IX. EINSTEIN Y EL EFECTO FOTOELÉCTRICO
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URANTE
varios años después de la publicación del trabajo de Planck no se hizo nada con respecto a la hipótesis de la cuantización que había introducido.En 1905, Albert Einstein publicó un trabajo llamado "Sobre un punto de vista heurístico concerniente a la producción y transformación de luz", más conocido como el trabajo sobre el efecto fotoeléctrico. Fue en este mismo año que Einstein publicó sus otros dos celebrados trabajos: uno en el que presentó la teoría de la relatividad especial y otro en el que trató acerca del movimiento browniano.
Planck había considerado que la energía de las partículas que forman las paredes de la cavidad que produce la radiación de cuerpo negro solamente podía ser emitida o absorbida en múltiplos enteros de un cuanto o elemento de energía. Es más, llegó a esta hipótesis como una argucia matemática, sin mayor realidad física, para poder obtener la distribución que ya había encontrado usando argumentos empíricos de naturaleza puramente termodinámica.
Fue Einstein el primero que, con su trabajo de 1905, dio significado físico a la hipótesis de la cuantización de la energía.
A Planck nunca se le ocurrió la idea de extender la hipótesis de la cuantización a la radiación, es decir, no se le ocurrió suponer que la radiación electromagnética tenía carácter discreto.
La idea de que la luz (y más generalmente la radiación electromagnética) estuviera compuesta por un conjunto de partículas había sido propuesta por Newton, como se vio en el capítulo V. Sin embargo, como también se vio, existen en la naturaleza fenómenos como la interferencia y la difracción que solamente se pueden explicar si la radiación es de naturaleza ondulatoria.
Einstein en su trabajo sugirió que la suposición de que la luz está formada de cuantos discretos de energía podía ser aplicada a algunos fenómenos que la teoría ondulatoria de la luz no podía explicar, como por ejemplo, la fluorescencia y el efecto fotoeléctrico.
Con respecto a la fluorescencia, Einstein sugirió la explicación siguiente. Cada cuanto de radiación o fotón al ser absorbido por los átomos de la sustancia fluorescente (figura 27) estimula la emisión de uno o más fotones. La suma de las energías de los fotones emitidos tiene que ser igual a la energía del fotón absorbido, ya que la energía se debe conservar. Por tanto, si por ejemplo se reemiten dos fotones, éstos deben compartir sus energías de tal manera que su suma sea igual a la del fotón absorbido. Lo cual significa que la energía de cada fotón emitido es menor que la del absorbido. Tomando en cuenta que la energía de un fotón es proporcional a su frecuencia, lo anterior significa entonces que la frecuencia de la radiación emitida será menor que la de la radiación absorbida. Éste es justamente el resultado experimental que ya se había obtenido anteriormente, en particular por Stokes, y que no se había podido explicar con base en la teoría de Maxwell.
Figura 27. Así explica Einstein la fluorescencia. Un átomo absorbe un fotón y luego emite dos o más fotones. De este modo, la energía que absorbió (la del fotón incidente) la comparten los dos fotones emitidos.
Este acuerdo apoya el modelo de Einstein en el cual los cuantos de luz, o fotones, se absorben o emiten en unidades enteras.
Con respecto al efecto fotoeléctrico, Einstein escribió en su trabajo:
Figura 28. Explicación de Einstein del efecto fotoeléctrico. Un fotón de la radiación es absorbido por un electrón de un átomo y como consecuencia es despedido.
Einstein explicó este fenómeno como la colisión de dos partículas: el fotón y el electrón del átomo.
Einstein predijo de esta manera que la energía cinética máxima que debe tener un electrón emitido por un metal debe aumentar al aumentar la frecuencia de la radiación incidente. Este hecho se muestra en la gráfica de la figura 29. La línea 1 corresponde al metal 1, y así sucesivamente. Consideremos, por ejemplo, el metal 3. Para frecuencias menores que f03 no se emite ningún electrón del metal. Al aumentar la frecuencia de la radiación incidente, el electrón va adquiriendo cada vez más energía cinética ya que habrá chocado con fotones más energéticos y éstos le transfieren su energía. Notamos que la mínima frecuencia f0 es característica de cada metal, y como lo sugirió Einstein está relacionada con el trabajo necesario para que el electrón abandone su superficie. Observamos que en esta descripción la intensidad de la radiación no interviene para nada.
Figura 29. Predicción de Einstein del comportamiento de la energía cinética de los fotones despedidos por varios metales. Las líneas son rectas y todas tienen la misma inclinación, que está relacionada con la constante de Planck.
La predicción además nos indica que para cada metal la línea correspondiente tiene que ser precisamente una línea recta. Es más, las rectas que corresponden a distintos metales deben ser paralelas. Einstein encontró que la inclinación de estas rectas es universal, o sea la misma para todas las sustancias y está relacionada con la constante de Planck.
