VIII. LA INICIATIVA DE DEFENSA ESTRAT�GICA, O "GUERRA DE LAS GALAXIAS"

EL D�A 23 de marzo de 1983, el presidente Ronald Reagan anunci� en un discurso televisado su intenci�n de promover el desarrollo de un sistema defensivo contra las actuales armas nucleares de modo de volverlas "impotentes y obsoletas". Actualmente, la Iniciativa de Defensa Estrat�gica (SDI) es un programa de investigaci�n cuyo objetivo es estudiar los posibles mecanismos para inutilizar los misiles sovi�ticos que sean lanzados contra los Estados Unidos. Se investiga el dise�o y la construcci�n de armas totalmente desconocidas e inimaginadas, basadas en haces intensos de rayos l�ser, proyectiles a gran velocidad o haces de part�culas subat�micas dirigidas contra los misiles y las cabezas nucleares sovi�ticas durante el vuelo entre la URSS y los Estados Unidos. Estas armas defensivas deber�an ser capaces de inutilizar el artefacto atacante en alg�n punto de su trayectoria desde que es lanzado y asciende a la alta atm�sfera hasta que se vuelve a sumergir para dar en el blanco. Las nuevas armas estar�an instaladas en el espacio sobre cientos de plataformas especiales, o ser�an lanzadas al espacio al menor indicio de que se inicia un ataque, o permanecer�an sobre la superficie para disparar contra las bombas que se aproximen.

El anuncio presidencial, adem�s de traer consigo un aumento en el presupuesto para la investigaci�n de sistemas defensivos que ya se realizaba desde hacia unos 10 a�os en los Estados Unidos, implica un cambio fundamental en la pol�tica armamentista. Hasta la fecha, la pol�tica nuclear de las grandes potencias ha estado fundada en el concepto de la disuasi�n (deterrence). La disuasi�n es un mecanismo para impedir que otra naci�n adopte ciertas medidas teniendo como base la capacidad ofensiva y la amenaza de una represalia si fuera atacado. El gran tama�o de los arsenales actuales se ha justificado pretendiendo asegurar una respuesta efectiva y destructora aun en el caso de recibir un primer ataque. Si la SDI resultase posible desde puntos de vista t�cnicos, econ�micos y pol�ticos, la estrategia nuclear pasar�a entonces a depender tambi�n de la capacidad defensiva y la seguridad que dar�a la proteccion.

La historia de un sistema defensivo contra misiles sovi�ticos parece haberse iniciado hace unos 20 a�os y estar �ntimamente ligada a la persona de Ronald Reagan. En 1967, reci�n elegido como gobernador del estado de California, visit� el Laboratorio Nacional de Livermore, fundado 15 a�os antes por el doctor Edward Teller. Este laboratorio ostenta el liderazgo en la investigaci�n estadounidense con fines b�licos. Seg�n recuerda el propio Teller, en su visita Reagan comprendi� claramente la tecnolog�a que se desarrollaba entonces. Durante la campa�a presidencial de 1980, la plataforma del Partido Republicano pidi� la investigaci�n y la creaci�n de un sistema efectivo contra los misiles bal�sticos, paralelamente a la superioridad militar y tecnol�gica absoluta sobre la Uni�n Sovi�tica. Al comenzar su primer periodo de gobierno, Reagan consult� a varios cient�ficos y expertos sobre la posibilidad de un sistema de defensa con base en el espacio. Entre los m�s entusiastas con la idea se encontraba Teller, quien cre�a haber encontrado el modo de terminar con la estrategia de "Destrucci�n Mutua Asegurada" (MAD) que hab�a dominado la pol�tica armamentista hasta entonces. E. Teller y un grupo de cient�ficos, industriales, militares y ejecutivos aeroespaciales se entrevistaron con Reagan tres veces durante 1982 y los primeros dos meses de 1983. La primera reuni�n, en enero de 1982, dur� una hora en vez de los 15 minutos programados. Seg�n una fuente familiar con la entrevista, Reagan se interes� mucho en la posible utilizaci�n de rayos l�ser para destruir misiles y aviones. El Presidente recibi� en septiembre del mismo a�o a Edward Teller, en privado. Analistas pol�ticos estadounidenses opinan que los gestores directos del discurso del 23 de marzo de 1983 fueron el doctor G. A. Keyworth, entonces asesor presidencial para Ciencia, quien hab�a sido recomendado para el cargo por E. Teller, Robert C. McFarlane, futuro asesor nacional de Seguridad, y el propio Reagan. A los pocos d�as del discurso, Teller escribi� un art�culo para The New York Times felicitando al Presidente y pocos meses despu�s envi� una carta a Reagan expresando que "al convertir bombas de hidr�geno en formas hasta ahora sin precedentes, y luego dirigiendo �stas de modo altamente efectivo contra blancos enemigos; se terminar� con la era de MAD y comenzar� un periodo de supervivencia asegurada en t�rminos favorables para la alianza occidental".

