V. LOS ESTRAGOS DE LAS AMIBAS

LA DISTRIBUCI�N de la infecci�n luminal con E. histolytica estimada por la presencia de quistes en las heces, es cosmopolita. Esas infecciones asintom�ticas pueden encontrarse en proporci�n que var�a del 5% a m�s del 50% de una poblaci�n determinada. Se ha calculado que, en 1981, 480 millones de seres humanos tuvieron infecci�n intestinal por E. histolytica.

LA AMIBIASIS EN EL MUNDO

De la enorme poblaci�n de individuos que presentan infecci�n intestinal, solamente un peque�o porcentaje desarrolla amibiasis invasora, manifestada generalmente por disenter�a o absceso hep�tico. Las encuestas serol�gicas en busca de anticuerpos antiamibianos, empleados para medir la proporci�n de la poblaci�n con enfermedad invasora presente o pasada, sugieren que aproximadamente un d�cimo del total de personas infectadas, esto es, alrededor de 48 millones, presentan anualmente s�ntomas de amibiasis invasora, sobre todo de disenter�a amibiana. A su vez, la disenter�a producida por amibas es 5 a 50 veces m�s frecuente que el absceso hep�tico.

La amibiasis invasora es un importante problema m�dico y social en China, M�xico, la porci�n oriental de Am�rica del Sur, el sudeste y el Oeste de �frica, y en todo el sudeste de Asia, incluyendo el subcontinente indio. En estas regiones, las condiciones sanitarias inadecuadas y la presencia de cepas virulentas de amibas se combinan para sostener una incidencia elevada de amibiasis intestinal y de absceso hep�tico amibiano.

Las formas potencialmente mortales de amibiasis invasora son fundamentalmente el absceso hep�tico y la colitis fulminante; del 2 al 10% de las personas con absceso hep�tico mueren; en cambio, la mortalidad por colitis amibiana grave es hasta del 70%. Es probable que la amibiasis invasora produzca anualmente entre 40 000 y 110 000 muertes en el mundo. Por ello, la amibiasis ocupa, a nivel mundial, el tercer lugar como causa de muerte en la lista de las principales enfermedades parasitarias, despu�s del paludismo y la esquistosomiasis.

LA AMIBIASIS Y LA POL�TICA

Vale la pena hacer un breve par�ntesis para relatar c�mo, a pesar de la importancia de esta enfermedad, expresada por el elevado n�mero de individuos infectados, la considerable incidencia de personas con s�ntomas de amibiasis invasora y la alta mortalidad del padecimiento, las agencias internacionales de salud ignoraron a la amibiasis durante varias d�cadas. Ni la Organizaci�n Mundial de la Salud (OMS), ni la Oficina Sanitaria Panamericana mostraron, a lo largo de mucho tiempo, inter�s alguno no digamos en definir medidas de control o estimular la investigaci�n sobre la amibiasis, ni siquiera fomentaron estudios para el mejor conocimiento de la magnitud del problema que representa esa infecci�n en ciertos pa�ses en desarrollo. Esa falta de inter�s qued� claramente expresada cuando el Programa Especial de Entrenamiento e Investigaci�n en Enfermedades Tropicales de la OMS defini� seis prioridades, de las que qued� excluida la amibiasis. Ello origin� un retraso considerable en el conocimiento del padecimiento, puesto que otras agencias internacionales, fundaciones privadas y gobiernos de pa�ses involucrados no consideraron necesario estudiar un padecimiento que la OMS hab�a declarado, as� fuera s�lo por eliminaci�n, como no prioritario.

Las razones que explican este desinter�s oficial no son del todo claras pero, al parecer, influy� en buena medida que, para el tratamiento de las formas invasoras de la amibiasis se cuente con una droga eficaz y relativamente inocua, el metronidazol. Sin embargo, la pr�ctica ha mostrado que un medicamento �til en el arsenal m�dico no constituye en s� una medida de control definitiva. El Centro de Estudios sobre Amibiasis de M�xico present� hace varios a�os un documento a la OMS en el que ped�a se reconsiderara la falta de inter�s de esa organizaci�n en relaci�n a la amibiasis. Nada ocurri� durante varios a�os. Sin embargo, muy recientemente, en 1984, la OMS decidi� modificar esa actitud indiferente y reuni� a un grupo de investigadores interesados en la infecci�n, entre los que se cont� al que esto relata, para revisar el estado actual de la amibiasis y recomendar medidas de prevenci�n. Del trabajo de ese comit� ha surgido un documento, titulado "La amibiasis y su control", publicado en 1985 en el Bolet�n de la OMS. Adem�s, esa organizaci�n ha incluido a la amibiasis dentro del programa de control de las enfermedades diarreicas y ha iniciado el financiamiento de estudios sobre el padecimiento. Dicho reconocimiento ha sido una de las contribuciones importantes, aunque poco conocidas, del Centro de Estudios sobre Amibiasis. De no haber sido por la insistencia de los m�dicos mexicanos, encabezados por el doctor Bernardo Sep�veda, la amibiasis, para fines de las organizaciones de salud internacionales, seguir�a siendo "la Cenicienta" de las enfermedades parasitarias.

LOS COSTOS SOCIALES

Adem�s de ser una enfermedad potencialmente letal, la amibiasis invasora tiene consecuencias econ�micas y sociales de importancia. El absceso hep�tico amibiano frecuentemente ocurre en varones adultos durante la �poca de mayor productividad econ�mica y puede requerir varias semanas de hospitalizaci�n y varios meses para lograr la recuperaci�n total. Onofre Mu�oz ha calculado los gastos por hospitalizaci�n y ausentismo producidos por el padecimiento en nuestro medio; �stos llegan a constituir un porcentaje considerable de los recursos de las instituciones de salud. Existe, adem�s, la posibilidad no comprobada de que la infecci�n aumente en frecuencia como resultado de la migraci�n de poblaciones rurales a zonas urbanas carentes de servicios, donde los individuos est�n constantemente expuestos a la contaminaci�n fecal. Por otro lado, en los pa�ses desarrollados, a pesar de que el n�mero de casos de amibiasis invasora es reducido, es importante tener en cuenta al padecimiento ya que en varias ocasiones la falta de capacidad para identificar un caso de amibiasis invasora ha resultado en la muerte del paciente, por ejemplo, en casos de amibiasis intestinal tratados err�neamente como colitis ulcerosa. Adem�s, pueden encontrarse elevados �ndices de infecci�n entre ciertos grupos de inmigrantes y ocurrir brotes epid�micos en instituciones cerradas como escuelas, cuarteles u hospitales para enfermos mentales. Por otro lado, la elevada incidencia de amibiasis luminal entre los homosexuales de algunas ciudades norteamericanas ha llegado en a�os recientes a alcanzar niveles hiperend�micos.

Vale la pena destacar, adem�s de estas consideraciones, que existen muy pocos padecimientos en la pr�ctica m�dica que respondan tan dram�ticamente al tratamiento adecuado y que, sin embargo, si dejan de ser reconocidos y tratados adecuadamente, pueden producir estragos y mortalidad tan considerable como la amibiasis.

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