�N PARA LA OBSERVACI�N DEL TR�NSITO DE VENUS DE 1874

M. A. MORENO C.

ANTECEDENTES

DESDE QUE Cop�rnico (1473-1543) present� su revolucionario trabajo acerca de nuestro Sistema Solar, las distancias relativas entre los diferentes constituyentes de �ste entonces conocidos estaban expresadas en t�rminos de la distancia entre el Sol y la Tierra. Sin embargo, esta distancia absoluta (en leguas, kil�metros o cualquier otra unidad de medida) no era conocida no siendo posible obtenerla s�lo a partir de c�lculos te�ricos por lo que se hizo necesario determinarla mediante alg�n m�todo de observaci�n.

En 1716, Halley (1656-1742), renombrado astr�nomo ingl�s, propuso un m�todo relativamente simple para determinar indirectamente la distancia absoluta entre el Sol y nuestro planeta. El m�todo desarrollado para aplicarse durante las observaciones que se realizar�an de los tr�nsitos de Venus por el disco solar en los a�os de 1761 y 1769 propon�a llevar a cabo mediciones muy exactas, por al menos dos astr�nomos localizados en diferentes partes de la Tierra, del tiempo que Venus tardar�a en cruzar frente al disco solar en su viaje de Oeste a Este.

Por estar ubicados en lugares diferentes de nuestro planeta, los observadores del tr�nsito ver�an que Venus cruzaba el brillante disco solar a lo largo de trayectorias ligeramente distintas, por lo que el tiempo medido por cada uno de ellos ser�a algo diferente del medido por otro observador localizado en alg�n otro sitio de la Tierra. La relaci�n entre esas diferencias de tiempo y las posiciones exactas de los lugares de observaci�n permitir�a conocer la llamada paralaje solar, cantidad angular muy peque�a que se define como el �ngulo bajo el que un observador hipot�tico, situado en el centro del Sol, ver�a el semidi�metro (radio) de la Tierra. Conocida la paralaje solar y mediante el uso de relaciones trigonom�tricas simples, se puede encontrar el valor absoluto de la distancia Sol-Tierra.

La ocurrencia de los tr�nsitos de Venus por el disco solar sucede de acuerdo a un patr�n temporal muy peculiar: dos tr�nsitos consecutivos ocurren separados por casi exactamente ocho a�os, y ambos ocurrir�n en junio o en diciembre. Despu�s de haber sucedido �stos, pasar� m�s de un siglo antes de que vuelva a realizarse otro de estos pasajes. A continuaci�n se dan las fechas en que han ocurrido los �ltimos cuatro pasos de Venus: 6 de junio de 1761, 3 de junio de 1769, 9 de diciembre de 1874 y 6 de diciembre de 1882. Los pr�ximos cuatro ocurrir�n el 8 de junio de 2004, el 6 de junio de 2012, el 11 de diciembre de 2117 y el 8 de diciembre de 2175.

Venus es uno de los llamados planetas interiores porque la �rbita que describe alrededor del Sol tiene un radio menor a la que la Tierra cubre en su recorrido anual alrededor de la misma estrella. Por esta raz�n, desde nuestro planeta pueden verse las llamadas conjunciones de Venus, esto es, observamos a este planeta en la misma direcci�n que al Sol. La conjunci�n se conoce como superior cuando Venus se encuentra en la parte opuesta de su �rbita respecto de nosotros, o sea, m�s all� del Sol, y ser� inferior cuando est� entre el Sol y la Tierra.

Una condici�n necesaria para que podamos observar un tr�nsito de Venus es que este planeta se encuentre en conjunci�n inferior, lo que sucede cada 584 d�as. En principio deber�a de verse un tr�nsito cada a�o, siete meses y nueve d�as, pero como el plano de la �rbita de Venus y el plano de la �rbita terrestre forman un angulo de 3�23', esto no ocurre as�.

Los planos que contienen a las �rbitas de los dos planetas se intersectan a lo largo de la llamada l�nea nodal y los puntos donde se cortan dichas �rbitas se llaman nodos. La condici�n indispensable "para que suceda un tr�nsito es que la conjunci�n inferior se verifique en las inmediaciones de los nodos; esto ocurre en los meses de junio y diciembre, �poca en que la Tierra pasa por el plano de la �rbita de nuestro vecino, el planeta Venus.

