XLVII. EL ORIGEN DE LAS GLACIACIONES

DESPU�S de 100 a�os de pol�micas, la explicaci�n dada por Milankovitch de las eras glaciales volvi� a ganar adeptos entre los climat�logos m�s conservadores, generalmente tibios ante ideas revolucionarias. Milankovitch achaca la aparici�n de una glaciaci�n a la conspiraci�n de varios cambios peri�dicos en el movimiento de nuestro planeta: la precesi�n de su eje de rotaci�n, el cambio en su inclinaci�n respecto a la ecl�ptica y la excentricidad de su �rbita, son los efectos que sumados hacen cambiar la cantidad de radiaci�n solar incidente sobre una latitud. Seg�n los milankovitchianos, cuando esa radiaci�n disminuye lo suficiente, en condiciones apropiadas de precipitaci�n y humedad, se dispara una glaciaci�n.

El modelito no ha podido probarse en definitiva como falso o verdadero. La evidencia a favor cuenta con testimonios geol�gicos de Eberl (1930), Broeker (1966) y Hays y compa��a (1976). La argumentaci�n en contra se�ala que la teor�a es demasiado simplista para las complicaciones sutiles del cuadro de la climatolog�a. Mas la teor�a de Milankovitch tiene una cualidad que hace tiempo perdi� su autor: est� viva.

Una muestra de ello es que ha permitido germinar nuevas e interesantes investigaciones, como la de Juan Weertman, quien deduce las dimensiones de las capas heladas que han cubierto los continentes septentrionales durante los �ltimos 300 000 a�os. Su �nica suposici�n que peca de poco realista es la de una precipitaci�n que dobla la actual en el norte del Canad�. Por lo dem�s, Weertman obtuvo resultados que demuestran que los efectos apuntados por Milankovitch bien pueden haber producido las glaciaciones. Al leer el trabajo de Weertman, no dejamos de observar un punto que han pasado por alto otros cr�ticos, pero que ser� de inter�s para nuestros lectores: se predice que estamos al comienzo de una glaciaci�n que alcanzar� su apogeo en s�lo... 25 000 a�os.

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