Las nuevas armas a las que Teller se refer�a son conocidas como armas de "tercera generaci�n", integrando la primera las bombas de fisi�n, y la segunda las de hidr�geno.

Es interesante recordar en este punto lo que presidentes estadounidenses anteriores opinaron sobre sistemas defensivos. Lyndon Johnson, en 1967, intent� convencer al premier sovi�tico Aleksei Kosygin de que la instalaci�n de sistemas de defensa antimisiles pondr�a en peligro la estabilidad de la carrera armamentista, ya que cada lado intentar�a producir m�s armas ofensivas para asegurar su capacidad de respuesta. Esto ocurri� durante una de las reuniones "en la cumbre" que fueron parte de las conversaciones SALT I, referidas en el cap�tulo IV. Richard Nixon, a quien correspondi� firmar el tratado ABM que sigui� a las SALT I, declaraba en 1969 que "aun el sistema m�s completo que hemos considerado, uno dise�ado para proteger nuestras ciudades principales, no podr�a evitar un nivel catastr�fico de v�ctimas estadounidenses en caso de un ataque sovi�tico total y deliberado. Al oponente, [el sistema defensivo] podr�a parecerle como el preludio de una estrategia ofensiva amenazando la disuasi�n sovi�tica". En los 15 a�os transcurridos entre estas opiniones y el discurso de Reagan, �se ha alcanzado alguna nueva tecnolog�a que justifique el proyecto lanzado por el actual Presidente? En opini�n de muchos, y tal como se expone al final de este cap�tulo, la respuesta es un no rotundo.

Se lee en la prensa que un hecho determinante para el lanzamiento del plan de defensa estrat�gica lo constituy�, en noviembre de 1980, el primer ensayo de un nuevo tipo de artefacto. Seg�n un art�culo de la revista Aviation Week and Space Technology, en el terreno de pruebas nucleares de Nevada se logr� que una bomba nuclear produjera, durante la explosi�n, poderosos haces de rayos X. Hay quienes aseguran que si la detonaci�n ocurriera en el espacio, estos haces intensos podr�an ser dirigidos contra misiles sovi�ticos en vuelo que resultar�an as� destruidos. La imagen de esta arma en acci�n, llamada l�ser de rayos X, origin� el apodo de "Guerra de las Galaxias" con que se conoce a la Iniciativa de Defensa Estrat�gica. Desde el anuncio de los primeros detalles de su concepci�n y dise�o, la idea de un l�ser de rayos X encontr� oposici�n en cient�ficos independientes que consideran imposible su construcci�n y utilizaci�n efectiva en un ambiente b�lico. Adem�s, en opini�n de miembros del Congreso norteamericano, el car�cter nuclear del artefacto se contrapone con el proyecto, cuyo objetivo principal es volver las armas nucleares "impotentes y obsoletas". En octubre de 1987, R. Woodruff, ex Director de Desarrollo de Armas en Livermore, declar� que Teller dio a Reagan informes falsamente optimistas sobre los ensayos del l�ser de rayos X. A la luz de estos hechos, es posible sospechar que una defensa basada en tal artefacto sea en gran medida un quimera so�ada por los defensores de la SDI.

