IV. LA LÍNEA DE LA COSTA COMO ZONA DE INTERACCIÓN DEL AIRE, EL MAR Y LA TIERRA

LAS aguas de la costa y de los estuarios son la porción del océano que predomina sobre el quehacer cotidiano de la humanidad. Alrededor de dos terceras partes de la población mundial vive cerca de las costas, donde se reciente la influencia de los oleajes, provocados por los cambios meteorológicos bruscos, y de las mareas, que ocasionan marcados altibajos en el nivel del mar. Y es precisamente por esto que las playas y los estuarios son aprovechados para construir ciudades y puertos donde se puedan desempeñar actividades industriales, recreativas y comerciales.

En esas aguas poco profundas se establece la relación entre el aire, el mar y la tierra. Los fenómenos costeros se inician en ella con la mezcla, la separación y el transporte de los sedimentos y de las aguas que escurren desde la tierra.

Las olas, los vientos y las corrientes, en combinación con los fenómenos que ocurren en la tierra —como las lluvias y la transportación del agua de los continentes hasta el mar—, determinan la configuración de la costa y la batimetría, es decir, la distribución de las profundidades.

La orilla del océano representa la zona donde se encuentran los bancos de arena y de coral, las fuertes corrientes y las olas destructivas; por eso constituye una zona de peligro para la navegación. En consecuencia, los marineros deben conocerla con el fin de cuidar a sus embarcaciones y tripulación.

La plataforma continental interesa especialmente a los industriales, puesto que allí se concentra tanto la mayor parte de la vida animal y vegetal del mar —base de la alimentación humana— como los ricos depósitos petrolíferos y minerales. Por otra parte, el interés de los científicos radica en que en ella se genera una gran cantidad de fenómenos fisicoquímicos y biológicos.

El hombre ha logrado aprovechar cada vez más los fenómenos que ocurren en las zonas costeras. Sólo así han podido incrementarse actividades que permiten utilizar los recursos existentes en dichas zonas; tal es el caso del tráfico de embarcaciones y del acceso a las profundidades oceánicas. Sin embargo, con el exceso de construcciones y de dragados costeros, con la pesca indiscriminada y las descargas de desechos, el hombre también ha contribuido a la perturbación de las zonas costeras.

Los fenómenos fisicoquímicos que se generan en los océanos también tienen repercusiones en los continentes; por ejemplo, son los que determinan el clima. En efecto: las características del medio terrestre se deben, en su mayor parte, a la influencia de los océanos.

Las zonas costeras pueden diferenciarse según su estructura, en dos tipos principales: la costa con barrera de islas y la costa con acantilados marinos.

En la costa con barrera de islas es posible distinguir si se hace un recorrido del continente hacia el océano, la planicie costera que es donde se inicia la zona costera y donde se hacen los primeros depósitos de arena; ahí existe una vegetación inicial a la que se llama pionera. Esta planicie se continúa con la ribera u orilla, que es la superficie sólida y sedimentaria relacionada con las corrientes producidas por el oleaje y con la influencia de las aguas de escurrimiento de los continentes. Esta ribera alcanza unos 400 000 kilómetros de longitud en todo el planeta.



Figura 9. Perfil de la costa con barrera de islas.



La ribera abarca la playa, la cual está cubierta por grandes cantidades de arena que forman los cordones de médanos; su extensión y tamaño dependen de la longitud y altura de las olas, de la amplitud de las mareas y de las dimensiones de los componentes sólidos que depositan las olas. Esta ribera se extiende del lado de la tierra hasta la planicie costera, que bordea la orilla posterior de la playa.

Entre los cordones de médanos y la planicie costera se pueden contar lagunas litorales, en donde los ríos desembocan propiciando la formación de estuarios o esteros.

A su vez, la ribera se pone en contacto con la plataforma continental; es la llamada línea de costa, que cambia de acuerdo con la acción de las mareas, quedando más adentro de la tierra cuando se presenta la pleamar o marea alta, o más retirada de ella a la bajamar.

En las costas con acantilado la planicie costera está formada por las elevaciones continentales que terminan en cortes casi de 90 grados sobre la ribera, en donde se encuentra bien establecida la vegetación. Esta ribera es muy corta, pues alcanza de cero a tres metros de longitud; por lo tanto, la playa es pequeña o no existe, y el corte del cantil puede ser la línea de costa o estar muy cerca de ella. Durante la pleamar, el oleaje puede golpear sobre el acantilado.



