VI. LOS BARCOS DE GUERRA
LA CONFIGURACIÓN y las características que presentan los diferentes tipos de barcos de guerra en la actualidad, son el resultado de una carrera sostenida, en reñida competencia a lo largo de los últimos años, entre la tecnología bélica y la de construcción naval.
Las embarcaciones navales han reforzado sus estructuras y su blindaje ante la potencia cada vez más destructora de los proyectiles, para poder contrarrestar sus efectos, al mismo tiempo que han sido dotadas de las armas ofensivas e incluso de los mismos artefactos de los que intentaban defenderse, para atacar en igualdad de condiciones.
De acuerdo con sus características y su armamento se conocen diferentes tipos: los cruceros son unos barcos de guerra diseñados para que su velocidad y autonomía sean más importantes que su armamento; sin embargo, a través del tiempo y con la experiencia adquirida y la aparición de nuevos armamentos se fue haciendo más necesario dotarlos de una mayor artillería, que les permite defenderse y atacar activamente.
Los cruceros sirven a la flota como barco explorador y son los encargados de las misiones de seguridad, ya que sus problemas con la artillería enemiga son mínimos gracias a su velocidad, que les permite eludirla fácilmente; pero también se comprendió que podría ser un barco protegido cuando tuviese necesidad de entrar en combate y así se crearon el "crucero protegido" y más tarde el "crucero acorazado".
El prototipo de cruceros acorazados fue el General Admiral ruso que presentaba un aumento del calibre de la artillería y una cubierta protectora de 37 milímetros para que los proyectiles estallaran fuera del barco. Estos cruceros de batalla nacieron al pensarse en un barco capaz de combatir con los de la línea del enemigo y a la par romper fácilmente el contacto con ellos.
Durante la década de los años 20, volverían a aparecer cruceros en algunas marinas, pero con una concepción diferente de la que inspiró los proyectos de los primeros años del siglo
XX
, por lo que prácticamente a partir de esta última fecha sólo quedaron dos tipos: el de batalla y el ligero, ambos con misiones definidas, el primero para combatir, el segundo para misiones de seguridad.La participación de los cruceros de combate a lo largo de las dos grandes guerras mundiales fue destacada; en los albores de la primera, el combate de las Islas Malvinas, librado en 1914 entre los cruceros de batalla ingleses y los acorazados alemanes, con el hundimiento de éstos bajo el fuego implacable de los británicos, constituyó la acción más notable de los cruceros de batalla y animó al gobierno a promover la construcción de otro grupo de ellos.
Existen otros barcos de guerra llamados torpederos, encargados del transporte y lanzamiento de los torpedos, arma eficaz que puede hundir a los barcos abriéndoles una vía de agua en el casco mediante la explosión de una carga.
En un principio, el problema para su diseño consistió en encontrar la manera adecuada para lograr el choque del torpedo con el casco del barco enemigo; tiempo más tarde, con el perfeccionamiento de la técnica y el empleo del torpedo automóvil, el torpedero se convirtió en un barco peligroso, por lo eficaz que era, y esto obligó a pensar inmediatamente en "contratorpederos" o barcos adecuados para contrarrestar, con garantías, los ataques de sus antagonistas.
En la construcción de los torpederos se tuvieron que resolver muchas dificultades debido a sus propias limitaciones de creación, porque la alta velocidad que se había conseguido fue a costa de sacrificar su autonomía, quedando reducida la capacidad operativa. Técnicos de diferentes países estudiaron la forma de construir un torpedero mayor, de más amplia autonomía y mejores condiciones de navegación; así surgieron los torpederos de alta mar, que desplazan 200 toneladas.
En las marinas de guerra las misiones de un torpedero son varias: además de su función de ataque, sirve de escolta y explorador y, sobre todo, merced a su velocidad y a su facilidad de maniobra, se puede considerar como el más terrible enemigo de los submarinos.
Los primeros torpederos presentaron como mejor defensa su reducida dimensión, lo que les permitió la facilidad de pasar inadvertidos, y han vuelto al mar en forma de lanchas rápidas lanzatorpedos, que desarrollan la extraordinaria velocidad de 40 y 45 nudos.
Otro barco, el destructor, se creó con el fin de contrarrestar y superar a los torpederos. El término "destructor" con el que se denominó a este tipo de barcos semipesados, rápidos y poderosamente armados, con misiones definidas y estratégicas, es de origen español.