Einstein dice:
De lo que me puedo cerciorar, no hay contradicción entre estas concepciones y las propiedades del efecto fotoeléctrico observadas (experimentalmente) por Lenard. Si cada cuanto de energía de la luz incidente, independientemente de todo lo demás, entrega toda su energía a un solo electrón, entonces la distribución de la energía cinética de los electrones expulsados será independiente de la intensidad de la luz incidente.
Estas predicciones hechas por Einstein son justamente las que se habían encontrado anteriormente de resultados experimentales (véase el capítulo VII) y sugieren una explicación de todas las observaciones que parecían ser paradójicas en el contexto de la teoría de Maxwell.
Los datos experimentales disponibles en 1905 solamente sugirieron que las conclusiones de Einstein eran correctas, pero para 1916 la validez de la relación de Einstein entre la máxima energía cinética de los electrones y la frecuencia de la radiación absorbida se había confirmado plenamente.
E. Ladenburg demostró experimentalmente en 1903 que la energía de los electrones expulsados es independiente de la intensidad de la luz, pero proporcional a su frecuencia. Posteriormente, en 1912, A. L. Hughes midió la máxima energía cinética de los electrones emitidos por un buen número de elementos: potasio, calcio, magnesio, cadmio, cinc, plomo, bismuto y arsénico. Encontró, en primer lugar que efectivamente la energía cinética de los electrones daba una línea recta al cambiar la frecuencia de la luz. Además encontró que la inclinación de estas rectas, para todas las sustancias con las que trabajó, era igual, es decir, era una inclinación universal (ver figura 29). Fue Robert Millikan quien, en una brillante serie de experimentos muy detallados, eliminó cualquier duda acerca de la validez de las conclusiones obtenidas por Einstein. Al recibir el premio Nobel de Física en 1923 por su trabajo, Millikan dijo:
Después de diez años de probar, cambiar, aprender y a veces equivocarse, todos los esfuerzos, habiendo estado dirigidos desde el principio a la medición experimental precisa de las energías de emisión de los fotoelectrones, ora como función de la temperatura, ora de la frecuencia, ora del material, este trabajo resultó, contradiciendo mis propias esperanzas, en la primera prueba experimental directa en 1914 de la validez exacta, dentro de muy estrechos límites de errores experimentales, de la ecuación de Einstein, y de la primera determinación fotoeléctrica directa de la constante h de Planck.
Esta última determinación a la que se refiere Millikan resultó a partir de la inclinación de las rectas, que como vimos arriba, está relacionada con la constante de Planck.
El efecto fotoeléctrico presentaba otra gran dificultad para la teoría de la radiación de Maxwell. En 1916, lord Rayleigh estimó que de acuerdo con la teoría de Maxwell a un electrón dentro de un metal le debería de llevar un periodo de varias horas absorber la energía suficiente de un haz de radiación para poder escapar. Sin embargo, como ya lo habían notado J. Elster y H. Geitel en 1900, la aparición de fotoelectrones ocurre prácticamente en forma simultánea con la iluminación de la superficie del metal. En 1928, E. O. Lawrence y J. W. Beams encontraron que el intervalo entre la incidencia de la radiación la aparición de los electrones era menor que 3 X 10-9 segundos. En 1955, A. T. Forrester y colaboradores establecieron, al trabajar con mayor precisión, que este intervalo debería ser menor que l0-10 segundos. La explicación de este hecho es muy sencilla de acuerdo con las ideas de Einstein. Si el efecto fotoeléctrico se debe a la colisión entre un fotón y un electrón dentro del metal, entonces la transferencia de la energía es prácticamente instantánea.
Es así como el trabajo de Einstein pudo explicar algunos fenómenos que no se podían explicar con la teoría de la radiación de Maxwell. Sin embargo, se presentaba una gran contradicción. Por un lado existían fenómenos en la naturaleza, como por ejemplo la interferencia y la difracción, que se explicaban solamente con una teoría ondulatoria, mientras que por otro lado había otros fenómenos, como el efecto fotoeléctrico, que solamente se podían explicar suponiendo que la luz estaba compuesta de corpúsculos Entonces ¿qué era la luz, onda o partícula? Nos adelantaremos un poco en este relato para continuar el tema del desarrollo conceptual de la naturaleza de la luz.
El mismo Planck se mostró renuente a aceptar la extensión de Einstein a la radiación electromagnética. En 1910 Planck escribió: "Si el concepto de fotón se aceptara, la teoría de la luz regresaría por siglos a la época en la que los seguidores de Newton y Huygens disputaban sobre la cuestión de partícula contra la teoría ondulatoria de la luz. Todos los frutos del gran trabajo de Maxwell estarían amenazados por unas cuantas especulaciones más bien dudosas".