LAS ARMAS DE LA GUERRA DE LAS GALAXIAS: �EDAD CONTEMPOR�NEA?

Al considerar las caracter�sticas generales de las armas que deber�an constituir el escudo defensivo que el presidente Reagan anhela, se distinguen dos tipos principales de artefactos: las armas de energ�a dirigida y las de energ�a cin�tica. Las armas de energ�a dirigida deben, primero, producir suficiente energ�a para destruir un misil y, segundo, ser capaces de dirigir esta energ�a con precisi�n devastadora contra el blanco en movimiento. Tanto un haz de energ�a luminosa intensa (l�ser) como de �tomos o part�culas subat�micas podr�a usarse para tal efecto, ya que los haces llegan al blanco pr�cticamente a la velocidad de la luz y porque transfieren en un tiempo corto una cantidad destructora de energ�a. La gran velocidad del proyectil (rayo l�ser o part�culas) impedir�a cualquier acci�n evasiva del objeto atacado. La gran energ�a transportada permitir�a que una misma arma se defendiera de varios misiles r�pidamente, siempre que contara con suficiente potencia. El rayo l�ser destruye o da�a al irradiar la superficie de su blanco con luz intensa, mientras que el rayo de part�culas penetra el objetivo atacado causando da�o estructural o destruyendo componentes esenciales en el interior. El segundo tipo de artefacto, las armas de energ�a cin�tica, lanzar�an proyectiles a gran velocidad contra el misil enemigo y lo destruir�an debido al impacto directo. Los proyectiles pueden ser masas de varios kilogramos guiadas por sus propios sensores.

Un sistema defensivo t�pico basado en armas de energ�a dirigida, ya sea que est� instalado en tierra o mar, aire o espacio, deber� incluir: la fuente del haz, un sistema de control para dirigir el haz y mantenerlo apuntando al blanco, y un sistema de disparo que debe identificar el blanco y distinguirlo de posibles se�uelos. Estos mecanismos tienen que cumplir requisitos muy estrictos ya que, primero, la energ�a disparada debe dar exactamente en el blanco despu�s de haber viajado distancias en general muy grandes. Segundo, el haz debe estar enfocado sobre el blanco suficiente tiempo como para causar el da�o buscado. Por �ltimo, deben ser capaces de reenfocar r�pidamente, pues quiz� el ataque ser� masivo.

Hay varios tipos de aparatos de rayos l�ser en estudio dentro del proyecto Guerra de las Galaxias. Uno de ellos es Sigma Tau, un l�ser qu�mico que construye la compa��a Rockwell en un lugar oculto en las monta�as de Santa Susana, cerca de Los �ngeles. Este trabajo, encargado por la Fuerza A�rea, comenz� secretamente en 1976 y su objetivo central es demostrar que es posible construir l�ser potentes y compactos que puedan ser puestos en �rbita por el transbordador espacial. El Sigma Tau actual necesita ir montado sobre una plataforma que pesa 150 toneladas para poder mantener el rayo fijo sobre un punto. Como comparaci�n, se puede indicar que la capacidad de carga del transbordador para �rbitas polares es de unas 15 toneladas. La Rockwell, que en 1984 gan� 50 000 000 de d�lares en trabajos relacionados con la SDI, tambi�n est� encargada de producir fuentes de energ�a para las plataformas defensivas en el espacio. La soluci�n m�s probable para este asunto ser�a la instalaci�n de un reactor nuclear en cada plataforma, ya que las necesidades de energ�a ser�n del orden de los 100 000-700 000 watts continuos en cada base. En total, se necesitar�n al menos 109 reactores en �rbita. Hay que notar que estas plataformas "defensivas" espaciales podr�an transformarse en perfectas armas "ofensivas" contra sat�lites en �rbita y blancos en la atm�sfera o, posiblemente, sobre la superficie.

