XI. LA NAVEGACI�N Y EL DESARROLLO DEL COMERCIO

DE ENTRE todas las realidades y posibilidades que el mar ofrece a la humanidad, las rutas mar�timas" que el hombre ha trazado a trav�s del tiempo son de gran trascendencia y satisfacen la necesidad de incorporar el oc�ano a su medio de vida, logrando la posibilidad de cruzarlo en todas direcciones y hacer accesible cualquier punto por lejano que se halle.

La raz�n del tr�nsito mar�timo que se ha desarrollado radica en las crecientes necesidades de la humanidad, tanto comerciales como tur�sticas e industriales. Las rutas mar�timas, para ser consideradas como tales, requieren tener permanencia, y representan v�as por donde fluye una corriente continua de viajeros y de mercanc�as, significando un medio de servicio a la econom�a.

Las rutas mar�timas se fueron estableciendo para satisfacer las necesidades crecientes de los pueblos alejados, para poder intercambiar sus productos elaborados y sus materias primas de toda clase, ya fueran en materia de alimentaci�n o en general para todo su desarrollo econ�mico. Los primeros pueblos con inter�s comercial que la historia reporta son los egipcios.

Aunque el egipcio no fue un pueblo de elevadas dotes marineras y comerciales como el fenicio, o m�s tarde el griego, la experiencia que sus hombres lograron con la navegaci�n fluvial, pudieron utilizarla en el mar en expediciones de envergadura, como la comercial que realizaron al pa�s de Punt, en la costa meridional de Somalia, en el a�o de 1500 a.C., de donde importaban productos de perfumer�a y animales ex�ticos, a cambio de las manufacturas egipcias.

Se cuenta que s�lo el fara�n pose�a barcos capaces de aventurarse por el "Gran verde", construy�ndolos en el L�bano, lo que simplificaba el transporte de la madera para la construcci�n de su casco. Estos nav�os alcanzaban hasta 50 metros de eslora por 17 metros de manga, ten�an una vela rectangular y dos remos fijados a la popa que serv�an de tim�n.

El fara�n estaba interesado en conseguir los productos de lujo que pod�a proveerle el Oriente. Un canal que un�a el Delta oriental a los Lagos de Maer y al Golfo de Suez, permit�a a los nav�os llegar a Arabia, Ur, al fondo del Golfo P�rsico y a la desembocadura del Indo. El comercio exterior de Egipto se ve�a limitado a los deseos del fara�n y se consider� desproporcionado con respecto a la riqueza del pa�s.

Si Egipto era un Estado cerrado, Mesopotamia, por el contrario, fue abierta, creando la m�s brillante civilizaci�n comercial de la �poca. Hasta el norte, su tr�fico era tan desarrollado que mercaderes asirios se establecieron en colonias en el coraz�n de Asia Menor y trabajaban como agentes que realizaban importaciones y exportaciones para Mesopotamia.

Con la comercializaci�n nacen los documentos mercantiles y se transmiten pagar�s y letras de cambio. Se reporta que en Mesopotamia no se pens� en acu�ar monedas pero se inventaron las formas modernas del comercio como son la cuenta corriente, la orden de pago, el cheque, el cheque-trigo, cheque-cebada, y el cheque-metal plata.

Paralelamente a la formaci�n de los grandes imperios terrestres de Egipto y Mesopotamia, surgi� en Creta un aut�ntico imperio mar�timo, basado en el poder de la riqueza proporcionada por el comercio y no en el de las armas.

La isla de Creta, situada a medio camino, por v�a mar�tima, de las altas culturas de la antig�edad, posiblemente desempe�� el papel de agente comercial intermediario en la cuenca oriental mediterr�nea para convertirse en el primer pueblo fundamentalmente marino de la historia. Sus naves comerciales pusieron en contacto las grandes civilizaciones del mundo antiguo. Fue un primer contacto que estableci� el desarrollo internacional de la econom�a y represent� un valioso ejemplo para los pueblos que posteriormente navegaron para realizar el comercio.

M�s tarde, al llegar a la llamada Edad de Bronce, se produjo una especie de "fiebre del esta�o": marinos cretenses navegan por toda la orilla mediterr�nea en busca de este metal, b�sico en aquella nueva era de la historia.

Sus naves llegaron hasta Sicilia para importar mineral y exportar aceite, vino y productos manufacturados, especialmente p�rpura y objetos de cer�mica y bronce. Este activo comercio promovi� una ola de prosperidad econ�mica, sobre la que se estableci� una de las m�s brillantes culturas de la antig�edad, la "minoica", que fue rica y muy activa.

En la primera mitad del segundo milenio anterior a la era cristiana, el dominio naval cretense en el Mediterr�neo fue muy grande, y de los cretenses aprendieron el arte de navegar los fenicios, y m�s tarde los griegos, los cuales heredaron sus rutas y m�todos.

La Edad de Bronce representa algo m�s que una simple divisi�n del tiempo; constituye la definici�n de todo un tipo de econom�a y el inicio de los itinerarios mar�timos.

