XII. ¿HACIA DÓNDE VAMOS?
E
L MUNDO
actual es tecnológico. Algunos critican la tecnología porque produce humo y basura, tala de bosques, peligros nuevos, sobrepoblación y enajenación. Sin embargo, encienden su luz en la noche, se trasladan en automóvil, tienen reloj digital, refrigerador y televisor, hablan por teléfono a otro continente y de vez en cuando viajan en avión. La tecnología está aquí, nos guste o no. Rechazarla significaría volver a las cavernas, sólo que ya no hay suficientes cavernas para todos, ni animales que cazar, ni madera para quemar en las noches frías.La tecnología para el bienestar ha predominado sobre la tecnología de la destrucción. Dependiendo de cómo la usemos, puede ser nuestra fiel amiga. No debemos desperdiciar esta oportunidad, y menos negarnos su uso. Cuando hay tecnologías probadas, como la de la radiación, estamos prácticamente en la obligación de conocerla y aplicarla.
En los países en desarrollo es común la carencia de tecnología de la radiación. Esto es especialmente alarmante cuando se trata de hospitales, como ya mencionamos, o de la generación de energía, que puede llegar a una crisis en algunos años. Sin embargo, en nuestro país los esfuerzos por desarrollar esta tecnología han sido demasiado dispersos y faltos de coordinación, si bien merecen reconocimiento por las condiciones precarias en que se han hecho y por la dedicación que han demostrado los contados ingenieros y científicos que los han llevado a cabo.
Los intentos aislados de producir alta tecnología en los países en desarrollo rara vez llegan al final del proceso. Para tener éxito, una tecnología debe estar incorporada a un proceso global que incluya otras tecnologías que la puedan apoyar. Debe nutrirse continuamente de desarrollos innovadores y métodos de investigación, y necesita tener una relación clara con las necesidades del mercado y apoyarse en procedimientos comerciales y disposiciones legales; todos ellos han de reforzarse mutuamente. Además, el desarrollo debe estar regido por programas a largo plazo, que tengan metas claras y realistas y no sean sexenales, sino sostenidos.
Veamos un ejemplo hipotético, aunque muy parecido a muchos que hemos podido observar. Supóngase que se desea desarrollar un contador de centelleo para medir la energía de rayos g, por ejemplo, para efectuar un análisis por activación. En la figura 63 se muestra un esquema de la configuración típica de una unidad consistente, en cristal de centelleo y fotomultiplicador, diseño que se ha usado rutinariamente desde hace más de 30 años. El cristal (A) de yoduro de sodio (NaI) produce pequeñas centellas cuando le llega una radiación g. Esta luz se transmite a un tubo fotomultiplicador (C) de vidrio a través de un buen acoplamiento óptico (B). En la superficie fotosensible (D) produce electrones que se dirigen a los electrodos en secuencia (E), llamados dinodos. Éstos aumentan en cada paso el número de electrones hasta que su corriente es suficiente para ser recogida a través del conector (F) y medirse en un circuito electrónico.
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Figura 63. Un contador de centelleo. (A) es el cristal de yoduro de sodio con talio; (B) el acoplamiento óptico; (C), el tubo fotomultiplicador; (D), la superficie fotoeléctrica; (E), los dinodos, y (F) , el conector al circuito electrónico externo.
Independientemente de este circuito, que incluye tecnología de alto voltaje, electrónica digital y computación, que en sí son de alta tecnología, vamos a limitarnos al cristal y fotomultiplicador. En la figura se mencionan algunos de los aspectos que implica su construcción, procesos de apoyo, e incluso las industrias que los generan. A lo indicado en la figura podemos agregar toda una lista de actividades adicionales, como el diseño, la técnica de encapsulado, el acoplamiento eléctrico, la óptica de electrones, la selección de materiales, los estudios de degradación, los cuidados especiales y la elaboración de manuales e instructivos; asimismo, se debe ofrecer servicio, elaborar estudios de mercado y establecer políticas de patentes y marcas y de transferencia de tecnología. El punto importante es que se necesitan todos ellos, y tal vez otros no considerados. En la medida en que el entorno dentro del cual se desarrolla sea capaz de proveer todos estos factores con eficiencia, calidad, confiabilidad y costo aceptable, se podrá tener éxito. Es patente que la alta tecnología no surge aisladamente, sino que es generada por la misma alta tecnología.