Ademas de la Rockwell, otras compa��as trabajan dise�ando modelos de l�ser que puedan alcanzar los 25 000 000 de watts que son necesarios para destruir un misil. La TRW, que tiene contratos por 100 000 000 de d�lares con el gobierno estadounidense para artefactos de la Guerra de las Galaxias, ha fabricado un l�ser qu�mico llamado Miracl que fue el primero en producir m�s de 1 000 000 de watts de potencia irradiada, y trabaja en otro llamado Alpha, que parece haber resuelto el problema de la extracci�n de los componentes qu�micos de la reacci�n en ausencia del campo gravitatorio terrestre. Otros tipos m�s novedosos de rayos l�ser son el excimer y el l�ser de electrones libres, ambos tambi�n en sus primeras etapas de fabricaci�n como instrumentos b�licos.

Los haces de part�culas subat�micas pueden transferir mayor parte de su energ�a al blanco que los rayos l�ser, pues no son reflejados en la superficie del objeto atacado. Las exigencias para un haz de part�culas de uso militar —entregar una gran corriente en pulsos que se repitan r�pidamente— son diferentes de aquellas del uso cient�fico de un acelerador y se opina que esta tecnolog�a se encuentra a�n m�s atrasada que la de los rayos l�ser.

El trabajo m�s importante en haces de part�culas se realiza en laboratorios del gobierno y no en compa��as privadas. En Lawrence Livermore ya se construy� el Acelerador de Pruebas Avanzadas, un acelerador lineal de cientos de metros de largo y 50 000 000 de d�lares de costo, que produce haces de electrones de 50 MeV de energ�a y 10 000 amperes de intensidad de corriente. El uso de este aparato es el estudio de la propagaci�n de un haz cargado y pulsado en la atm�sfera. En el laboratorio de Los �lamos se lleva a cabo el programa Caballo Blanco, destinado a producir haces de hidr�geno neutro de 2 MeV de energ�a despu�s de tres metros de aceleraci�n. El objetivo del proyecto es determinar la factibilidad militar de los aceleradores de part�culas. Se piensa utilizar estos rayos en la defensa antimisil y antisat�lite.

Las armas de energ�a cin�tica basan su funcionamiento en la posibilidad de lanzar con precisi�n absoluta un proyectil interceptor contra un misil enemigo en vuelo. En Florida, la corporaci�n Martin Marietta trabaja dise�ando cohetes interceptores de misiles. Hace 20 a�os esta compa��a logr� construir el primer interceptor para el ej�rcito. Se llamaba Sprint, alcanzaba misiles a gran altura en s�lo unos segundos, y llevaba en su interior una bomba de neutrones que deb�a explotar cerca del blanco. El Sprint era parte del sistema nacional antimisiles Safeguard, que fue suspendido en 1976 por in�til y costoso. Ahora, la Martin Marietta construye interceptores no nucleares para la SDI. Estos cohetes son autoimpulsados y transportan un explosivo qu�mico para destruir al misil. Debido al tipo de carga explosiva, estos interceptores deber�n llegar a pocos metros del blanco y a gran velocidad. La compa��a tambi�n est� construyendo un veh�culo antisat�lites, que es liberado de un avi�n jet y asciende hacia su objetivo guiado por la temperatura del sat�lite. La temperatura es medida por telescopios infrarrojos y la direcci�n es determinada por 56 cohetes computarizados.

Una clase importante de armas cin�ticas la constituyen los llamados "proyectiles inteligentes" que, despu�s de haber sido disparados, deber�an ser capaces de encontrar su blanco mediante el uso de sensores. Estos proyectiles tendr�n que pesar algunos kilogramos y ser disparados a alt�simas velocidades. El aparato que los lanzar� se llama "ca��n electromagn�tico": en vez de utilizar una explosi�n qu�mica, este artefacto usa campos magn�ticos sumamente intensos para impulsar los proyectiles a lo largo de gu�as de metal hasta liberarlos en el espacio. Las aceleraciones que sufra el proyectil dentro del ca��n ser�n millones de veces la aceleraci�n de la gravedad. La compa��a Martin Marietta en Orlando se dedica tambi�n a esta �rea de investigaci�n, habiendo logrado acelerar a unas 9 000 veces la gravedad proyectiles normales de unos 80 gramos de peso. El ca��n en su estado actual de fabricaci�n mide unos 10 metros de largo y un par de cent�metros de di�metro. Uno de los problemas m�s serios a�n no resueltos es la protecci�n de las componentes electr�nicas del proyectil inteligente mientras est� sometido a los campos magn�ticos intensos de la etapa de aceleraci�n.

