XVIII. LOS PRIMEROS PASOS DEL INVESTIGADOR CIENT�FICO

A TRAV�S de los a�os, yo he tenido no una sino varias veces la oportunidad y el privilegio de desempe�ar el papel de Virgilio con algunos j�venes que iniciaron bajo mi tutela su carrera de investigadores. Cada vez que ha ocurrido, la experiencia ha pose�do una magia incre�ble y para m� ha representado la m�xima satisfacci�n de mi vida como profesor universitario. Estas l�neas han sido estimuladas porque en estos d�as el episodio est� volviendo a suceder con tal encanto que ha forzado el recuerdo casi cinematogr�fico de las otras experiencias, facilitando la comparaci�n y permitiendo que surjan semejanzas sugestivas de un patr�n espec�fico.

El primer elemento parece una perogrullada pero est� muy lejos de serlo. Se trata de la presencia simult�nea de los actores en el mismo teatro donde van a desarrollarse los acontecimientos. En otras palabras, se necesita que el profesor y el alumno coincidan tanto en el tiempo como en el espacio, lo que se cumple a la perfecci�n si el alumno se inscribe en el curso que dicta el profesor. En mi caso (soy profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM desde hace 35 a�os) hace muchos a�os eso pod�a hacerse, o sea que los alumnos escog�an a sus profesores en forma individual, de modo que el estudiante participaba en la decisi�n sobre el tipo de carrera que deseaba hacer: si quer�a aprender mucha medicina y llegar a ser un buen m�dico, se inscrib�a con los profesores m�s cumplidos y exigentes (en lo que alguna vez se llam� el "escuadr�n suicida"); en cambio, si prefer�a la pachanga y la vida f�cil, escog�a a los profesores "barcos", de los que nuestra Facultad siempre ha tenido una flotilla de dimensiones respetables.

Cumplido el primer paso (coincidencia espacio-temporal de profesor y alumno) debe darse el segundo, que simplemente se trata de una seducci�n. Aqu� el profesor desempe�a el papel de seductor, lo que no depende ni de lo que dice en clase ni de lo que hace en su laboratorio; depende exclusivamente de lo que el profesor es como cient�fico. El alumno percibe claramente la realidad a trav�s de la cortina de humo que representan las clases de su profesor y a trav�s de la m�scara constituida por su trabajo en el laboratorio. La seducci�n s�lo tiene �xito cuando el alumno decide que su meta en la vida es ser como su profesor es.

La acci�n que sigue a esta decisi�n del alumno puede ser (ha sido) variable: en una ocasi�n form� parte de una reacci�n de grupo, cuando 23 de mis 25 alumnos en un curso me pidieron seguir trabajando en mi laboratorio del Hospital General de la Secretar�a de Salubridad en los ratos libres que les dejaban sus otras clases; en otra ocasi�n un estudiante aislado me pidi� que lo recomendara para trabajar con mi hermano (entonces profesor de cardiolog�a) y yo le propuse que primero pasara un a�o conmigo, lo que acept� y procedi� a transformar en una de las experiencias m�s generosas y productivas que he tenido la fortuna de vivir; en otra ocasi�n m�s, al terminar una clase sobre transplantes de tejidos, uno de mis estudiantes lleg� a mi oficina a decirme que �l estaba interesado en intentar responder una de las preguntas que yo les hab�a presentado como importantes y pendientes de respuesta en ese momento, lo que procedi� a hacer en forma no s�lo brillante sino definitiva, como consta en su carrera cient�fica ulterior.

El amable lector no tiene idea de lo que representa un estudiante nuevo en un laboratorio de investigaci�n cient�fica; alguien no muy caritativo lo caracteriz� alguna vez como un "elefante en una casa de cristal". No sabe en d�nde se guardan las cosas, se tropieza con todo, se le escapan las ratas de sus jaulas, se tarda cuatro horas en hacer algo que deber�a tomarle 30 minutos, se desespera f�cilmente, y cuando llega al momento de realizar el experimento ya es hora de ir a la siguiente clase y deja todo en manos de los dem�s. Pero esa misma tarde o al d�a siguiente regresa con br�os renovados y poco a poco va ganando su sitio y adquiriendo destreza, hasta que un d�a se hace su primera pregunta personal. �ste es el d�a que debe celebrarse como el de su nacimiento a la comunidad cient�fica; generalmente la pregunta que el estudiante se hace no es muy buena, sea porque no es nueva (�l no lo sabe) o porque no puede contestarse con los m�todos que propone, o porque se aleja demasiado de la l�nea de investigaci�n que est� siguiendo. Nada de eso importa. Si el profesor conoce su oficio sabe que en ese momento lo mejor que puede hacer es no estorbar; hay que estimular al estudiante a que medite sobre su idea, la pula y le d� vueltas, la critique sin compasi�n y si al final todav�a queda algo, que la ponga a prueba experimentalmente. Y hay que apoyarlo moralmente cuando, como ocurre con frecuencia, los resultados son un fracaso completo de la idea.

Mi nuevo estudiante se quem� las c�rneas con luz ultravioleta en su segundo d�a en el laboratorio y el oftalm�logo le vend� los ojos por unos cuantos d�as, mientras desaparec�a la queratitis act�nica. Me ha dicho que reanudar� sus trabajos despu�s del pr�ximo fin de semana. Lo estaremos esperando con simpat�a y paciencia para ayudarle a que siga dando sus primeros pasos como investigador cient�fico.

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