Las dos condiciones arriba explicadas se dan en un lapso de ocho a�os y despu�s tiene que transcurrir m�s de un siglo para que vuelvan a ocurrir. Es por ello que los tr�nsitos de Venus no son fen�menos comunes a una sola generaci�n humana y �sta es tambi�n la raz�n por la cual los astr�nomos de los siglos XVIII y XIX hicieron un gran esfuerzo por realizar esas observaciones.

Durante el estudio de los tr�nsitos sucedidos en 1761 y 1769 se pusieron en pr�ctica las sugerencias hechas por Halley (Díaz Covarrubias, 1882). Discutiendo los datos obtenidos por las diferentes expediciones que observaron esos tr�nsitos, incluidos los reportados por el abate franc�s Chappe d'Auteroche y sus compa�eros, los espa�oles Doz y Medina (Cassini, 1772), as� como los del novohispano Vel�zquez de Le�n (Moreno de los Arcos, 1973), instalados en diferentes sitios del sur de la pen�nsula bajacaliforniana, Encke encontr� un valor de la paralaje solar de 8".58 (ocho punto cincuenta y ocho segundos de arco), mientras que Powalky, analizando esta misma informaci�n, encontr� un valor de 8".86. La diferencia entre estas cantidades proviene del hecho de que para realizar el an�lisis de los datos proporcionados por los astr�nomos, hubo necesidad de uniformarlos y esto se hizo utilizando criterios individuales.

Para tener una idea de lo peque�a que es la cantidad que se obtuvo de las mediciones arriba indicadas, recu�rdese que el Sol, el objeto celeste de mayor tama�o angular aparente, tiene un semidi�metro de 960 segundos de arco aproximadamente, lo que es casi 110 veces mayor que la paralaje solar.

Al medir cantidades tan peque�as, son de enorme importancia los errores que se cometan al efectuar la observaci�n. Un error de apenas una d�cima de segundo de arco (0".1 a 0".2) es suficiente para ocasionar un error de m�s de 8 millones de kil�metros en la determinaci�n de la distancia Sol-Tierra. Como en las mediciones realizadas durante el tr�nsito de 1769 los errores resultantes fueron apreciables, la distancia calculada ten�a una gran incertidumbre, por lo que los astr�nomos de la segunda mitad del siglo XIX quer�an llevar a cabo mediciones de gran precisi�n durante el tr�nsito que ocurrir�a en 1874. Para ello contaban con telescopios mejorados tanto en el aspecto mec�nico como en la �ptica, asimismo, los relojes eran m�s precisos. Adem�s, por primera vez podr�an obtenerse registros permanentes del fen�meno a observar, ya que pocos a�os antes se incorporaron a la astronom�a las entonces recientemente desarrolladas t�cnicas fotogr�ficas.

Como ya se dijo anteriormente, los astr�nomos del siglo XIX dieron una gran importancia a las observaciones de los tr�nsitos venusinos de 1874 y 1882 ya que quer�an fijar con exactitud la distancia Sol-Tierra, lo que a su vez les permitir�a conocer de manera correcta las dimensiones del Sistema Solar.

Los pa�ses "civilizados" de ese entonces prepararon con gran anticipaci�n las expediciones que habr�an de ir a la zona (figura 1) desde donde ser�a visible el fen�meno en el a�o de 1874. Inglaterra envi� expedicionarios a Egipto, Hawaii, Isla Rodr�guez, Nueva Zelanda e Isla Desolaci�n. Italia envi� astr�nomos a la India (al norte de Calcuta); Francia instal� a los suyos en Nagasaki, Pek�n, Saig�n, Noumea e islas San Pablo y San Mauricio. Alemania distribuy� cinco grupos entre Asia y �frica. Los campamentos rusos se instalaron en Beobachtugs y la pen�nsula de Kamtchatka. Estados Unidos envi� una expedici�n que s� ubic� en Kobe, Jap�n. Finalmente, el gobierno mexicano nombr� una comisi�n que instal� dos campamentos en las afueras de la ciudad japonesa de Yokohama.






