VIII. LA VERDAD CIENT�FICA: �DESCUBRIMIENTO O INVENTO?

UNA opini�n muy generalizada sobre el cient�fico es que se trata de un individuo objetivo y racional, due�o y se�or de sus emociones, "fr�o y calculador", disciplinado y hasta un poco asceta, que se ocupa de examinar un sector restringido de la realidad con objeto de descubrir la manera como est� hecha y los mecanismos de su funcionamiento, de lo que podr� derivar leyes o teor�as de aplicaci�n m�s general. Este concepto del investigador cient�fico postula, expl�cita o impl�citamente, la existencia de un mundo exterior cuya realidad es independiente de la del hombre de ciencia que lo examina; en otras palabras, si no hubiera cient�ficos, la realidad seguir�a estando "ah� afuera", tan repleta de hechos maravillosos y de leyes inmutables como siempre. La ciencia resulta ser una mera reproducci�n, imperfecta pero perfectible, del mundo en que vivimos, y por lo tanto depende y se subordina en forma absoluta a su naturaleza y su estructura.

Otra opini�n muy com�n sobre la ciencia es que se trata de una aventura del pensamiento, de un triunfo de la imaginaci�n humana. De acuerdo con esta idea, el cient�fico posee una gran fantas�a, es una especie de poeta de la naturaleza. La investigaci�n de estructuras y/o funciones pertenecientes a la realidad consiste primariamente en inventar los esquemas m�s viables y despu�s obtener la informaci�n necesaria para decidir hasta d�nde la realidad se ajusta a lo estipulado por la imaginaci�n cient�fica. Seg�n este concepto de la ciencia la realidad que conocemos es una mezcla de nuestra imaginaci�n y lo que est� "ah� afuera", aunque esto �ltimo desempe�a un papel secundario, y en muchas ocasiones irrelevante. Es como si la ciencia fuera una estructura creada por el cient�fico en funci�n de la realidad pero casi independiente de ella, como son las obras de muchos artistas, por ejemplo Guernica, de Picasso, que reproduce un episodio hist�rico verdadero pero cuya realizaci�n y hasta su misma existencia son ya aut�nomas de los hechos y de su existencia real.

Las dos opiniones anteriores sobre la ciencia no est�n limitadas al p�blico no cient�fico; con ciertas restricciones y aderezos (no muchos, por cierto) representan la esencia de dos posiciones sostenidas por algunos fil�sofos de la ciencia contempor�neos, los realistas y los popperianos, y adem�s resumen la visi�n que los propios investigadores cient�ficos que se ocupan de los aspectos te�ricos de su actividad profesional (muy pocos, por cierto) tienen de ellas. Desde el punto de vista de sus conceptos sobre la naturaleza de la ciencia, es relativamente f�cil clasificar a los cient�ficos en tres grupos: los que no tienen ning�n concepto te�rico de ellas; los que la entienden como la sucesi�n de una serie de descubrimientos sobre la estructura y funci�n de la naturaleza; y los que la viven como una experiencia creativa, no muy diferente de la creaci�n art�stica. En mi experiencia (conozco personalmente muy bien a varias docenas de cient�ficos mexicanos y extranjeros) el primer grupo contiene la inmensa mayor�a de mis colegas, mientras que los otros dos grupos son minoritarios y adem�s es f�cil identificar en �l a muchos h�bridos, que hoy funcionan como realistas y ma�ana (o tambi�n hoy, pero un poco m�s tarde) se exhiben como popperianos.

Estas l�neas pretenden ser una exposici�n objetiva de la dicotom�a te�rica existente en la ciencia contempor�nea. Naturalmente, se trata de una simplificaci�n; el problema se parece mucho m�s al cl�sico laberinto del Minotauro, al rompecabezas medieval inventado por Umberto Eco, o al delicioso infinito de la biblioteca maravillosa e imposible so�ada por el maestro Borges, que a un "jard�n de los senderos que se bifurcan". Para seguir con la met�fora borgiana, lo que se persigue es lograr una comprensi�n aceptable de la esencia de la actividad cient�fica; el trazo cuidadoso de cada uno de sus conceptos, opciones y alternativas pudiera resultar, al final, en una imagen fiel del cient�fico, con todas sus fealdades, arrugas y lunares, pero tambi�n con sus mejores sue�os, sus intuiciones m�s inspiradas y sus descubrimientos m�s importantes. No ser�a el �ngel de Leonardo, pero tampoco el retrato de Dorian Gray.

La pregunta esencial que debemos intentar responder es, �qu� proporci�n del conocimiento cient�fico actual corresponde realmente a la naturaleza? En otras palabras, lo que queremos saber es si una o m�s de las verdades cient�ficas de hoy son descubrimientos definitivos de lo que est� "ah� afuera", retratos fieles y completos de la realidad, o si la esencia de la verdad cient�fica siempre incluye elementos de incertidumbre, de modificaci�n potencial, de plus ultra. Desde luego, con base en la historia de la ciencia, la respuesta a la pregunta b�sica enunciada arriba es, "una proporci�n muy peque�a". Muy pocos de nuestros conocimientos sobre la naturaleza son definitivos y completos, pero entre los biol�gicos se encuentran la seguridad de la muerte de los organismos sexuados, el mecanismo molecular de la herencia, y la circulaci�n de la sangre. Esto significa que hoy sabemos que no hay ni puede haber (dada la naturaleza y estructura del mundo en que vivimos) organismos sexuados inmortales, mecanismos no moleculares de herencia, o animales vivos con aparato circulatorio en los que la sangre no circule. De modo que s� existe un "ah� afuera", independientemente de nuestra existencia humana sensorial, y s� podemos conocerlo de manera completa, siempre y cuando entendamos que, hist�ricamente, el t�rmino "completo" est� y siempre ha estado sujeto a limitaciones temporales, t�cnicas y conceptuales.

Mi conclusi�n frente a la dicotom�a planteada en el t�tulo de esta nota es que la ciencia es las dos cosas, descubrimiento e invento de la realidad. Yo creo que el mundo externo, el "ah� afuera", realmente existe, pero tambi�n creo que para conocerlo de manera completa estamos obligados a seguir ciertas estrategias, dictadas no s�lo por la realidad misma sino por nuestra naturaleza biol�gica espec�fica como H. sapiens; una de estas reglas es que el camino m�s directo entre el mundo exterior y nuestras ideas de �l es a trav�s de la fantas�a y de la imaginaci�n. En otras palabras, para conocer al mundo, lo primero que debe hacer el cient�fico es inventarlo; pero para saber si su invenci�n es correcta ( o mejor a�n, para saber hasta d�nde equivocada), lo siguiente que debe hacer el cient�fico es compararla con la realidad. A la parte de esta comparaci�n que revela semejanza entre la invenci�n y la realidad se le conoce como descubrimiento cient�fico.

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