Un elemento fundamental dentro del arsenal defensivo es un radar que, orbitando permanentemente en el espacio, sea capaz de crear im�genes de cientos de misiles diferentes a grandes distancias. Un equipo llamado "radar alimentado-en-el-espacio" es fabricado por la compa��a Grumman, en Long Island. En vez del plato tradicional para la antena, este radar usa una membrana pl�stica flexible embebida con antenas peque�itas, que se puede extender como un rollo de papel. La fuente de potencia para las antenas puede ser solar o nuclear y est� incluida en el dise�o. La caracter�stica principal de este radar es su levedad y al mismo tiempo resistencia estructural. El modelo real, capaz de distinguir entre varios misiles diferentes a distancia, deber� ser del tama�o de varios estadios de f�tbol. Los modelos con que se cuenta actualmente, sin embargo, no miden m�s de un metro cuadrado. El gobierno estadounidense ha gastado unos 15 000 000 de d�lares en los �ltimos 10 a�os en este proyecto con la Grumman.

Finalmente, mencionamos un elemento esencial para la Guerra de las Galaxias: el computador que deber�, en pocos segundos o a lo m�s minutos, tomar todas las decisiones que en una guerra normal tomar�an miles de expertos, comandantes en jefe de las fuerzas armadas, y jefes de Estado, durante semanas o meses de deliberaci�n. Como seguramente la primera batalla de una guerra nuclear ser� tambi�n la �ltima, el computador deber� estar programado con anticipaci�n para resolver cualquier contingencia, y deber� hacerlo por primera y �nica vez sin cometer un solo error.

POSIBLES RESPUESTAS DE LA URSS

Cuatro d�as despu�s del discurso del presidente Reagan, el entonces l�der sovi�tico Yuri Andropov declaraba que, de ser real, la iniciativa de defensa norteamericana abrir�a las compuertas de una carrera armamentista acelerada tanto defensiva como ofensiva. Ante la duda frente a la capacidad sovi�tica de desarrollar su propio escudo defensivo, hay quienes opinan que actualmente la URSS se encuentra en desventaja frente a los Estados Unidos en �reas como telecomunicaciones, sistemas de gu�a remota, software y computadores avanzados, sensores, rayos l�ser y �ptica, pero que lleva una clara ventaja en su capacidad para poner equipo pesado en �rbita. Hoy en d�a es la Uni�n Sovi�tica la �nica naci�n que cuenta con un sistema defensivo antimisiles ubicado alrededor de Mosc� equipado con 68 cohetes antimisiles bal�sticos. Hay que mencionar que, en opini�n de muchos, este equipo defensivo resultar�a ser esencialmente transparente a cualquier ataque masivo en su contra.

Mucho m�s sencillo que dise�ar un sistema defensivo sovi�tico propio ser�a establecer estrategias para burlar el escudo defensivo estadounidense. Quiz� este sea el punto m�s dif�cil de defender para aquellos que creen en el proyecto SDI. La primera reacci�n posible de la URSS podr�a ser aumentar el n�mero de veh�culos lanzadores de misiles antibal�sticos para utilizarlos como se�uelos. Se sabe que actualmente existen unos 1 000 cohetes lanzadores que no transportan cargas explosivas y que se producen unos 150 nuevos cada a�o. La URSS podr�a lanzar un ataque en que se mezclen veh�culos lanzadores no armados con cohetes provistos de misiles nucleares y el sistema defensivo estadounidense se ver�a enfrentado entonces a un ataque masivo en que una fracci�n de su poder se desperdiciar�a en destruir se�uelos. Otra contramedida sovi�tica posible ser�a simplemente aumentar el n�mero de misiles o el n�mero de cabezas nucleares que transporta cada uno de ellos. Hay que recordar que las cantidades l�mites hoy respetadas se originan en un tratado no ratificado. Adem�s, en los a�os 70 y como respuesta al escudo defensivo sovi�tico alrededor de Mosc�, los Estados Unidos aumentaron en nueve a�os de 2 000 a 7 000 el n�mero de cabezas nucleares en su arsenal. Otra estrategia antidefensa ser�a el utilizar en el ataque misiles cruceros capaces de volar a baja altura contra los cuales ser�an impotentes los mecanismos de defensa con base en rayos l�ser. Estos misiles podr�an ser lanzados por submarinos o aviones.