Figura 1. La zona oscurecida marca los lugares desde donde fue posible observar completo el paso de Venus ocurrido el 9 de Diciembre de 1874.


LA COMISI�N MEXICANA

Francisco D�az Covarrubias (1833-1889), ingeniero ge�grafo egresado del Colegio de Miner�a (1853), fue un educador y cient�fico notable que desde muy joven se dio a conocer por sus investigaciones y trabajos geod�sicos y astron�micos, que le permitieron elaborar una Carta Hidrogr�fica del Valle de M�xico muy completa (Orozco y Berra, 1864), as� como determinar con precisi�n las coordenadas geogr�ficas de la capital de la Rep�blica y de otras importantes poblaciones del pa�s.

Al triunfo de la causa republicana en 1867, fue nombrado oficial mayor del Ministerio de Fomento por el presidente Ju�rez. Sin descuidar sus labores oficiales, colabor� estrechamente con Gabino Barreda en la formaci�n del plan de estudios que dio origen a la Escuela Nacional Preparatoria. Como apasionado de la astronom�a, es muy posible que debido a su inter�s por esta ciencia, se incluyera en el plan de estudios preparatorios la cosmograf�a como una de las primeras materias a estudiar.

Desde su �poca de estudiante realiz� observaciones de los fen�menos astron�micos (L. G. Le�n, 1911) que eran visibles desde nuestro pa�s. De enero a junio de 1863 instal� el primer observatorio astron�mico oficial que existi� en M�xico, localizado en Chapultepec y del cual fue director. Desgraciadamente, debido a la guerra de intervenci�n que Francia llev� a cabo en contra de nuestro pa�s, este observatorio tuvo que cerrar en junio de 1863 y D�az Covarrubias se exili� siguiendo de cerca al grupo encabezado por Ju�rez.

El 11 de abril de 1874, el Sr. Francisco D�az Covarrubias, presidente anual de la Sociedad Cient�fica Humboldt, present� ante los miembros de esa organizaci�n una ponencia que intitul� "Exposici�n popular del objeto y utilidad de la observaci�n del paso de Venus por el disco del Sol". Este trabajo llam� la atenci�n de varios miembros de esa sociedad, discuti�ndose la posibilidad de env�ar un grupo de astr�nomos mexicanos a realizar las observaciones. D�az Covarrubias resalt� el hecho de que debido a la hora en que ocurrir�a el fen�meno astron�mico en cuesti�n, la zona donde ser�a visible en su totalidad era casi ant�poda de nuestro pa�s, lo que dificultaba mucho formar una comisi�n en tan poco tiempo. Sin embargo, el asunto qued� latente en el �nimo de varias personas.

El 8 de septiembre de 1874, al conmemorarse la defensa del Molino del Rey y del Castillo de Chapultepec, el diputado Juan Jos� Baz le habl� del asunto del tr�nsito de Venus al presidente Sebasti�n Lerdo de Tejada, �ste se entusiasm� y el 11 de ese mismo mes mand� llamar a D�az Covarrubias para que le informara al respecto (L. G. Le�n, 1911). Este le expuso con toda amplitud lo que ya hab�a dicho en su pl�tica del 11 de abril de ese a�o. Interrogado por el Presidente sobre si se podr�a formar una comisi�n de astr�nomos mexicanos que fueran a efectuar la observaci�n, Díaz Covarrubias contest� que en nuestro pa�s hab�a gente capacitada y los instrumentos necesarios; lo que har�a falta ser�a el apoyo econ�mico y, sobre todo, hacer los preparativos inmediatamente, ya que el tiempo era el factor m�s importante.

Despu�s de esta entrevista, D�az Covarrubias se dedic� a conseguir informes exactos del camino que podr�a seguir y del tiempo que tomar�a hacerlo. Luego de consultar a las l�neas navieras sobre las fechas de salida de sus barcos de puertos mexicanos y de la duraci�n de su traves�a, concluy� que si era posible estar en Asia u Ocean�a antes del 20 de noviembre, tendr�a posibilidades de realizar satisfactoriamente las observaciones.






