V. M�RAME Y NO ME TOQUES

POR la f�sica sabemos que una estructura o substancia tiene color porque refleja alguno(s) de los rayos o colores (absorbiendo los dem�s) componentes de la luz blanca y que forman parte del espectro visible para el hombre. La banda continua de colores, rojo, anaranjado, amarillo, verde, verde-azul, azul y violeta, que constituyen dicho espectro, comprenden longitudes de onda que van desde los 8 000 angstroms (rojo), con menor refracci�n, hasta los 3 800 angstroms (violeta) con mayor refracci�n. Sin embargo, esto no es m�s que una peque�a parte del total del espectro electromagn�tico, que se contin�a a uno y otro lado, con radiaciones de longitud de onda m�s larga, como las infrarrojas, las de radio, etc., y de longitud de onda m�s corta, como las ultravioletas, las c�smicas, etc., ninguna de las cuales es ya visible para el ojo humano.

Pero en los animales la situaci�n puede ser diferente con respecto a sus propiedades visuales. En t�rminos generales, puede decirse que los animales que ostentan colores fuertes y brillantes, en algunas o todas las estructuras de su cuerpo, como muchas aves, reptiles, peces, insectos y algunas ara�as, son capaces de distinguir los colores, habiendo desde luego excepciones, como se ver� m�s adelante. En cambio, animales cuyo cuerpo muestra colores opacos, obscuros y poco llamativos, generalmente no poseen visi�n en color; tal es el caso de la mayor parte de los mam�feros que, con excepci�n del hombre, tienen tan s�lo una visi�n muy limitada de los colores o no los ven. La creencia difundida de que el toro se enfurece con el rojo del capote no es verdad; lo que le llama la atenci�n es el movimiento del mismo. El hombre, por su parte, a cambio de no tener tan bien desarrollados algunos �rganos de los sentidos (o�do, olfato) como la mayor parte de los animales superiores, es capaz de distinguir toda una serie de colores crom�ticos. Sus propios colores son igualmente opacos y poco llamativos como en la mayor�a de los dem�s mam�feros, pero esta falta de brillo la han suplido f�cilmente utilizando colores m�s vivos para vestirse y para maquillarse.

Por lo que se refiere a los artr�podos, existen numerosos estudios relacionados con el tema; son cl�sicos, por ejemplo los experimentos llevados a cabo en 1914 por el investigador alem�n Karl von Frisch, para demostrar que ciertos insectos son capaces de distinguir los colores; para estos ensayos utiliz� como sujetos de experimentaci�n a las abejas principalmente. Dicho autor pudo comprobar que estos insectos tienen un sentido de color especialmente desarrollado, siendo capaces de diferenciar tres colores complementarios entre varias intensidades de gris: el amarillo, el verde-azul y el azul. Por lo tanto, el espectro visible para las abejas, comparado con el del hombre, tiende hacia las radiaciones de longitud de onda corta; el rojo no pueden verlo y f�cilmente lo confunden con el negro; en cambio, el ultravioleta, que el hombre no es capaz de distinguir, ellas lo ven como un color. Son mucho menos sensibles en el �rea de los amarillos, pero despu�s de entrenarlas durante tres o cuatro horas pueden llegar a diferenciar el amarillo, el anaranjado y el verde.

Algunas personas se preguntan por qu� las abejas visitan las flores rojas si son ciegas a este color. La explicaci�n de esto es que casi nunca se presenta s�lo el color rojo en las flores; las amapolas, por ejemplo, que atraen de manera especial a estos insectos, tienen tambi�n algo de azul en su composici�n, pero lo m�s importante es que reflejan los rayos ultravioleta, perfectamente visibles para las abejas; en este caso, es probable que dichas radiaciones constituyan el principal elemento de atracci�n para ellas.

Estas caracter�sticas visuales no pueden generalizarse para todos los artr�podos, ni siquiera para todos los insectos, pues existen muchas variantes; algunas mariposas, por ejemplo, s� son capaces de distinguir el rojo; otras, en cambio, son ciegas a los colores. Una particularidad muy importante de muchos de estos animales, y que tambi�n fue comprobada por el doctor Von Frisch, es que son sensibles a la luz polarizada; gracias a esto, son capaces de orientarse perfectamente, aun en los d�as nublados, con poca luz.

