XI. EL PLANCTON Y EL HOMBRE
A
LOS
políticos que se encargan de la alimentación mundial parece interesarles sólo el sostenimiento a un simple nivel de supervivencia de la población mayoritaria. Existe preocupación por asegurar el suministro de las toneladas de maíz, trigo y frijol suficientes para garantizar a la especie humana la cantidad mínima de alimento que le impida morir de hambre.Sin embargo, dado el incremento de la población y la industrialización de los países subdesarrollados, la demanda de alimento es cada vez mayor, sobre todo si se toma en cuenta la mala distribución de la riqueza: en casi la mitad del mundo, es decir, los países dependientes de los de economía poderosa, hay carencia de proteínas. Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud
(OMS)
y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación(FAO)
sugieren que para proporcionar un nivel nutritivo razonable a la población mundial, en el año 2000 se requerirá una producción de alimento doble a la obtenida en la actualidad.En estos países en vías de desarrollo muchas son las causas que agravan el problema, entre ellas se pueden mencionar la falta de conocimientos técnicos en muchas áreas de la tecnología y de educación en general, carencias de inversiones, de mano de obra especializada, de obras de infraestructura, y el enfrentamiento a situaciones socioeconómicas especiales, todo ello con un constante aumento en el índice de gravedad motivado por el desorbitado crecimiento de la población.
En ellos el deterioro en la salud, debido a la falta de nutrientes, hace que enfermedades comunes se conviertan en graves problemas y que incluso provoquen defunciones. Una dieta pobre en calorías, proteínas, vitaminas y minerales, afecta el rendimiento en el trabajo y las buenas relaciones humanas.
En la actualidad es común señalar que el lugar donde se encuentra la solución al problema del hambre en el mundo es el océano. Sin embargo, sostener que la pesca puede resolver, por entero, este problema es una afirmación descabellada porque los recursos pesqueros no son ni inconmensurables ni inagotables. Hay, por tanto, un límite a la cantidad que puede extraerse sin dañarlos y la pesca resulta sólo una solución y no la solución.
Pero debe considerarse que la productividad orgánica marina va a desempeñar un papel creciente en la producción de proteínas para proporcionar un nivel nutritivo razonable a la población mundial. Actualmente se capturan 76 millones de toneladas al año de diferentes especies y se ha calculado que, para fines de este siglo, se necesitarán 200 millones de toneladas de productos marinos con el objeto de colaborar en la alimentación de la humanidad.
Algunos especialistas en alimentación creen posible convertir la gran cantidad de organismos que contiene el plancton en comida útil para el hombre. Con esto se podría poner fin al despilfarro que supone que las enormes reservas de proteínas y grasas existentes en el plancton sólo lleguen al hombre a través de uno o varios intermediarios, como los peces y otros animales marinos.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación considera que el plancton puede ser una importante fuente de proteínas en los años venideros, pero señala que el fitoplancton no ofrece buenas perspectivas a pesar de que en el mar hay más plantas que en la tierra. En su mayoría, los organismos vegetales planctónicos son unicelulares y extremadamente pequeños, de modo que es muy limitada la posibilidad de cosecharlos y usarlos como alimento humano, pues habría que manipular enormes volúmenes de agua.
Además, algunos de los individuos que forman el fitoplancton tienen propiedades tóxicas, en especial las peridíneas como Gymnodinium, que ocasiona problemas de respiración en los organismos marinos y puede causarles la muerte, y Gonyaulax catenalla, que produce sustancias venenosas mortales para los seres marinos y para el hombre; cuando abunda en el agua del mar, ésta se ve roja y recibe, como hemos mencionado antes, el nombre de "marea roja"
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Figura 25. Organismos que ocasionan la "marea roja".
Para evitar estas especies del fitoplancton, la recolecta del plancton para la nutrición del hombre se tiene que realizar con redes de mallas anchas, que no se llenen, dejen pasar el fitoplancton y sólo detengan al zooplancton, en especial a los copépodos.
Por lo tanto, la situación es más prometedora en la alimentación humana con plancton animal constituido por organismos de mayor tamaño, y en particular es muy atractiva la posibilidad de usar como alimento a los crustáceos planctónicos conocidos como eufáusidos y copépodos.
Se trata de organismos muy grandes para ser recolectados con relativa facilidad, con la ventaja de que raramente son venenosos o desagradables al paladar, y su caparazón es tan blando que no ofrece mayor problema para el consumo y la digestión; por último, y esto es lo más importante, tienen un alto valor nutritivo: su contenido de proteínas supera el 11%, el de carbohidratos casi llega al 80%, y contienen importantes cantidades de otros elementos nutritivos, como las necesarias vitaminas A y D.
En las latitudes altas del planeta existen grandes cantidades de zooplancton petenecientes a una sola especie, o en ocasiones a varias, lo que facilita su recolección, mientras que en las latitudes tropicales las poblaciones están más mezcladas, de modo que el plancton capturado por las redes tiene mayor variedad de especies, algunas de las cuales son nocivas para el hombre y dificultan el aprovechamiento del zooplancton.