Figura 2. Ruta seguida por los comisionados mexicanos durante su viaje de 1874-1875.


Puesto que los caminos entre la ciudad de M�xico y los puertos del Pac�fico mexicano o no exist�an o eran muy malos, D�az Covarrubias decidi� que lo m�s seguro era viajar por ferrocarril a Veracruz y de ah� embarcarse con destino a Nueva York. De esta capital partir�an por tren, cruzando de este a oeste el territorio de los Estados Unidos, llegando a San Francisco, California, de donde finalmente embarcar�an rumbo a Ocean�a o China.

Volvi� D�az Covarrubias a entrevistarse con el presidente Lerdo de Tejada, inform�ndole detalladamente del itinerario que hab�a elaborado. Lerdo de Tejada lo aprob� y facult� a D�az Covarrubias para que formara una comisi�n que habr�a de realizar ese viaje y que ser�a presidida por D�az Covarrubias mismo. Los miembros de esta comisi�n fueron: Francisco D�az Covarrubias, oficial mayor del Ministerio de Fomento y presidente de la comisi�n; Francisco Jim�nez, director del Observatorio Central instalado en lo alto del Palacio Nacional y segundo astr�nomo; Manuel Fern�ndez Leal, ingeniero top�grafo y calculista de la comisi�n; Agust�n Barroso, ingeniero calculista y fot�grafo de la comisi�n, y Francisco Bulnes, cronista de la comisi�n.

D�az Covarrubias se dedic� a organizar el trabajo de la comisión y a conseguir los fondos autorizados por el Gobierno para los gastos de �sta. Fern�ndez Leal, Barroso y Bulnes se dedicaron a reunir los instrumentos. El Ministerio de Fomento prest� un telescopio cenital, un bar�metro y un teodolito; la Escuela de Miner�a proporcion� otro telescopio cenital y un cron�metro; del Colegio Militar se obtuvieron otro telescopio y un cron�metro. El equipo restante fue proporcionado por el propio D�az Covarrubias. Jim�nez fue el encargado de desarmar, inventariar y guardar todo ese delicado equipo.






Figura 3. Miembros de la Comisi�n Astron�mica Mexicana. De pie (izq. a der.): Francisco Jim�nez, Francisco D�az Covarrubias y Francisco Bulnes; sentados: Agust�n Barroso y Manuel Fern�ndez Leal.


El 18 de septiembre por la ma�ana, los cinco miembros de la comisi�n se presentaron en Palacio Nacional a recibir las �ltimas instrucciones del Presidente. Por la noche partieron hacia Orizaba los se�ores D�az Covarrubias, Barroso y Bulnes; al d�a siguiente se les unieron en esa ciudad los se�ores Jim�nez y Fern�ndez Leal.

La raz�n por la que fueron a Orizaba en lugar de dirigirse directamente a Veracruz es que en esos d�as hab�a en el puerto una epidemia de v�mito negro y, no queriendo arriesgar un contagio, fueron a Orizaba a esperar noticias del arribo a Veracruz de alg�n barco que los pudiera llevar a Nueva York.

El 24 de septiembre embarcaron en el vapor franc�s CaraveIle, que los llev� a La Habana, Cuba, donde atracaron el d�a 28 de ese mismo mes.

El 30 de septiembre dejan La Habana a bordo del vapor Yazoo, arribando el 5 de octubre a Filadelfia. En esta ciudad se les present� un problema que por poco hace fracasar el viaje de la comisi�n. Por haber estado el Yazoo en La Habana, las autoridades sanitarias estadounidenses quer�an imponer una cuarentena a todos los pasajeros, pues tem�an un posible contagio de fiebre amarilla. Gracias a los esfuerzos del capit�n del Yazoo y del ministro mexicano en Washington, Ignacio Mariscal, los comisionados consiguieron permiso para desembarcar en Filadelfia y proseguir su camino hacia Nueva York. En esa ciudad permanecieron un d�a, tiempo necesario para recabar informaci�n sobre los vapores que sal�an de San Francisco hacia el Oriente. El 7 de octubre dejan Nueva York y comienzan a cruzar el extenso territorio estadounidense de este a oeste, llegando sin mayor novedad a San Francisco el 14 del mismo mes. D�az Covarrubias (1876) y Bulnes (1875) narran con gran amenidad sus impresiones de esta parte del viaje en sendos libros.