No se descarta tampoco un posible ataque directo a los instrumentos defensivos, mediante la detonaci�n en el espacio de armas nucleares que da�en o destruyan las estaciones orbitales, o un ataque dirigido contra los centros de control y de env�o de informaci�n que se deber�n encontrar estacionados en tierra. La URSS podr�a poner en �rbita minas espaciales cercanas al instrumental estadounidense que sean detonadas antes de un ataque o despu�s de �ste.

En diciembre de 1986, el Kremlin present� a la prensa internacional un libro titulado Armas en el espacio: el dilema de la seguridad, en que se discuten posibles mecanismos para "eliminar" o "neutralizar" la defensa norteamericana. Los medios considerados por los propios sovi�ticos son los mismos aqu� discutidos. El principio rector de las contramedidas es destruir el escudo defensivo a un costo menor que el pagado por los Estados Unidos en su construcci�n y mantenimiento.

�ES REALISTA SIQUIERA PENSAR EN DEFENDERSE?

A partir de los argumentos reci�n discutidos, parecer�a que la idea de un escudo defensivo es una utop�a, simplemente porque resulta m�s f�cil y menos costoso desarrollar estrategias ofensivas que lo penetren. Basar la seguridad nacional en el poder de la defensa requiere que �sta sea perfecta: una sola falla y todo est� perdido. Existe, adem�s, un efecto desestabilizador asociado a un escudo defensivo, aunque no sea perfecto. La naci�n que lo posea podr�a intentar un primer ataque contra el oponente, con la seguridad de que su escudo ser� capaz de defenderla de la respuesta posiblemente imperfecta.

Pero, a pesar de todo lo planteado, �es al menos posible desde un punto de vista t�cnico construir las armas con que el presidente Reagan sue�a para su pa�s? Como es de esperarse, la comunidad de pol�ticos, cient�ficos y t�cnicos asociados a los laboratorios b�licos considera que los avances necesarios para construir e instalar los instrumentos defensivos son posibles si se cuenta con un presupuesto suficientemente elevado. Para el a�o fiscal 1988 Reagan ha solicitado al Congreso un total de 6 000 millones de d�lares dedicados a mantener programas de investigaci�n relacionados con la Iniciativa de Defensa Estrat�gica, 2 000 millones m�s que el a�o anterior, transformando as� la Guerra de las Galaxias en el proyecto que reciba —si es aprobada la petici�n presidencial— el mayor aumento financiero dentro del Departamento de Defensa.

En abril de 1987 se public� un informe elaborado por un grupo de estudio de la Sociedad Norteamericana de F�sica sobre la "Ciencia y tecnolog�a de las armas de energ�a dirigida". El comit� de 15 miembros, que inclu�a a reconocidos acad�micos universitarios —un Premio Nobel entre ellos— y a cient�ficos de los laboratorios nacionales dedicados al desarrollo de armas, trabaj� durante a�o y medio teniendo acceso a documentaci�n clasificada y adem�s recibi� asesor�a permanente de agencias del gobierno, laboratorios nacionales y contratistas privados.