Actualmente se sabe con certeza que no todos los animales tienen la capacidad de poder distinguir los colores; hay muchos que poseen una magn�fica visi�n, pero todo lo ven en blanco y negro o en tonos de gris; hay otros que tan s�lo distinguen el bulto de los objetos; otros m�s, �nicamente pueden percibir los cambios de intensidad de la luz, y por �ltimo, los que son totalmente ciegos. Todos ellos, sin embargo, han logrado superar estas deficiencias durante su evoluci�n desarrollando mejor otros �rganos de los sentidos, como o�do, olfato y tacto, lo que les permite no s�lo defenderse de sus enemigos naturales sino tambi�n encontrar su camino, su alimento y sus compa�eros sexuales, logrando adaptarse a las condiciones y cambios de su medio sin mayores dificultades. La mejor prueba de todo ello es que han logrado sobrevivir a trav�s de millones de a�os, hasta nuestros d�as.

Ahora bien �qu� provecho han sacado los animales que tienen la capacidad de distinguir los colores? Esta habilidad puede tener un importante significado biol�gico, �ntimamente ligado a muchas de sus actividades diarias; pero todo esto depender�, a su vez, de la especie involucrada, del medio en que se encuentre, de las necesidades y comportamiento de los individuos, etc. En t�rminos generales, esta habilidad puede estar relacionada con:

1) La alimentaci�n. Tal es el caso antes se�alado de las abejas y otros insectos que se nutren del n�ctar y polen de las flores, a las cuales son atra�dos principalmente por el color.

Asimismo, muchas especies depredadoras pueden localizar sus presas por sus colores, como sucede con muchas mariposas, mayates y otros insectos, que son cazados por diversas aves y reptiles.

Una situaci�n diferente, aunque el objetivo es el mismo, es la que sucede con ciertas ara�as de la familia Thomisidae, que tienen la propiedad de poder cambiar de color y adoptar la misma coloraci�n de las flores, donde com�nmente se encuentran; en esta forma cr�ptica disimulan su presencia all�, confundi�ndose con la flor; as� permanecen quietas, sin moverse en lo m�nimo, esperando la llegada de un insecto consumidor de polen o n�ctar para atraparlo y com�rselo.

2) El atractivo sexual. Son bien conocidos los hermosos colores que ornamentan las plumas de muchas aves, las escamas de las alas de numerosas mariposas y una enorme variedad de otras estructuras de una gran cantidad de animales; esto es sobre todo notable en los machos de varias especies que, durante la �poca de la reproducci�n, hacen gala de estos colores frente a las hembras, con el fin de atraerlas y excitarlas sexualmente. El pavo real, por ejemplo, es famoso por la marcada ostentaci�n que hace de su larga y fina cola adornada de brillantes colores, que sacude y abre como abanico para llamar la atenci�n de la hembra, que a su vez es bastante insignificante y de matices m�s opacos. El cortejo, por parte de los machos, var�a en las diferentes especies animales, pero los que presentan colores llamativos aprovechan esta cualidad para hacerse notar por el sexo contrario.

3) La defensa o protecci�n del organismo. El mismo fen�meno biol�gico de poder cambiar de color, imitando la coloraci�n y aspecto del medio, puede tener otra finalidad que la de la alimentaci�n, como en el caso antes se�alado de las ara�as; puede tambi�n ser utilizado como protecci�n, para pasar inadvertidos frente a sus enemigos naturales, como sucede con ciertos crust�ceos que adoptan la coloraci�n del fondo, confundi�ndose con �l pasando inadvertidos por sus depredadores. A este fen�meno se le conoce con el nombre de mimetismo (de mimo o imitador), trat�ndose en este caso de un mimetismo cr�ptico (que se oculta).

Otra forma de protecci�n, ya no del individuo sino de la poblaci�n, es el que se presenta en algunas especies de artr�podos, principalmente insectos y algunos �caros. En estos casos, los animales han llegado a desarrollar medios propios de defensa muy efectivos, como puede ser la secreci�n de una substancia t�xica o de sabor repugnante para sus depredadores. Este mal sabor o toxicidad de las presas pueden tambi�n adquirirlo a trav�s de la alimentaci�n, al ingerir ciertas plantas que contienen alcaloides o compuestos de sabor desagradable para los depredadores, pero no para ellos. Cuando un depredador trata de comerse a alguno de estos ejemplares, generalmente lo escupe de inmediato al percibir el mal sabor; si llega a ingerirlo, puede suceder que pase por una serie de malestares tales que dif�cilmente olvide esta desagradable experiencia; en esta forma aprende a reconocer a dichos organismos nada apetitosos, respet�ndolos en el futuro.

En numerosas ocasiones sucede que estas especies de mal sabor poseen colores llamativos, que los hacen f�cilmente visibles, pero cuya notoriedad en estos casos funciona como llamada o se�al de atenci�n para los depredadores que, despu�s de haber aprendido la lecci�n, los evitan en lo posible. En esta forma, el sacrificio de unos cuantos individuos salva a la mayor�a o al resto de la poblaci�n.