Figura 4. Portadas de los libros que narran las peripecias e impresiones de los miembros de la Comisi�n Astron�mica Mexicana.

Los comisionados permanecieron en San Francisco cinco d�as, tiempo que aprovecharon para reorganizarse y pedir informes sobre la comisi�n estadounidense que meses atr�s hab�a partido hacia Jap�n, lugar donde llevar�an a cabo las observaciones del tr�nsito de Venus.

Barroso aprovech� esos d�as para adquirir el material fotogr�fico que tratar�a de utilizar en la fotograf�a del tr�nsito. Compr� una c�mara que utilizaba placas de vidrio de formato grande y que pensaba adaptar a uno de los telescopios peque�os que llevaban consigo desde M�xico.

El 19 de octubre se embarcaron rumbo a Jap�n en el vapor Vasco de Gama. Despu�s de una turbulenta traves�a, llegaron al puerto de Yokohama el d�a 9 de noviembre, �un mes exacto antes de que se produjera el tr�nsito que iban a observar!

Durante la traves�a, D�az Covarrubias hab�a decidido establecer las estaciones mexicanas en Jap�n, por lo que al llegar a Yokohama intent� realizar las gestiones necesarias. Debido a que arribaron a este puerto durante un periodo oficial de festividades p�blicas, hubo de pasar varios d�as antes de poder entrar en contacto con los representantes del gobierno japon�s.

Durante el tiempo de espera, D�az Covarrubias contrat� a un carpintero chino que entend�a algo de ingl�s. �ste comenz� a construir las instalaciones necesarias para las dos estaciones de observaci�n mexicanas.

Aunque tard� algunos d�as en contestar, el gobierno japon�s dio todo tipo de facilidades a nuestros compatriotas, llegando incluso a instalar un ramal de la l�nea telegr�fica oficial en la estaci�n que ocup� Díaz Covarrubias, y mediante la cual �ste pudo intercambiar informaci�n con los astr�nomos estadounidenses y franceses que se encontraban ya instalados en Kobe y Nagasaki.

La primera estaci�n astron�mica mexicana se instal� en una peque�a colina conocida como Bluff. La raz�n de ello fue que, por estar este promontorio dentro de la zona de libre acceso a los extranjeros, no era necesario obtener autorizaci�n especial. Este observatorio qued� terminado el 27 de noviembre, quedando Jim�nez a su cargo y como ayudante Fern�ndez Leal (Bulnes, 1875). El instrumento principal de este observatorio fue un telescopio refractor marca Troughton & Simms, con distancia focal de un metro 22 cent�metros, lente objetiva de siete cent�metros y medio, y el ocular montado sobre un micr�metro de alta precisi�n.






Figura 5. Observatorio del profesor Jim�nez en el Bluff.


El observatorio que ocupar�an los se�ores D�az Covarrubias, Bulnes y Barroso fue instalado en la colina de Nogue-no-yama, localizada fuera del sector permitido a los extranjeros, raz�n por la cual el presidente de la Comisi�n Mexicana tuvo que solicitar permiso especial al gobierno imperial. Al mismo tiempo le solicit� se les permitiera izar la bandera de M�xico en cada uno de los campamentos. La autorizaci�n para ambas cosas fue concedida el 25 de noviembre, procedi�ndose inmediatamente a levantar el edificio que albergar�a los instrumentos que esos astr�nomos utilizar�an.






Figura 6. Observatorio del presidente de la comisi�n en Nogue-no-yama.

Las dos estaciones astron�micas mexicanas fueron iguales, con la �nica diferencia de que la de Nogue-no-yama ten�a un peque�o cuarto oscuro adjunto. Éste ser�a utilizado por Barroso para manipular y revelar las placas de coloid�n que tomar�an durante el tr�nsito.