Entre los animales del plancton se pueden distinguir dos grandes grupos de organismos: los gelatinosos, como las medusas, caracterizados por contener una elevada cantidad de agua, más o menos el 95% de su peso, por lo que su valor nutritivo es mínimo; y los no gelatinosos, que sólo tienen un 80% de agua, contando con un elevado contenido de proteínas y la ventaja de que no tienen representantes tóxicos, además de ser agradables al paladar, como por ejemplo, el llamado krill.
Desde la antigñedad numerosas culturas han consumido plancton. Los aztecas, en el Lago de Texcoco del Valle de México, ya utilizaban como alimento al plancton de agua dulce, aprovechando el alga verde azulosa llamada "espirulina"con la que fabrican una especie de pan para acompañar sus alimentos.
Actualmente se realizan estudios para utilizar la espirulina en alimentar directamente al hombre, por considerar que tiene un alto rendimiento proteico, lo cual permitiría complementar la dieta alimenticia a las poblaciones de mínimo ingreso económico.
El hombre puede vivir, por lo menos durante algún tiempo, alimentándose con plancton. El primero en demostrarlo fue el médico francés Alain Bombard, quien en 1952 cruzó el Atlántico desde las Canarias hasta las Antillas en una travesía de 65 días, y se alimentó exclusivamente con organismos planctónicos. Normalmente un hombre no sobreviviría más de 20 días privado de alimento.
Tres años más tarde hicieron la misma demostración un investigador alemán, el doctor Hannes Lindemann, y el biólogo estadunidense doctor Paul B. Burkholder, durante una expedición antártica, donde probaron el sabor de los crustáceos del plancton, encontrándolos tan sabrosos que no dejaron ninguna muestra del que se había recogido para la investigación.
Desde luego, no basta que el plancton sea nutritivo, es necesario tambien que resulte agradable al paladar si se desea popularizarlo como alimento, y que sea de fácil digestión para que el individuo lo aproveche en su totalidad.
Existen opiniones de que es repulsivo y otras de que es digno de la mesa más elegante, pero en general se ha visto que la mayoría de la gente que lo ha consumido lo considera, si no bueno, al menos aceptable; la única objeción es que en grandes cantidades resulta empalagoso ya que causa hastío.
Algunos investigadores sostienen que 100 gramos de plancton en una comida es el máximo que se puede tolerar sin empalagarse, y menos de la mitad de esta cantidad ya da la impresión de que es difícil digerirlo. Esto significa que para hacer apetecible el plancton habrá que combinarlo con otros alimentos y servirlo en pequeñas porciones.
También se ha observado que no tiene un sabor uniforme, sino variable de acuerdo con los organismos que lo componen y que cambia no sólo de una región a otra del océano, incluso lo hace con el correr de las horas en una misma región. El doctor Bombard informó, al término de su viaje, que unas veces el plancton tenían sabor a langosta, otras veces a camarón y otras más a ciertas verduras.
Durante la expedición que se realizó en la balsa Kon-Tiki del Perú a la Polinesia, se hicieron también experimentos sobre consumo del plancton, y se observó que cuando en el recogido abundaban los eufásidos que forman el krill, sabía como pasta de camarones, langosta o cangrejo; si consistía más de huevos y larvas de peces, su sabor recordaba al caviar y a veces a las ostras. Las medusas de aspecto gelatinoso eran amargas y debían desecharse; excepto estos organismos, todos los demás podían comerse crudos o cocidos en agua dulce a modo de sopa.
Su valor alimenticio es, desde luego, equivalente al que tienen los crustáceos grandes y, preparado con gusto y maestría, es un plato de primera calidad para todos los que gusten del marisco. En cuanto a su valor en calorías es un buen testigo la ballena azul que, siendo uno de los seres más grandes del mundo, sólo se alimenta de plancton y satisface sus necesidades energéticas para realizar grandes migraciones.
El zooplancton, en especial el formado por crustáceos, contiene todos los aminoácidos esenciales en la formación de las proteínas para el mantenimiento de los tejidos y los órganos de los seres vivos. El contenido en lípidos o grasas de los animales del plancton es alto, pudiendo llegar en los meses fríos hasta el 30%. El aceite se encuentra presente en grandes proporciones en las poblaciones que viven en el Ártico o en el Antártico, o las que forman el plancton de aguas profundas.
En cuanto a los glúcidos o azúcares, su contenido oscila entre un 20 y 30% y representa, por lo tanto, una fuente de energía importante para que los animales marinos puedan llevar a cabo su metabolismo. En cuanto a las vitaminas del zooplancton, no se conocen bien las cantidades, pero se sabe que proporciona vitamina B12, tiamina y ácido nicotínico del llamado complejo de la vitamina B. La vitamina C ha sido encontrada principalmente en el fitoplancton y la A en el krill, por lo que el plancton representa una fuente de abastecimiento de vitaminas para los animales marinos y para el hombre.
Sin embargo, a pesar de la riqueza nutritiva del plancton, existen una serie de razones que impiden su utilización directa. Para aprovecharlo hay que encontrar métodos de captura apropiados. En el mar existen grandes cantidades de plancton, pero en la mayoría de los casos está demasiado disperso para recogerlo a un costo razonable con la tecnología actual.