El objetivo del trabajo era realizar un estudio independiente e imparcial que evaluara el estado actual de la ciencia y la tecnolog�a de las armas de energ�a dirigida, y que sirviera como punto de referencia t�cnica para las discusiones p�blicas sobre asuntos relacionados con la SDI. Las conclusiones del estudio est�n contenidas en un volumen no clasificado de m�s de 800 p�ginas y se originan en el estudio del estado actual de los rayos l�ser y haces de part�culas energ�ticas de gran intensidad. Las conclusiones son contundentes:
Aunque durante las �ltimas dos d�cadas se ha logrado progreso substancial en muchas de las tecnolog�as relativas a las armas de energ�a dirigida, el Grupo de Estudio encuentra vac�os significativos en la comprensi�n cient�fica e ingenieril de muchos asuntos asociados con el desarrollo de estas tecnolog�as. La soluci�n exitosa de �stos asuntos es cr�tica para la extrapolaci�n hacia los niveles de funcionamiento que se requerir�n en un sistema de defensa antibal�stica efectivo. En este instante no hay suficiente informaci�n como para decidir si las extrapolaciones requeridas podr�n o no lograrse. La mayor�a de los elementos esenciales para un sistema de armas de energ�a dirigida necesitan mejoras de varios �rdenes de magnitud. Debido a que los elementos est�n interrelacionados, las mejoras deben lograrse de un modo mutuamente consistente. Nosotros estimamos que incluso en las condiciones m�s favorables, se necesitar�a una d�cada o m�s de investigaci�n intensa para conseguir el conocimiento t�cnico necesario para una decisi�n informada sobre la efectividad potencial y la capacidad de supervivencia de los sistemas de energ�a dirigida. Adem�s, los asuntos importantes de integraci�n global del sistema y efectividad dependen cr�ticamente de informaci�n que, por los que nosotros sabemos, a�n no existe.

Los resultados de este estudio, como puede suponerse, no fueron bien recibidos por los defensores de la SDI.

La magnitud de los planes pro SDI puede apreciarse en la siguiente propuesta conocida en diciembre de 1986. El Instituto Marshall, organismo no gubernamental que apoya la iniciativa de defensa, public� un informe en que se dan pautas a seguir a corto plazo con el fin de lograr el "debut" de la Guerra de las Galaxias al comienzo de los a�os 90. Se propone una defensa antimisiles basada en armas de energ�a cin�tica organizadas en tres etapas diferentes. Se utilizar�n unos 11 000 veh�culos cin�ticos destructores, por ejemplo: ca�ones electromagn�ticos que lanzar�n proyectiles a gran velocidad contra los misiles sovi�ticos en etapas de despegue y posdespegue. Miles de sat�lites en �rbita y sensores estacionados en tierra y aire enviar�n informaci�n de las trayectorias seguidas por los proyectiles a las computadoras que calcular�n lo que sea necesario para que �stos den en el blanco. Otros 10 000 veh�culos interceptores de reentrada se lanzar�an desde tierra contra las armas a mitad de camino entre la URSS y los Estados Unidos. Para destruir aquellos misiles que lograran salvarse de lo anterior, unos 3 000 interceptores defensivos atmosf�ricos ser�an lanzados desde la superficie. El costo del sistema inicial propuesto es de 54 000 millones de d�lares y el total es de 121 000 millones. Se estima que solamente la operaci�n del sistema completo costar�a entre 10 000 y 15 000 millones de d�lares adicionales, por a�o. En abril de 1987, el secretario de Defensa Caspar Weinberger manifest� el acuerdo del gobierno con las sugerencias del Instituto Marshall y ha pedido al Congreso la r�pida aprobaci�n del presupuesto solicitado para 1988 de modo de acelerar la "Fase 1" de la Guerra de las Galaxias.

En vista de las dudas t�cnicas sobre el �xito de un plan defensivo como el deseado por el presidente Reagan y otros argumentos de estrategia pol�tica, se piensa que el Congreso realizar� cortes substanciales en el presupuesto presentado. Son muchos los que opinan que la SDI desaparecer� en el momento en que Ronald Reagan deje la presidencia. Mientras Tanto, la Guerra de las Galaxias ya ha costado 5 000 millones de d�lares en gastos directos y las peticiones son cada a�o mayores.

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