LVIII. PEDRO LEONIDOVICH KAPITSA

SE HABLA mucho de la tecnolog�a, de la econom�a y de la pol�tica de los energ�ticos, y se relega a un papel secundario la visi�n cient�fica del problema. El olvidar que la termodin�mica y otras �reas de la f�sica lidian con los aspectos m�s esenciales y por tanto generales de los procesos energ�ticos, es especialmente grave cuando se tienen que considerar alternativas totalmente dis�mbolas entre s�. Pero entre tantos olvidadizos, Pedro Leonidovich Kapitsa siempre trat� de poner las cosas en su lugar.

Hasta poco antes de morir ya octogenario, Kapitza fue director del Instituto de Problemas F�sicos de la URSS, una instituci�n relativamente peque�a, con grand�sima calidad e influencia —algunos aqu� en M�xico la clasificar�an como elitista—, y que �l cre� a partir de casi nada por all� de 1935. Kapitsa se form� bajo la direcci�n de otro gran f�sico, A. F. Ioffe, en el Instituto Polit�cnico de Petrogrado por los a�os de la Revoluci�n de Octubre. Pese a las graves dificultades que enfrentaba la Uni�n Sovi�tica, su gobierno lo comision� para trabajar en el Laboratorio Cavendish, dirigido por Ernesto Rutherford, desde 1921 hasta 1934. Una vez pasada la guerra, las pol�ticas estalinistas lo tuvieron "congelado" entre 1946 y 1955. Pero en todo momento Kapitsa se mostr� como un hombre de fibra y de talento superior. La calidad de su producci�n cient�fica era tan grande que el Comit� Nobel no pudo dejar de darle el premio, que recibi� en 1978.

Sin necesidad de recordarnos la vigencia de las dos primeras leyes de la termodin�mica para cualquier proceso energ�tico, Kapitsa examin� sistem�ticamente el flujo de energ�a en cualquier transformaci�n. El punto central es que dicho flujo est� constre�ido por factores f�sicos en cada proceso energ�tico, de modo que para extraer con �ste cierta potencia, ser� necesario darle dimensiones m�nimas al aparato que lo realizar�. Esto impone serias limitaciones para las fuentes de energ�a de gran potencia, indispensables en nuestro mundo de grandes concentraciones urbanas e industriales.

Al examinar las distintas fuentes energ�ticas con este criterio, se llega a que la �nica fuente capaz de sustituir a los energ�ticos qu�micos —como el carb�n y el petr�leo— es la nuclear. Adem�s, se pueden entender las dificultades actuales para realizar la fusi�n nuclear controlada tambi�n como un problema de poco flujo energ�tico. Pero quiz� lo m�s importante del inter�s que tuvo Kapitsa por los energ�ticos, no sean sus resultados espec�ficos, sino el rescatar una manera de pensar profunda y sint�tica que est� hoy naufragando en un mar de frusler�as t�cnicas.

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