Gracias a los progresos técnicos que se alcanzaron en la construcción de embarcaciones, como las calderas multitubulares, el empleo del diesel en vez del carbón y la incorporación de turbinas, entre otros, el destructor pudo aumentar desplazamiento y velocidad, soportando también mayor armamento que asegurase el éxito de sus misiones contra los torpederos.
Por su tarea específica en la escolta y protección de convoyes, defensa del transporte marítimo y funciones de ataque torpedero o antisubmarino, los destructores actuaron durante la segunda Guerra Mundial a modo de comodín de las distintas flotas, pero por sus numerosas pérdidas tuvieron que ser modificados rápidamente.
Desde el final de esta guerra hasta la actualidad las misiones y actividades de los destructores han crecido de tal manera, tanto en diversidad como en complejidad, que su misión original se superó desde hace mucho tiempo y los nuevos destructores realizan funciones de escolta a barcos de la flota y mercantes, defensa antiaérea y antisubmarina, apoyo de operaciones anfibias, bombardeo de costa, recopilación de inteligencia electrónica, etcétera, lo que les ha dado una amplia dimensión operativa, por lo que a veces se hace difícil establecer una clasificación tipo en los modernos destructores, que, aun con características muy semejantes, reciben diferentes nombres.
A partir de 1945 la armada de los Estados Unidos ha desarrollado tres tipos básicos de destructores: los más potentes, llamados "fragatas", responden a un tipo de superdestructor; otros, los destructores propiamente dichos, llamados hoy "escoltas de flota", tienen una velocidad para llevar a cabo su misión y capacidad defensiva adecuadas; y por último, los "destructores de escolta u oceánicos" originalmente proyectados como escoltas antisubmarinas para convoyes.
Otra embarcación de guerra es el submarino, cuya invención se atribuye al inglés William Bourne, que en 1578 descubrió una nave "que podía tomar y expulsar agua", semejante a la concha de los moluscos del género Nautilus, cambiando su capacidad de flotación, y que llevaba un tubo, parecido al moderno snorkel, que servía para recibir aire mientras estaba sumergida.
El Turtle, submarino monoplaza diseñado en 1776 por el americano David Bushnell, fue la primera nave submarina usada en tiempo de guerra. Introdujo dos características que después serían esenciales en los submarinos modernos: presentar un casco cerrado y lograr su propulsión por medio de una hélice que se accionaba a mano; sin embargo, le faltaban aún dos elementos fundamentales para que se convirtiera en una máquina de guerra eficaz, el arma submarina y el motor apropiado.
A fines del siglo
XIX
, el americano John Holland diseñó submarinos propulsados por motores de gasolina que se pueden considerar como los primeros submarinos modernos, pero la eficacia de estos submarinos se vio limitada por su dependencia de los motores eléctricos alimentados por baterías, ya que ello reducía la velocidad y la autonomía cuando navegaban en inmersión; las baterías se agotaban muy pronto, debiendo salir, a menudo, a la superficie para reponer el aire que los motores diesel necesitaban. En la segunda Guerra Mundial se introdujo el snorkel para suministrar aire a los motores estando el barco sumergido y con esto se fue resolviendo el problema de la propulsión, con el fin de que los submarinos pudieran moverse con libertad en las tres direcciones.El diseño del torpedo, proyectil en forma cilíndrica con su propio mecanismo de propulsión que estalla al hacer contacto con el casco del barco enemigo, y la incorporación a estas embarcaciones de los tubos lanza torpedos, establecieron las bases para que se convirtiera en un arma de guerra.
Siguieron avanzando los diseños hasta llegar al "submarino nuclear", que es un arma de un poder mortífero sin precedentes; estas embarcaciones tienen una autonomía de casi 400 mil millas y cada uno de sus 16 cohetes dirigidos puede llevar hasta 10 cabezas nucleares, lo que es suficiente para destruir una ciudad y como no necesitan salir a la superficie para lanzarlos resultan casi invulnerables.
El empleo del avión en la marina de guerra se remonta a la primera Guerra Mundial, en la que se utilizaba el hidroavión de casco o de flotadores, que se dedicaba a la busca y caza de submarinos enemigos en las regiones costeras.
En 1917, el Fiordus, nuevo crucero pesado que tenía como armamento dos cañones de 45.7 centímetros, fue parcialmente convertido en "portaviones", montándole una plataforma de 65 metros de longitud, destinada al despegue y aterrizaje de los aviones. El experimento fue arriesgado, porque los remolinos de aire producidos por las superestructuras de la nave resultaban peligrosos para el avión.