Esta circunstancia ha sido aprovechada por especies completamente distintas a las anteriores, pero que tienen los mismos depredadores, desarrollando un mecanismo de defensa consistente en imitar no s�lo la coloraci�n sino tambi�n la forma y el comportamiento de la especie de sabor desagradable; de esta manera, la especie que s� es comestible se encubre con la otra, protegi�ndose de sus depredadores comunes, que no son capaces de distinguirlas. A este fen�meno, que es sobre todo frecuente entre las mariposas, se le llama mimetismo batesiano, en honor a su descubridor, el investigador ingl�s Henry W. Bates. Los cient�ficos se�alan a la especie de mal sabor como el modelo, y a la especie comestible como la imitadora o mim�tica.

Con esto se ha tratado de relatar en forma breve uno de los m�s interesantes fen�menos biol�gicos que existen en la naturaleza y que era necesario explicar someramente para poder entender lo que sucede con los �caros. Debe, sin embargo, aclararse que, aparte de �ste, existen otros muchos tipos de mimetismo, camuflaje y mecanismos de defensa y protecci�n, que los seres vivos han desarrollado durante su evoluci�n.

Por lo que respecta a los �caros, el sentido de la visi�n en general es muy deficiente. Gran parte de ellos son completamente ciegos, sin ojos; no obstante esto, muchos responden a los cambios de intensidad luminosa gracias a ciertas �reas delgadas y transparentes que se encuentran en la superficie dorsal de su cuerpo. Otros reaccionan de igual manera mediante manchas oculares pigmentadas. Finalmente, hay un buen n�mero de especies con ojos, pero �stos son peque�os y sencillos, con unas cuantas c�lulas retineanas; pueden tener hasta seis ojos, tres de cada lado en la parte antero-dorsal de su cuerpo, pero la mayor parte poseen de dos a cuatro. Los mejor desarrollados se encuentran en el grupo de los prostigmados superiores, tanto terrestres como acu�ticos; estos �ltimos suelen tener adem�s un ojo medio dorsal, imperfecto, que se considera reminiscencia de sus antepasados. Es probable que s�lo algunos de estos ojos lleguen a formar im�genes y a ver ciertos colores en forma deficiente; la mayor parte se concreta a detectar los grados de intensidad de la luz.

En lo referente al color del cuerpo de los �caros, en general es poco o nada llamativo; muchos son ligeramente blanquecinos o transparentes, y los �rganos internos se pueden distinguir a trav�s del tegumento; as�, los que se nutren de plantas verdes adquieren este color por el alimento ingerido, y los �caros par�sitos, que chupan sangre, tendr�n un color rojizo. Otros reflejan diferentes tonalidades de amarillo o caf�, lo que depender� del grosor de la capa de pigmento que exista en el interior de su cut�cula. Los m�s primitivos, que pertenecen a la familia de los opilioc�ridos, muestran tonalidades de amarillo con manchas viol�ceas. Las garrapatas, por su parte, tienen en general un color que var�a del caf� al ocre rojizo, pero algunas especies poseen ornamentaciones notables, nacaradas o plateadas, en las placas dorsales que protegen su cuerpo. Casualmente, los que presentan los colores m�s llamativos son los �caros que tienen mejor desarrollados los �rganos de la vista, como son los prostigmados superiores terrestres, que muestran coloraciones en anaranjado o rojo intenso, y los �caros dulceacu�colas, en rojo, amarillo, verde y azul.

Un caso particular lo forman algunas especies de la familia Trombidiidae, que no s�lo tienen un aspecto aterciopelado de color rojo intenso, sino que, adem�s, son de un tama�o exageradamente grande (1 cm o un poco m�s) para �caros que no sean garrapatas. Una de estas especies es Dinothrombium dugesi (Trouessart), muy com�n en ciertas regiones secas y c�lidas del Oeste de M�xico; frecuentemente se le encuentra caminando sobre el suelo o las rocas, en los d�as claros y soleados. Estos ejemplares son tan notorios por su vivo color y su gran tama�o que se les considerar�a f�cil presa para sus depredadores; sin embargo, si a estos �caros se les mantiene en observaci�n durante largo rato, se podr� comprobar que rara vez son atacados por sus enemigos naturales, como pueden ser algunas especies de aves y de reptiles; cuando esto llega a suceder, en la mayor parte de los casos son expulsados de nuevo y violentamente por su depredador. Se nota con claridad que se trata de una especie de sabor repulsivo y el significado biol�gico de su aspecto llamativo se interpreta como una se�al de advertencia para sus posibles depredadores. La experiencia de probarlos o de ingerirlos es tan desagradable que sus enemigos pronto aprenden a mirarlos pero a no tocarlos. Es posible que en el mismo h�bitat existan especies imitadoras de este modelo con el fin de protegerse de sus depredadores comunes, pero hasta el momento esto no ha podido comprobarse.

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