XII. LAS ONDAS ELECTROMAGN�TICAS

EN 1888, el profesor Rudolf Hertz, que trabajaba en la Universidad de Kiel, hizo saltar chispas a voluntad en un peque�o aro de alambre con un intersticio al colocarlo cerca de un circuito el�ctrico oscilante, en el cual tambi�n pod�a producir chispas. La corriente variable en el circuito oscilante daba origen a campos el�ctricos y magn�ticos que se propagaban y luego eran detectados en el aro: as� fueron descubiertas las "ondas hertzianas" que no eran otras que las ondas electromagn�ticas predichas poco antes por Maxwell. En Italia se demostr�, no mucho tiempo despu�s del trabajo de Hertz, que estas ondas se reflejaban, se refractaban, pod�an polarizarse y sufrir interferencia, de la misma manera que la luz. Maxwell lo afirma: "Es dif�cil no inferir que la luz consista de oscilaciones transversas del mismo medio que es la causa de los fen�menos el�ctricos y magn�ticos." Aunque para Maxwell este medio es el �ter, sabemos ahora que las ondas electromagn�ticas pueden propagarse en el vac�o y el �ter resulta innecesario.

Cuando Hertz hac�a saltar chispas en su aro, en realidad forzaba grandes aceleraciones sobre algunas cargas el�ctricas. De acuerdo a la teor�a electromagn�tica, esto genera impulsos que viajan con la velocidad de la luz. En otras palabras, una carga el�ctrica acelerada genera una onda electromagn�tica. En particular, si la carga da vueltas alrededor de un centro con una cierta frecuencia, las "ondas que emite tienen esa misma frecuencia. La carga, al radiar energ�a electromagn�tica, consume parte de su energ�a mec�nica.





Figura 16. Cuando una carga el�ctrica se acelera, genera radiaci�n electromagn�tica. En a se ven las l�neas de campo el�ctrico en la regi�n cercana, y en b en la regi�n lejana cuando un dipolo el�ctrico oscila.

El experimento de Hertz fue convertido en un aparato de uso pr�ctico para enviar mensajes por el ingeniero italiano Guillermo Marconi. Conect� a tierra tanto el receptor como el transmisor y utiliz� un alambre aislado como antena para facilitar lo mismo la transmisi�n que la recepci�n de las se�ales. Poco a poco consigui� enviar sus mensajes a distancias cada vez m�s grandes, hasta que en 1901 logr� comunicaci�n entre el sur de Inglaterra y Terranova, a trav�s del Atl�ntico. Con ello se establece la telegraf�a inal�mbrica, o radiotelegraf�a (es decir, telegraf�a por radiaci�n a diferencia de telegraf�a por medio de alambres, con corrientes el�ctricas), la cual pronto evolucionar�a del c�digo Morse a otros m�s complicados; as� nacen la radio y la televisi�n.

La historia de las ondas electromagn�ticas proporciona un bello ejemplo de las ligas que unen a la ciencia b�sica con la aplicada y a �sta con el desarrollo tecnol�gico. La teor�a —en este caso las ecuaciones de Maxwell— predice un cierto fen�meno, comprobado luego experimentalmente en el laboratorio. Con ello se genera un nuevo conjunto conceptual —la teor�a electromagn�tica de la luz—, pero tambi�n se busca la aplicaci�n pr�ctica de las nuevas ideas. Se inventan as� el tel�grafo inal�mbrico, el radio, y tantos otros aparatos que hoy son indispensables para que el hombre moderno subsista. A su vez, cada nuevo desarrollo tecnol�gico sugiere nuevos experimentos —como ha ocurrido en las dos �ltimas d�cadas con el l�ser— y �stos plantean nuevos esquemas te�ricos, que tambi�n predicen nuevos fen�menos comprobables experimentalmente. Esta red complicada de teor�as, observaciones controladas e inventos constituye la esencia del avance cient�fico y tecnol�gico, base de la sociedad industrial de nuestros d�as.

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