Figura 10. Perfil de la costa de acantilados.



La ribera u orilla es la región donde se produce el mayor intercambio de energía entre el océano y los continentes. La energía que se agota en los procesos de la orilla proviene del mar, y es producida por la fuerza de los vientos que corren sobre la superficie oceánica, por la atracción gravitatoria que ejercen la Luna y el Sol sobre la masa del océano y por las diferentes perturbaciones que se presentan en las estaciones del año tanto en la atmósfera como en las zonas terrestres que hacen contacto con el mar.

Todos estos fenómenos influyen en la formación de olas y corrientes de diferentes magnitudes que transportan energía hacia la costa. La configuración de la zona continental y de las plataformas adyacentes modifica y concentra ese flujo de energía, regulando la intensidad de la acción de las olas y corrientes en las aguas costeras.

Las diferentes acciones que suceden en el ambiente de la orilla se hacen más complicadas debido a las distintas formas en que se comporta el flujo de energía. Un ejemplo de estas variaciones es cuando la ola llega bruscamente a la playa con un índice elevado de energía y luego se va desvaneciendo sobre el fondo para, posteriormente, regresar hacia el mar produciendo una corriente de resaca cuya fuerza depende de las características topográficas de la orilla.

Si se compara el flujo de energía de las aguas someras con el de las aguas profundas podrá observarse que en estas últimas es relativamente débil, mientras que en las primeras presenta valores muy elevados debido a la interacción de las olas entre sí, de las corrientes con las olas y de ambas con las características estructurales del fondo. En algunos lugares de la costa este flujo de energía alcanza índices muy altos, ya que las olas producen corrientes de fondo dirigidas en el sentido en el que se propagan las ondas. Es por ello que dichas corrientes acarrean gran cantidad de sedimentos generan los llamados ríos y cataratas de arena, como las de la costa de Cabo San Lucas, en Baja California, México.

La profundidad de la zona costera varía de acuerdo con la presión ejercida por el oleaje; disminuye en la zona de rompiente de las olas, formando un banco, para después aumentar y volver a disminuir hacia la orilla de la playa. Conforme se va modificando la orilla, la dirección de las olas puede reorientarse; es así como se crean olas superficiales, que se desplazan hacia la playa, y olas marginales, que corren paralelas a la playa. Así se forman olas altas y bajas que accionan sobre las corrientes de resaca.

Para poder darse cuenta de la importancia que tienen los fenómenos geológicos litorales en el establecimiento de la línea de costa como la zona de interacción entre el aire, el mar y la tierra ha de compararse el potencial del mar para erosionar la Tierra contra la capacidad de la tierra para aportar sedimentos derivados de esa erosión, ya que en la línea de costa confluyen la acción marina y la terrestre.

El estudio de estos fenómenos que acontecen en la costa es la base de la geología dinámica, que también se encarga de analizar la formación de los diferentes tipos de costa a través de los procesos de sedimentación y erosión.

Esta dinámica de la geología marina ha permitido calcular que si la cantidad de sedimentos transportados se mantiene constante "borrará la topografía, es decir, las características del terreno que sobresale del nivel del mar, en menos de 10 millones de años", periodo muy breve en la escala geológica del tiempo.

El estudio de los fenómenos que concurren en la línea de costa se encuentran en una etapa incipiente; durante los últimos cinco años, los experimentos y observaciones han progresado sólo hasta el punto de que permiten formular y someter a prueba conceptos generales. Como consecuencia de ello, los conocimientos sobre la energía y la tecnología para la zona litoral no han avanzado, de manera que los problemas de hoy pudieran ser tratados en forma adecuada.

En cambio, cada vez son mayores las demandas de vivienda, recreación, industria, transporte marítimo, recursos marinos y eliminación de diferentes clases de desechos que se acumulan en las zonas litorales de todo el mundo. En resumen, las demandas crecientes sobrepasan en exceso a las posibilidades tecnológicas para satisfacerlas, originando un problema que alcanza proporciones mundiales.

La utilización de la extensión lineal del frente de las playas es de gran importancia para el hombre a fin de poder evaluar su posible permanencia en ella a través de los años. Por ello es fundamental que se desarrollen técnicas que permitan preservar las playas y los puertos, así como construir nuevas instalaciones en las costas. Todo esto se podrá lograr si continúa investigándose la interacción entre el aire, y el mar y la tierra.

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