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Esto hizo que el diseño cambiara, colocándose una segunda plataforma a popa, que servía de pista de aterrizaje y la de proa se utilizaba para el despegue. Pero como tampoco se obtuvieron resultados favorables, se decidió cambiar por completo las superestructuras de la nave: el puente de navegación fue colocado en primer lugar; la enorme chimenea se remplazó por conductos horizontales; a lo largo de todo el barco, de proa a popa, se instaló una cubierta corrida, naciendo así el portaviones.
El primero que se construyó fue el Hermes de la marina inglesa, con una cubierta de vuelo de 182 por 27 metros y que podía llevar 15 aviones. Le siguieron otros muchos, tanto en Inglaterra como en América y en el Japón.
El portaviones representó la posibilidad de contar con el apoyo de la fuerza aérea en el momento preciso de un ataque por sorpresa o para reforzar la acción bélica de una flota.
Los portaviones modernos son de varios modelos y sus dimensiones varían de acuerdo con su cometido. Un ejemplo es el Midway, de 300 metros de eslora, uno de los más recientes portaviones de guerra norteamericanos; desplaza 45 mil toneladas, desarrolla una marcha de 35 nudos, y puede llevar a bordo 82 aviones bimotores o 153 monomotores. Para defenderse de los aviones enemigos, dispone de 140 cañones antiaéreos de diferentes calibres y su dotación es de 4 085 hombres entre aviadores, mecánicos, ayudantes y el personal de a bordo.
Con la era atómica se han realizado nuevos diseños de portaviones, equipándolos con todo lo necesario para estar a la altura de los últimos ingenios bélicos, como el superportavión de propulsión nuclear Enterprise que desplaza 85 mil toneladas y puede alojar 110 aviones de acción atómica. En la actualidad son las embarcaciones más importantes de una flota, por su gran capacidad y por su efectividad.
Otros barcos de guerra son los "minadores" y los "dragaminas", cuyos conceptos están íntimamente ligados a la invención de la mina, una de las armas más terribles para la destrucción de barcos. La mina no podía ser movilizada, lanzada y colocada por sí misma, por lo que necesariamente tenía que hacerse desde un barco y así se construyen los minadores, encargados de transportarlas, lanzarlas, y en algunos casos, también destruirlas. Estos barcos son de diferentes tipos, dependiendo de si están destinados a establecer campos defensivos, o a instalar campos de minas ofensivos.
Los dragaminas se construyeron como consecuencia del empleo de las minas, con funciones claramente definidas de rastreo e inutilización de dichos artefactos. En principio, los llamados "campos de minas" eran reconocidos por medio de una carga explosiva, mina de barrido, que se hacía estallar donde se suponía se encontraban colocadas; más tarde, la zona era rastreada por medio de un cabo, llevado por dos o más barcos, que recibían el nombre de "rastreadores".
A partir de 1914 se utilizan los dragaminas convenientemente equipados para la lucha contra las minas enemigas, que por el carácter penoso, difícil y arriesgado de sus actividades se ha dicho que son "barcos de madera tripulados por hombres de hierro".
A medida que fueron apareciendo en los campos de batalla nuevas armas con mayor poder ofensivo y destructivo se idearon también navíos de más potente coraza, para que los daños que pudieran ocasionar los proyectiles del enemigo, se redujeran a su mínima expresión.
Tuvo, así, su origen el acorazado, que surcó los mares como un coloso, porque en esa época se consideró inexpugnable. Este gigante era temido por el poder de su armamento instalado en torres blindadas.
El acorazado fue el barco principal de las flotas de la primera mitad del presente siglo
XX
; tenía, entonces, tanta eficiencia que se llegó a pensar que se trataba de algo definitivo; pero las nuevas armas han cambiado totalmente el desarrollo de la guerra, por lo que el acorazado casi ya no se construye; sin embargo, antes de desaparecer, ha dejado escritas brillantes historias que siguen en la memoria de los marinos de guerra de todo el mundo.Las modernas tácticas navales, los complejos armamentos y la incorporación de la energía atómica a las embarcaciones de guerra, hacen que sus diseños y sus nombres cambien constantemente.
La actual serie de barcos de guerra, algunos de los cuales no son sino los mismos que sus antecesores inmediatos, pero con modificaciones que los hacen aptos para misiones distintas, representan el eslabón de una cadena de investigaciones de dudoso valor que se alargará indefinidamente, mientras la ciencia y la tecnología sigan poniendo sus logros al servicio de la guerra y no al de la búsqueda del beneficio de la humanidad.
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