Los países desarrollados han logrado esta retroalimentación positivamente, para avanzar cada vez más. El proceso no ha sido rápido, pues ha requerido de muchos pasos que debieron darse con solidez. En la mayoría de los casos se ha iniciado con la investigación básica, llevada a cabo en las universidades. Luego han intervenido los grandes laboratorios nacionales y finalmente las unidades de investigación y desarrollo de las empresas. A esto todavía hay que agregar los sistemas de comercialización. Entre etapas existió un acoplamiento de lo que uno tenía que ofrecer con lo que el otro necesitaba. Además, en cada etapa había tal cantidad de acciones desarrolladas, que aunque la mayoría no progresase, las pocas que sí lo lograban fueron suficientes para sostener el avance.
Puede emplearse aquí el símil de masa crítica, que se popularizó cuando comenzó a hablarse de reacciones en cadena para liberar energía nuclear de fisión. De acuerdo con lo visto en la figura 38, si los núcleos de uranio son escasos, no se puede garantizar que por lo menos uno de los dos o tres neutrones producidos en una fisión llegue a otro núcleo para sostener la reacción en cadena. La cantidad de núcleos de uranio, y su concentración, que asegura que la reacción se mantenga es la masa crítica.
Cuando una acción científica y tecnológica encuentra apoyos en su derredor, es posible que se genere una cadena de acciones que conducen al desarrollo tecnológico. Si no los encuentra, la acción, por valiosa, prometedora o innovadora que sea, muere. Cada paso se tiene que perfeccionar; cada acción de calidad merece apoyo, hasta que se llegue a la masa crítica.
No se malentienda que se pretende un total nacionalismo para un desarrollo tecnológico. En estos tiempos de abundantes intercambios entre países esto se torna cada vez más difícil y es común que dependan unos de otros en tecnología, materia prima y hasta en maquila. Sin embargo, sería deseable una integración por lo menos suficiente para liberarse de presiones políticas y económicas, y hasta de aranceles, autorizaciones, convenios, licencias y disponibilidad de divisas.
El papel de las universidades y otras instituciones de educación superior es vital, no sólo porque son el único medio para garantizar la transmisión de conocimientos, sino porque en ellas se logran los primeros pasos de la cadena, la investigación básica y la orientada. Las universidades tienen también la misión de proporcionar el ambiente intelectual necesario para un desenvolvimiento serio y eficiente. Deben ofrecer todos los servicios para apoyar la investigación. Deben sostener proyectos de investigación en número suficiente para que se pueda aspirar a la masa crítica.
El investigador científico debe antes que nada estar 100% comprometido con la ciencia, porque ésta no se puede hacer sólo a ratos. Requiere de una total dedicación y disciplina mental, y exige trabajo de alta calidad y competitivo. Además, el científico es el explorador de nuestros días; debe siempre estar dispuesto a entrar en nuevas áreas. Debe también mantenerse en continuo contacto con el medio científico de todo el mundo y poder sostener colaboración intensa con sus colegas. Debe plantear sus objetivos con precisión y exigirse a sí mismo el máximo de productividad.
La radiación ha demostrado su potencialidad en un sinnúmero de aplicaciones. Nos toca ahora aprovecharla e incorporarla juiciosamente en nuestros sistemas productivos; además, con confianza y seguridad. Esto se irá logrando conforme se cuente con más personal capacitado para hacerlo responsablemente.
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