Por otro lado, no se puede olvidar que su composición tiene una gran variabilidad: unas veces abunda en un sitio, otras veces hay poco; de pronto está constituido por unas especies, mientras que la próxima vez es totalmente diferente. En otras ocasiones, se encuentran entre el plancton las pequeñas algas tóxicas que producen la muerte masiva de los peces, y que también pueden ser nocivas para el hombre.
En la actualidad el plancton ya se consume en ciertas regiones del planeta, aunque en poca cantidad y se le considera una verdadera delicadeza gastronómica. En el sureste de Asia las pastas de pescado fermentado se preparan con muchas clases de alimentos marinos, incluso crustáceos planctónicos. En China se consume una pasta de eufáusidos, y en la India, Japón y Filipinas se producen también pastas similares.
En principio parece posible que amplios grupos de población humana acepten, sin dificultades, al plancton como alimento, sobre todo en Asia, que es justamente una de las zonas más flageladas por el hambre y la desnutrición.
Por supuesto, sería necesario realizar estudios adicionales sobre la digestibilidad del plancton y la cantidad de energía potencial que puede proporcionar al organismo humano, porque tiene que considerarse que los seres que lo forman presentan estructuras que hacen más difícil su digestión; por ejemplo, los crustáceos tienen el exoesqueleto de quitina, sustancia muy resistente y no digerible por el jugo gástrico humano; el problema no es tan grave para los pequeños copépodos, pero sí para el krill, al que se necesita "pelar" para que el hombre lo aproveche.
Es necesario crear nuevas técnicas y nuevos equipos, así como establecer toda una industria adicional para conservar y empacar el plancton, mezclarlo con otros alimentos, en caso necesario darle una apariencia atractiva que estimule su consumo, y realizar campañas de educación entre la gente con el fin de que lo acepte y lo incorpore a su dieta alimenticia.
Los ingleses y los soviéticos ya están dando los primeros pasos en esta dirección y, por ello, no sería exagerado decir que dentro de 10 o 15 años el plancton será para mucha gente un alimento común como la carne; pero, por el momento, la utilización de éste en la alimentación sólo se ha considerado como una operación complementaria de los métodos que el hombre emplea, sobre todo por el gran esfuerzo que se tiene que realizar para colectarlo. Por ejemplo: para sustituir un pez de 35 centímetros de longitud que contiene 70 gramos de proteínas se necesitan 250 mil copépodos.
El plancton solamente ha sido utilizado por el hombre de manera indirecta, ya que desde tiempos remotos los productos del mar representan un suplemento para sus alimentos terrestres, que han constituido siempre su sustento principal. En los mares, la humanidad se ha limitado, con algunas excepciones, a extraer de los niveles tróficos superiores, más que a manejarlos con bases eficientes que aseguren su explotación.
Como el plancton es el primer eslabón de la cadena de alimentación, es fundamental para que existan los niveles tróficos que el hombre aprovecha, y por esto se han iniciado prácticas de cultivo de él para alimentar a los organismos que pertenecen a estos niveles.
La acuicultura, es decir el cultivo de las especies acuáticas, es otra de las soluciones que se han planteado para resolver la falta de alimentos para la especie humana. En la actualidad se han dominado algunas de las técnicas para lograr el cultivo, a nivel comercial, de organismos marinos comestibles, como por ejemplo el cultivo del ostión por varios países, como Japón, Australia, Estados Unidos, Francia y México, entre otros.
Para realizar el cultivo de estas especies es indispensable el manejo adecuado de las poblaciones del plancton, ya que son el inicio de la trama trófica que permite el incremento de las poblaciones de especies en cultivo. Mientras mejor se dominen las técnicas de su cultivo, será más productivo el de otras especies, y así el hombre aprovechará, aunque de manera indirecta, la productividad del plancton marino.
Al parecer, el mar encierra más provisiones alimenticias que las que se puedan imaginar; quizá nunca se controle la explotación de las especies marinas de igual manera que se hace con las que viven en los continentes, lo cual puede ser afortunado para los organismos marinos y para el hombre mismo.
Con el incremento de la población en lo futuro, los mares pueden ser lo único silvestre y el posible escape que le quede; sin embargo, se ha hecho una destrucción considerable en la vecindad de las grandes ciudades portuarias debido a la contaminación de estas áreas. Si el hombre quiere obtener del mar su alimento, y cada vez en mayor cantidad, debe poner buen cuidado en no echar sus desperdicios en el mar.
La productividad orgánica marina y, en menor grado, la de agua dulce, deberán desempeñar un papel creciente en la producción de proteínas; su aprovechamiento para la alimentación humana implicará algunas de las más importantes investigaciones de los próximos 20 años. En un futuro inmediato la investigación fundamental sobre oceanografía biológica y ecología marina y de agua dulce, relacionada con la productividad acuática, puede proporcionar resultados socioeconómicos más importantes que cualquier otro campo de la investigación científica.
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