El esta�o, elemento indispensable para la fabricaci�n de bronce y, por tanto, materia prima para muchos productos �tiles al hombre, exist�a en abundantes cantidades en las "islas Casit�rides", tierra considerada como misteriosa y dif�cil de localizar, por encontrarse en un oc�ano poco conocido en el Mar del Norte, y por eso entonces no debi� ser frecuentada por los pueblos civilizados.

Acerca de estas islas se sabe poco, ya que no se ha logrado establecer su situaci�n precisa, pues por haber sido de gran importancia comercial, los fenicios guardaron el secreto de la llamada "ruta del esta�o", por la que ellos solos navegaban, recurriendo a numerosas maniobras para mantener en secreto su localizaci�n.

La historia habla del emporio comercial griego de "Tartessos", situado en el extremo oeste del Mediterr�neo en lo que actualmente es Espa�a, antes que los fenicios establecieran all� su dominio comercial. En Tartessos se comerciaba con metales, suscit�ndose la rivalidad de los fenicios y despu�s de los cartagineses, principalmente a causa del esta�o, que ten�an los tartesios en ese entonces como monopolio y que m�s tarde seria heredado por los fenicios.

La navegaci�n tartesia ten�a un gran radio de acci�n antes de la llegada de los fenicios, los cuales se situaron en C�diz, antes Gadir, en el a�o 1000 a.C., y probablemente ellos ya hab�an comerciado con las misteriosas islas Casit�rides. As�, los fenicios fueron disc�pulos de los tartesios en la explotaci�n del esta�o.

En el a�o 814 a.C., los cartagineses fundaron Cartago en el actual territorio de T�nez, mientras las ciudades de Fenicia, Tiro, Sid�n y Biblos quedaban esclavizadas por los asirios y babilonios; as�, esta "Nueva Fenicia" se establec�a lejos del alcance de aquellos conquistadores y pod�a desarrollar activamente su comercio.

La transformaci�n econ�mica que en el mundo antiguo se present� debido a la actividad de los fenicios y los cartagineses es muy clara, y adem�s transmitieron a los griegos, etruscos e iberios el alfabeto, cuyos signos tomaron diferente significado dependiendo del progreso de los pueblos que lo utilizaban.

En la �poca precartaginesa, el comercio fenicio asi�tico explot� los metales y adem�s transmiti� las formas del arte oriental en peque�as figurillas de tierra, que imitaban el arte egipcio, babil�nico y griego arcaico, pero como "miniatura". Y mientras imitaban los grandes temas de la escultura egipcia y mesopot�mica, los fenicios no pusieron nada de su parte, ni siquiera en la construcci�n de sus sepulcros, los cuales imitaban las cajas de momias egipcias.

En este intercambio comercial se manejaron otros productos como la p�rpura, los tejidos finos, los perfumes, las plumas de avestruz y muchos otros art�culos, propiciando el desarrollo econ�mico, y cuando Cartago comenz� a dominar extensiones de territorio en los continentes, este desarrollo se extendi� tambi�n a otras actividades como la agricultura y la industria, que incrementaban la producci�n.

Existen muy pocos documentos que describan la forma exacta que tuvieron los nav�os fenicios, debido quiz� a que sus constructores procuraban mantenerla como secreto tecnol�gico; entre estos escasos documentos se cuenta con una reproducci�n de un barco fenicio en una escultura asiria, un bajorrelieve del palacio de Senaquerib, monarca que vivi� a principios del siglo VII a.C. Se trata de un birreme, es decir, un barco con dos hileras completas de remos, dos a cada lado, que se considera como la m�s sencilla nave de guerra de aquella �poca. Muestra el espol�n de la nave, colocado tradicionalmente en la parte m�s baja del casco del buque con el fin de abrir, en los de sus enemigos, una v�a de agua por debajo de la l�nea de flotaci�n.

Las rutas mar�timas siguieron desarroll�ndose; las m�s antiguas son las que se establecieron en el Mediterr�neo y sirvieron para llevar hasta Grecia los cereales que �sta necesitaba para su alimentaci�n. Despu�s se abrieron las que partiendo de este mar cerrado conectaron con las costas atl�nticas. Los cartagineses fueron quiz� los primeros en atravesar las "columnas de H�rcules", el hoy llamado Estrecho de Gibraltar, para comerciar con Iberia.

Una de las primeras y m�s c�lebres de estas rutas mar�timas fue la que permiti� a los portugueses llegar hasta las Indias, doblando el Cabo de Buena Esperanza. �sta se ampli� posteriormente al extenderse a la China y al Jap�n, en el Extremo Oriente, y fue establecida como consecuencia de la desaparici�n de una ruta terrestre, la llamada "Ruta de las especias".

Las especias, clavo, canela, nuez moscada, pimienta, etc�tera, ocupan un puesto importante en la condimentaci�n de los alimentos y en la fabricaci�n de medicinas en la Edad Media, y las caravanas las transportaban desde el sur de Asia hasta las costas del Mar Negro y del Asia Menor, en donde eran cargadas en las "galeras venecianas" y distribuidas por todo el mundo entonces conocido.

