PREFACIO

Desde hace algunos años había pensado en la posibilidad de escribir un libro sencillo y carente en lo posible de tecnicismos, que recogiera la información más general y al mismo tiempo más provocativa sobre el funcionamiento de las células de nuestro cerebro y sobre los retos y problemas que plantea el hecho de que el cerebro del hombre sea capaz de investigarse a sí mismo. Mi idea era, sin embargo, no sólo dar esta información, sino también implantarla en el contexto de las situaciones, las preguntas y las inquietudes que en ocasiones se presentan en prácticamente todos los que poseemos dentro del cráneo un cerebro humano.

La invitación del Fondo de Cultura Económica a participar como autor en la colección La Ciencia desde México me ofreció la oportunidad de cristalizar la idea de escribir tal libro, que es el que el lector tiene en sus manos. Lo he organizado en seis capítulos y he tratado de que cada uno de ellos se enlace con el siguiente y con los precedentes.

De un modo muy general, el capítulo I describe para qué sirve el sistema nervioso en términos de nuestras relaciones con el mundo que nos rodea, tanto en lo que se refiere a nuestras percepciones como al modo como podemos actuar sobre él para manifestar nuestras reacciones. Este capítulo también describe la participación de sistema nervioso en el control de nuestro propio medio interno y de las funciones de nuestros órganos, y deja establecido el concepto de que el cerebro es un órgano especializado en la comunicación. De aquí que en el capítulo II se haga una revisión de los distintos tipos de comunicación a muy diferentes niveles de organización, haciendo énfasis en la existencia de la comunicación específica entre moléculas gigantes, las cuales tienen afinidad mutua sólo con ciertas moléculas. Este capítulo culmina con el funcionamiento de las moléculas como mensajeros de información entre distintas células y entre distintos órganos del cuerpo.

El capítulo III está dedicado a conocer cómo son las células nerviosas, qué forma y tamaño tienen, y cómo se estructuran en capas y circuitos, constituyendo lo que llamo la arquitectura celular del cerebro. Por esta razón el título del capítulo es el mismo que el del libro. En el capítulo IV se trata de relacionar e integrar la información revisada en los dos capítulos precedentes, de modo que sea posible entender por qué la existencia de los mecanismos de comunicación mediante moléculas es determinante de la función de las células nerviosas y de cómo éstas interactúan con las demás. Así, este capítulo describe cuál es la información que las neuronas manejan, es decir, qué lenguaje hablan (de ahí el título del capítulo), y analiza la arquitectura de los sitios celulares en los que ocurre la comunicación interneuronal. Se analizan, también, algunas de las más interesantes consecuencias de que la comunicación interneuronal sea química, entre ellas, la muy importante actividad de ciertas células de inhibir la función de otras.

En el capítulo V se enfoca el funcionamiento global de ciertos circuitos neuronales en el interior del cerebro que son más o menos bien conocidos, incluyendo algunos que tienen como función central la coordinación de los movimientos musculares. En este capítulo se revisan algunos resultados experimentales de mi laboratorio, dentro del enfoque general mencionado. Finalmente, el último capítulo constituye un acercamiento al problema de cómo el cerebro puede tener las tantas y tan exquisitas funciones que caracterizan la mente, y plantea una serie de preguntas que la investigación sobre el cerebro tiende a resolver, pero que presentan dificultades que en ocasiones parecen insuperables. En este contexto se revisan, entre otros aspectos, los experimentos del "cerebro dividido", que han dado lugar al concepto de que los hemisferios cerebrales llevan a cabo distintas funciones.

Sin duda alguna, conocer el funcionamiento del cerebro constituye uno de los retos más apasionantes para la inquisitiva mente que caracteriza al hombre. Y más aún si tenemos presente que cuando el hombre investiga los mecanismos de la función cerebral,está escudriñando precisamente los mismos recónditos y hasta ahora inaccesibles mecanismos que están en marcha en el momento de realizar la investigación. Es decir, en último análisis se trata de saber cómo el cerebro puede saber; de investigar cómo el hombre puede investigar; de descubrir cómo la mente puede descubrir. Algo en cierto modo parecido al famoso soneto de Lope de Vega, que se va construyendo al tiempo de irse planteando la dificultad de construirse:
Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

Sólo que en el caso de la investigación sobre el cerebro estamos muy, pero muy lejos, de poder decir "está hecho".

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