II. EL FIEL COMPA�ERO DEL HOMBRE

CUANDO alguien escucha esta frase de inmediato la relaciona con un hermoso e inteligente animal, el perro, el que efectivamente tiene bien ganada la fama de ser el mejor amigo del hombre. Pero casi nadie sabe de la existencia de otro animal, de dimensiones much�simo m�s peque�as, que ha estado asociado a la especie humana y sus antepasados desde hace millones de a�os y en un contacto mucho m�s �ntimo. Nos referimos al �caro que los cient�ficos conocen con el nombre de Demodex folliculorum (Simon). Este �caro vive entre los poros de la cara, se alimenta del material secretado por las gl�ndulas seb�ceas, asociadas a los fol�culos pilosos. Ha acompa�ado al hombre a lo largo de toda su evoluci�n, mucho antes de que pudiera considerarse como Homo sapiens. La convivencia de estas dos especies ha durado tanto que, a pesar de comportarse el Demodex como par�sito, viviendo a expensas de su hu�sped, no causa ya ninguna molestia a �ste, salvo en casos especiales en que se presenta una infecci�n secundaria por bacterias, o cuando invade los fol�culos de las pesta�as. En este �ltimo caso, puede originar gran irritaci�n a los ojos, provocar la ca�da de las pesta�as y constituir un problema serio, de dif�cil tratamiento. Pero normalmente, los �caros se distribuyen en toda la cara, sobre todo en la nariz, p�mulos, barba, frente y p�rpados. Se encuentran en 20% de los adolescentes y en 100% de las personas adultas, cuyo cutis grasoso de poros abiertos y puntos negros es caracter�stico. A pesar de esto, la mayor parte de los humanos no saben y ni siquiera se dan cuenta que en su rostro albergan cientos de estos microorganismos; ninguno de ellos muestra s�ntomas de alg�n padecimiento; por el contrario, pueden verse sanos y fuertes y dado que estos �caros estimulan la actividad de las gl�ndulas seb�ceas, esto l�gicamente favorece la constituci�n grasosa de la piel de las personas mayores, retardando la formaci�n de arrugas, de tan pronta aparici�n en las personas con cutis reseco y que, por lo mismo, est�n libres de Demodex. Por esta raz�n, algunas personas han llegado a considerar ben�fica la presencia de este �caro en la cara de los humanos.

El acn�, tan conocido entre la poblaci�n de los j�venes, es de naturaleza completamente distinta y nada tiene que ver con el Demodex, aunque ambos pueden coincidir en un mismo individuo; sin embargo, en la especie humana, por lo menos, el �caro prefiere estar alejado de las supuraciones y se desarrolla mejor en individuos con piel sana. En el caso de otros mam�feros, la situaci�n es distinta, como se ver� m�s adelante.

Estos �caros son tan peque�os que no se ven a simple vista; pueden medir desde 100 micrones en sus estados juveniles, hasta 400 micrones en su etapa adulta. Su cuerpo es alargado y estrecho, como el de un peque�o gusano, cubierta su piel con finas estriaciones transversales. Como todos los �caros, las larvas poseen tan s�lo tres pares de patas, a diferencia de las ninfas y los adultos que presentan cuatro pares de patas, sumamente cortas y anchas; sus artejos se ven como arrugas, y cada pata termina en un par de u�as cortas. Sus quel�ceros son como peque�os estiletes o cuchillitos delgados, por medio de los cuales cortan las membranas de las c�lulas epiteliales que revisten los fol�culos, aliment�ndose de su contenido, as� como del de las gl�ndulas seb�ceas; �sto lo van desintegrando por medio de enzimas digestivas contenidas en su saliva. La abertura genital de la hembra se halla en el vientre, por detr�s del cuarto par de patas; en cambio, el macho presenta el �rgano copulador o pene en posici�n dorsal y dirigido hacia delante, de manera que cuando estos �caros copulan, el vientre de la hembra tiene que quedar sobre el dorso del macho.

Su aspecto general, tan diferente al de los dem�s �caros, es el resultado de una adaptaci�n a la vida prolongada en lugares muy estrechos, como son los fol�culos. Su diminuto tama�o permite que en cada fol�culo puedan habitar desde uno hasta varios individuos en sus diferentes estadios; estos �caros tienen generalmente la boca dirigida hacia dentro de la piel. Los huevos, larvas y algunas hembras por regla general se localizan en el conducto piloso-seb�ceo o en las gl�ndulas seb�ceas, mientras que las ninfas y los dem�s adultos se sit�an cerca de la abertura del fol�culo. En estos sitios se alimentan, se reproducen y llevan a cabo todas sus funciones, yendo de vez en cuando al exterior, sobre todo la hembra ya fecundada; �stos son los momentos propicios para infestar a nuevos hu�spedes. Pasan de una persona a otra, cuando �stas ponen en contacto la piel de sus caras; el beso en la mejilla, tan frecuente en nuestros d�as entre familiares y amigos, es el mejor mecanismo de infestaci�n.

Hasta no hace mucho se supon�a que en el hombre nada m�s exist�a una sola especie, la mencionada Demodex folliculorum; sin embargo, ahora se sabe que puede haber otra, la Demodex brevis Akbulatova, con los mismos h�bitos, aunque esta �ltima parece preferir las gl�ndulas seb�ceas m�s que los fol�culos pilosos.

Mientras este �caro, caracter�stico del hombre, se ha vuelto pr�cticamente inofensivo para su hu�sped que, por el largo tiempo transcurrido ya no reacciona ante su presencia (inmunol�gicamente hablando), las dem�s especies de Demodex que atacan a los diferentes mam�feros dom�sticos y algunos silvestres, son sumamente da�inas y en ocasiones de consecuencias fatales, sobre todo en el caso del perro. En estos animales los �caros provocan la ca�da del pelo, primero cerca de los ojos, p�rpados y parte inferior de las patas anteriores. Pronto se acent�a esta ca�da del pelo, la piel se enrojece y en la cara aparecen peque�as p�pulas. Con el correr del tiempo, esto se generaliza por todo el cuerpo, acompa��ndose de pus sanguinolenta. El n�mero de individuos es tan grande que pueden encontrarse hasta 200 �caros en cada fol�culo; con frecuencia llegan a atravesar la piel, e invaden �rganos internos y n�dulos linf�ticos; como el animal se rasca desesperadamente, esto favorece la invasi�n de bacterias pi�genas, complic�ndose el cuadro con infecciones secundarias que pueden provocar situaciones dram�ticas de los animales. Esto es lo que se conoce en medicina veterinaria como sarna demod�cica o sarna folicular. Las especies que la originan en los distintos animales son las siguientes: D. caprae (Railliet) en la cabra, D. canis ovis (Railliet) en la oveja, D. equi (Railliet) en el caballo, D. cuniculi Pfeiffer en el conejo, D. bovis Stiles en el ganado bovino, D. cati Megnin en el gato, D. phylloides Csokor en el cerdo, entre otras.



Figura 2. �caros par�sitos de la piel del hombre. (a) Demodex folliculorum Simon, de los poros de la cara. (b) Sarcoptes scabiei (L.) agente causal de la sarna humana.

Por iron�as del destino, la m�s grave de estas sarnas animales, causada por D. canis Leydig, es la que se presenta en el perro, el otro fiel compa�ero del hombre.

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