Posteriormente y movidos por el mismo empe�o, otros navegantes, entre ellos Crist�bal Col�n y sus seguidores, descubrieron el continente americano. L�gicamente, portugueses y espa�oles trataron de ser los �nicos en aprovecharse de sus descubrimientos, y as� establecieron un monopolio para la importaci�n de las riquezas de sus colonias, y la exportaci�n a �stas de todo cuanto necesitaban para su desarrollo econ�mico; para lograrlo formaron las famosas "Flotas de oro" que part�an rumbo a la Am�rica Central cada dos a�os; de esta manera trazaron una ruta que se hizo cl�sica y as� el oro y la plata de M�xico y Per� llegaron a Espa�a.

A mediados del siglo XVI se hab�an establecido tres grandes rutas mar�timas que conectaron Europa con Am�rica: la de las Indias, la de Centroam�rica y la de Am�rica del Sur. En el siglo XVIII se increment� el desenvolvimiento de estas rutas y, de manera paralela el de los puertos que con ello se beneficiaron.

Aument� el tr�fico con las Antillas, sobre todo el del az�car, y se dirigi� a Nantes y a Burdeos.

Un trascendental suceso para el desarrollo de las rutas mar�timas a nivel mundial fue el descubrimiento del oro, primero en California en 1848, y luego en Australia en 1851. Esto trajo el establecimiento de dos nuevas l�neas mar�timas.

Aquellos que llegaban primero a tan alejados parajes eran quienes sacaban mejor provecho de sus cargamentos. As�, los veleros del tipo de los "clippers" hicieron verdaderas competencias de velocidad. Los astilleros de Nueva York y de Boston botaron los veleros considerados como los m�s hermosos y r�pidos de todos los tiempos.

Gracias al oro, el Cabo de Hornos, que antes s�lo era navegado por algunos bergantines y fragatas que lograban un tr�fico de poca importancia entre las j�venes rep�blicas sudamericanas de Chile y Argentina, se anim� notablemente, debido al intenso intercambio comercial. Esta actividad dur� hasta los primeros a�os del siglo XX, pues el descubrimiento del precioso metal hab�a provocado el desarrollo en la costa oeste de los Estados Unidos, y los grandes veleros segu�an cargando el trigo y la avena en San Francisco y en los nuevos puertos del r�o Columbia.




Figura 24. Cl�pper Cutty Sark, uno de los m�s famosos del mundo.

Entre Europa y Chile se estableci� una ruta mar�tima, merced al descubrimiento del poder fertilizante de los nitratos o salitre, de los que contaban con inmensos yacimientos las provincias chilenas del norte.

Al abrirse el Canal de Panam�, hecho que coincidi� con la progresiva desaparici�n de los veleros, la v�a por Cabo de Hornos fue cada vez menos frecuentada, volviendo a disminuir su actividad.

La apertura del Canal de Suez adquiri� mayor importancia, sobre todo con la generalizaci�n del barco de vapor, ya que la estrechez del Mar Rojo y el r�gimen de sus vientos hac�an casi imposible el paso de los veleros de gran tonelaje. Por eso se puede decir que el canal ha devuelto al Mediterr�neo su antigua importancia. Este mar, antes cerrado, se ha convertido en una activa v�a comercial y de pasajeros, ya que los puertos existentes en las rutas de los barcos han permitido acrecentar su progreso y se han convertido en lugares para carga de combustible.

Una de las �ltimas rutas mar�timas comerciales que se han abierto al tr�fico, es la de la Bah�a de Hudson; el 16 de agosto de 1932, en el muelle de Churchill, de reciente construcci�n en aquella bah�a, amarraba por primera vez un barco, el mercante ingl�s Pennyworth, que desembarc� 400 toneladas de las m�s diversas mercanc�as: cuchiller�a, porcelana, mantas, juguetes, etc�tera, adem�s de 1 200 cajas de buen whisky escoc�s. Estos productos no iban destinados a los esquimales de esta regi�n, el prop�sito era cargarlos en los vagones del nuevo ferrocarril para en su trayecto distribuirlos en el resto del Canad�.

Entre las antiguas rutas mar�timas rehabilitadas en la actualidad, se encuentra la que une las costas del Atl�ntico de Am�rica del Norte con las de Am�rica del Sur. Durante mucho tiempo, el incipiente desarrollo de la industria del Brasil y de la Argentina oblig� a estos pa�ses a adquirir los productos manufacturados, especialmente los de la industria pesada, en los Estados Unidos, a cambio de materias primas. Esta corriente de intercambio comercial se ha intensificado durante los �ltimos a�os, gracias a la exportaci�n, siempre creciente del petr�leo mexicano y venezolano a los estados americanos del Atl�ntico.

En la actualidad existe un gran n�mero de rutas que unen a los pueblos del planeta y son el resultado del desarrollo del comercio entre ellos. Este comercio, que por desgracia no siempre ha sido edificante, debido al esp�ritu de lucro y posesi�n, es y ser� siempre el resultado de la energ�a humana, que adem�s de aumentar riquezas, debe aumentar tambi�n los conocimientos, la comprensi�n y la solidaridad entre los pueblos.

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