El telescopio utilizado para tomar las fotograf�as fue el que prest� el Colegio Militar. Ten�a una distancia focal de 1.25 m y un lente objetivo con di�metro de un dec�metro. Fue necesario hacerle una gran cantidad de adaptaciones mec�nicas para que pudiera servir al fin que Barroso lo destin�.

EL TR�NSITO DE VENUS

Los informes que sobre el clima de Yokohama hab�a recibido D�az Covarrubias indicaban que el cielo estaba generalmente despejado en los meses de noviembre y diciembre; sin embargo, desde el 23 de noviembre al 7 de diciembre el cielo estuvo cubierto por gruesas nubes. En el libro de Bulnes ya citado, se lee:


A las dos de la tarde del 8 de diciembre, las nubes comenzaron a desfilar por el horizonte. A las diez de la noche s�lo un nimbus cargado de electricidad esperaba su cong� de la acci�n del viento y a media noche el cielo estaba limpio. El Sr. D�az estuvo hasta las dos de la ma�ana, desde esa hora se pase� en el terrado donde se levanta nuestro pabell�n, hasta las siete. La faja dorada de un stratus cortaba en ese instante el disco del Sol. No hab�a ninguna otra nube. El �xito de la observaci�n era seguro.



Como un gesto de agradecimiento por las muchas atenciones y facilidades que los mexicanos hab�an recibido del pueblo y de los funcionarios japoneses, el presidente de la Comisi�n Mexicana invit� al gobierno japon�s para que enviara a algunos estudiantes a su observatorio. El ofrecimiento fue aceptado, present�ndose desde varios d�as antes al evento dos j�venes de la escuela naval.

El d�a del tr�nsito se presentaron gran n�mero de personalidades, tanto del gobierno japon�s como del grupo de representantes extranjeros. A todos se los atendi�, pidi�ndoles solamente que permanecieran en silencio para no interrumpir a la persona que llevaba la cuenta del tiempo.

Bulnes contin�a diciendo:

A las once y minutos el fen�meno principi�, el Sr. D�az dio la se�al a Mr. Janssen, jefe de la Comisi�n Francesa, y en respuesta aprendimos que en el cielo de Nagasaki hab�a gran cantidad de nubes; no obstante se hab�a observado el primer contacto.

A las tres y cuarenta y tantos minutos, Venus sal�a del disco del Sol; en el observatorio del Bluff las observaciones tuvieron el mismo buen resultado que en Nogue-no-yama. La comisiones francesa y americana tuvieron la desgracia de perder el contacto m�s importante: el de salida. Una espesa nube que determinaba un aguacero hab�a interceptado los visuales de los observadores de Nagasaki.


Despu�s de terminadas las observaciones, D�az Covarrubias envi� un telegrama al presidente de la Rep�blica, inform�ndole del buen �xito alcanzado por la comisi�n. Por razones desconocidas, este telegrama lleg� con meses de retraso.

Durante los d�as siguientes al tr�nsito, los comisionados siguieron trabajando en sus observatorios para calcular con toda exactitud la posici�n geogr�fica de �stos. Tambi�n tuvieron que cumplir con gran n�mero de compromisos sociales y culturales que les impuso el trato con funcionarios japoneses y embajadores de otros pa�ses.

LOS RESULTADOS

Los primeros resultados obtenidos por los comisionados mexicanos fueron los fotogr�ficos. En el Ap�ndice IV del ya citado libro de D�az Covarrubias se presenta el informe completo que Barroso entreg� respecto a todo el trabajo fotogr�fico. En ese mismo informe se presentan 14 de las 17 fotos obtenidas. Tres de ellas resultaron de mala calidad y tuvieron que ser desechadas. En las fotograf�as restantes se puede claramente apreciar la trayectoria que el planeta Venus describi� al interponerse entre el Sol y nosotros.




Figura 7. Secuencia fotogr�fica del paso de Venus por el disco solar lograda por Barroso.