Las ideas de Einstein desafiaban de manera fundamental toda la teoría electromagnética entonces conocida. Se presentaron las siguientes cuestiones: a) ¿Por medio de qué proceso se absorben y se emiten los fotones?; b) los fotones no tienen la permanencia que tienen las partículas materiales. De las ideas de Einstein parecería que los fotones se pueden destruir y crear, de una manera que no ocurre con otras partículas; c) ¿cómo se puede asociar una periodicidad a los fotones, si son partículas?; d) si la luz esta compuesta de fotones, ¿cómo puede entonces dar lugar a fenómenos como la interferencia y la difracción?
En 1909, Einstein publicó un trabajo con el que se inició la ardua comprensión profunda de la naturaleza de la luz. Consideró la radiación contenida en un volumen dado, y calculó las fluctuaciones en los valores de la energía, con respecto a su valor promedio. Encontró un resultado muy sorprendente. Estas fluctuaciones son iguales a la suma de dos términos: uno de ellos es igual al que se obtendría con base en la teoría ondulatoria de Mawell; el otro término es igual al que se obtendría de acuerdo con la teoría corpuscular de la luz. Es decir, Einstein encontró el resultado de que las fluctuaciones de la radiación son la suma de un término correspondiente a las fluctuaciones de ondas y de otro que corresponde a las fluctuaciones de partículas.
Al analizar con cuidado las características de los términos obtenidos por Einstein se encuentra uno con lo siguiente: para frecuencias muy grandes el término que domina es el correspondiente a las partículas, mientras que para frecuencias muy pequeñas, el que domina es el correspondiente a ondas. Sin embargo, con las frecuencias cuyos valores no son ni altos ni bajos, los dos términos son comparables, por lo que ambos contribuyen simultáneamente. Esto significa que ñla radiación se comporta al mismo tiempo como si fuera onda y partícula! Es decir, que hay una dualidad onda-corpúsculo.
¿Teoría ondulatoria o teoría corpuscular de la luz? Todos los físicos de esa época, a excepción de uno, seguían convencidos de la naturaleza ondulatoria de la luz. Sólo Johannes Stark creía en las partículas de Einstein. Pero para todos, incluido Stark, regía el principio de "o lo uno o lo otro". Sin embargo, Einstein se había dado cuenta de que tenía que ser "tanto lo uno como lo otro". Efectivamente era un prejuicio creer que todo ente físico tenía que ser o bien partícula o bien onda, y por cierto, un prejuicio firmemente establecido en la mente de todo el mundo. De hecho la mecánica de Newton se había desarrollado tomando en cuenta las partículas, mientras que el electromagnetismo de Maxwell las ondas. No existía, ni se concebía entonces, una teoría para entes que fueran "tanto lo uno como lo otro". Con ello Einstein se adelantó a sus colegas.
Se encuentra uno ahora ante una situación aparentemente paradójica en la cual parece que la naturaleza de la radiación electromagnética es tal que dos comportamientos irreconciliables, el ondulatorio y el corpuscular, se aplican a diferentes dominios. En ciertas condiciones experimentales la radiación se comporta como si fuera una onda, mientras que en otras condiciones experimentales se comporta como si fuera una partícula. Así, para los fenómenos macroscópicos de reflexión, refracción, interferencia, difracción la radiación se comporta como si fuera onda, mientras que para otros fenómenos, microscópicos, en que se ven involucradas interacciones entre la radiación y los átomos de sustancias, la radiación se comporta como si fuera un corpúsculo. La luz es entonces de naturaleza dual.
En el mismo año de 1909 Einstein presentó este último trabajo en un congreso que se llevó a cabo en Salzburgo, Austria, el primero al que asistió. Al terminar Einstein de presentar sus conclusiones Planck, como director de debates, hizo uso de la palabra. Con valor oficial, por ser la gran autoridad de la física, Planck negó su aprobación a la hipótesis de los cuanta de luz. No obstante, quedó patente públicamente la alta consideración que Planck tributó al joven Einstein. La ponencia de Einstein ante el foro de científicos y la respuesta de Planck fueron una demostración de un duelo entre caballeros. Einstein fue recibido, a la vista de todos, entre los primeros físicos del momento.
"Debo confesar decía Fritz Reiche, asistente de Planck, que estuvo presente en el debateque me quedé impresionado cuando en la fórmula de las fluctuaciones que demostró Einstein apareció ese segundo término [el correspondiente a la naturaleza corpuscular]. Pero naturalmente eso fue sólo una prueba muy indirecta de la existencia de los fotones. Recuerdo que la gente estaba muy en contra, e intentaron buscar otra fundamentación."
Einstein ya estaba destacando de una manera muy singular. No se le podía medir con criterios normales. Había puesto en marcha hacía ya cuatro años el derrumbamiento de la imagen que del mundo a nuestro alrededor se tenía en la física. Pero en contraste con las revoluciones políticas que arman mucho ruido, esta subversión científica llegó muy silenciosa. Pocos físicos que escucharon a Einstein en Salzburgo se dieron cuenta de que estaban en medio de una revolución.
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