Otro dato que se tuvo disponible inmediatamente fue el referente a los tiempos de las diferentes fases del fen�meno tal y como fue obtenido por los observadores de las dos estaciones. Estos datos se presentan a continuaci�n:

Fases
Hora media de Nogue-no-yama
Primer contacto exterior 8 de diciembre de 1874 a 23h 4m 7s.0
Primer contacto interior
"
"
"
"
"
23h  29m  24s.0
ruptura de ligamento
"
"
"
"
"
23h  30m  25s.6
Formación de ligamento 9 de diciembre de 1874 a 3h  21m  1s.4
Segundo contacto interior
"
"
"
"
"
3h  21m  45s.4
Segundo contacto exterior
"
"
"
"
"
3h  47m  55s.5
 
Hora media de Bluff
Primer contacto exterior 8 de diciembre de 1874 a 23h  3m  59s.0
Primer contacto interior
"
"
"
"
"
23h  29m  50s.0
ruptura de ligamento
"
"
"
"
"
23h  30m  43s.5
Formación de ligamento 9 de diciembre de 1874 a 3h  21m  20s.9
Segundo contacto interior
"
"
"
"
"
3h  21m  50s.9
Segundo contacto exterior
"
"
"
"
"
3h  48m  4s.0

Como ya se dijo, en los d�as inmediatamente posteriores al tr�nsito se continuaron haciendo observaciones de estrellas brillantes de referencia que servir�an para determinar con gran exactitud la posici�n de los observatorios. Con este mismo fin, D�az Covarrubias estuvo intercambiando se�ales telegr�ficas con las comisiones francesa y estadounidense situadas en Nagasaki y Kobe, respectivamente.

El presidente de la Comisi�n Mexicana decidi� dejar Jap�n y viajar rumbo a Par�s los primeros d�as de enero de 1875. Hizo saber a sus acompa�antes que deseaba llegar cuanto antes a esa ciudad para dar a conocer los resultados obtenidos por ellos lo m�s pronto posible, ya que dec�a tener temor de que, a su regreso a M�xico, la comisi�n fuera acusada por los opositores del gobierno de Lerdo de Tejada, de haber �ste enviado de paseo, y a un alto costo, a los astr�nomos mexicanos, quienes no obteniendo datos de valor los habr�an copiado de los presentados por otras comisiones.

D�az Covarrubias logr� lo que se hab�a propuesto; el viaje hacia Par�s se hizo lo m�s r�pido posible y durante el trayecto los comisionados se dedicaron a analizar los datos obtenidos, y con ellos, el presidente de la comisi�n redact� y public� a mediados de 1875 una memoria en la que consign� los resultados de sus observaciones (D�az Covarrubias, 1875).

De todas las expediciones que realizaron observaciones del tr�nsito de 1874, la primera que present� resultados fue la mexicana. Los franceses publicaron sus datos en 1877, los ingleses en 1881, los rusos en 1891, y los dem�s grupos m�s o menos por el mismo tiempo.

CONCLUSIONES

A pesar de la dif�cil situaci�n econ�mica y pol�tica que el pa�s viv�a en el peri�do de los hechos aqu� presentados, hab�a un grupo de personas de gran capacidad y preparaci�n que hac�an todos los esfuerzos posibles para que nuestro pa�s entrara en el campo de la investigaci�n cient�fica.

En el �mbito nacional, estos esfuerzos estaban encaminados a un mejor conocimiento de los recursos y limitaciones existentes en el M�xico de ese momento.

En el plano internacional se trat� de establecer contacto con el mayor n�mero posible de sociedades cient�ficas de otros pa�ses. La asistencia de mexicanos a congresos cient�ficos internacionales se fue haciendo frecuente.

El viaje de la Comisi�n Astron�mica Mexicana, primer viaje oficial al extranjero de un grupo de cient�ficos nacionales con una misi�n de investigaci�n cient�fica bien definida llevada a cabo en el M�xico independiente, logr�, entre otras cosas, establecer un gran n�mero de contactos con cient�ficos de otros pa�ses, que posteriormente beneficiaron el desarrollo de la astronom�a mexicana.

Ésta fue espec�ficamente la situaci�n en el caso de las relaciones con la comisi�n francesa presidida por Janssen, fundador de los observatorios de Meudon y Mont-Blanc. Estas relaciones se fueron fortaleciendo y ensanchando con los a�os. En 1882, Francia envi� una comisi�n astron�mica a Puebla, en M�xico, para que observara el tr�nsito de Venus de ese a�o. Bouquet de la Grye, presidente de esa comisi�n, reafirm� la amistad que ya un�a a un grupo de astr�nomos de ambos pa�ses. Fue este mismo personaje, quien, en 1887, dio los pasos necesarios para que el almirante Mouchez, director del Observatorio de Par�s, invitara oficialmente al gobierno mexicano, a trav�s del Observatorio Astron�mico Nacional de Tacubaya, para que formara parte del grupo de pa�ses que levantar�an la llamada Carta del cielo, uno de los grandes proyectos astron�micos de fines del siglo pasado, que dio gran proyecci�n a la astronom�a en nuestro pa�s.

El viaje de la Comisi�n Mexicana a Jap�n demostr� a propios y extra�os que, si bien en n�mero limitado, en M�xico hab�a personas con capacidad para contribuir al desarrollo de la ciencia. A pesar de los cambios ocurridos en el gobierno en 1876, los reci�n llegados a la administraci�n p�blica reconocieron este hecho, ya que dieron los pasos necesarios para instalar el Observatorio Astron�mico Nacional, creado por decreto presidencial del 18 de diciembre de 1876 e inaugurado por el presidente Porfirio D�az el 5 de mayo de 1878.

Otro aporte de este viaje fue la gran cantidad de noticias que los comisionados trajeron sobre Jap�n, su pueblo y su gobierno, as� como las relaciones no oficiales que D�az Covarrubias, quien siempre recibi� trato de ministro de nuestro pa�s por parte de los funcionarios japoneses, estableci� con esas autoridades. Esas relaciones seguramente ayudaron a que pocos a�os despu�s se establecieran relaciones oficiales entre ambos pa�ses.

Los datos obtenidos por las diferentes comisiones que realizaron observaciones en 1874 y 1882 fueron analizados por Airy, Newcomb y otros. El valor de la paralaje se fij� en 8".794; sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos hechos, no fue posible una mejor determinaci�n que la hecha en el siglo XVIII. Esto se debi� fundamentalmente a la atm�sfera del planeta Venus. La distancia Sol-Tierra fue determinada, a�os despu�s, utilizando otros m�todos.

El 19 de noviembre de 1875 regres� a la capital del pa�s la comisi�n astron�mica presidida por Francisco D�az Covarrubias. Al d�a siguiente, el peri�dico El Siglo Diez y Nueve daba noticia del muy solemne recibimiento que los preparatorianos y pueblo en general tributaron a los comisionados a su arribo a la estaci�n de Buenavista.

El pueblo mexicano de ese tiempo fue testigo de las diferentes pol�micas que se dieron en los c�rculos pol�ticos del pa�s en torno a la utilidad de haber enviado esta Comisi�n a Jap�n y, como de costumbre, no fue ajeno al ambiente motivado por ese suceso, haciendo chistes respecto a �l; incluso tenemos noticias fidedignas de que por ese tiempo abri� sus puertas una pulquer�a que fue muy popular en la ciudad de M�xico y que se llam� "El Tr�nsito de Venus por el Disco del Sol".






Figura 8. Restos del observatorio de D�az Covarrubias, relocalizado un siglo despu�s.


En 1974 se public� un libro en japon�s que recordaba los hechos de un siglo atr�s. En �l se hace referencia constante a la labor de D�az Covarrubias y sus compa�eros durante su estancia en Jap�n. En esa publicaci�n se relocalizan los sitios donde estuvieron instaladas las diferentes comisiones extranjeras en Jap�n. Se presentan fotograf�as de lo que a�n queda de la estaci�n de observaci�n en Nogue-no-yama: una piedra de las que utiliz� el artesano chino Mow-Cheong para construir la base sobre la que se mont� el telescopio utilizado por Francisco D�az Covarrubias.

BIBLIOGRAF�A

Bulnes, F., Sobre el hemisfenio norte once mil leguas. Impresiones de viaje a Cuba, los Estados Unidos, el Jap�n, China, Cochinchina, Egipto y Europa, Imprenta de la Revista Universal, primera calle de San Francisco n�mero 13, M�xico, 1875 (Biblioteca Nacional de M�xico).

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