UN REVERENDO DE PELO LARGO

El esp�ritu liberal de Daniel Malthus provoc� un nuevo cambio en la educaci�n de su hijo Thomas. Cuando ten�a 16 a�os fue enviado a una de las escuelas no conformistas inglesas, que representaban una opci�n con respecto a los establecimientos universitarios cl�sicos de Cambridge y Oxford. Thomas ingres� a fines de 1782 a la escuela de Warrington, cerca de Nottingham, al norte de Inglaterra, escuela en la que hasta poco antes de su ingreso, hab�a sido tutor de ciencias Joseph Priestley, el descubridor del ox�geno. En Warrington Thomas complet� su formaci�n bajo la influencia del director, Gilbert Wakefield, un pol�tico liberal. Al mismo tiempo tuvo la oportunidad de presenciar, por primera vez en su vida, el escenario del desarrollo industrial ingl�s, en donde pudo ver ejemplos de la famosa divisi�n del trabajo de la que tanto hab�a le�do en los libros de Adam Smith.

Dos a�os despu�s, en 1784, con la ayuda de Wakefield, Thomas Malthus fue aceptado en el Colegio de Jes�s (Jesus College) de la Universidad de Cambridge. Pas� el verano de ese a�o con su familia, que ahora viv�a en el condado de Berkshire, a orillas del T�mesis. El 3 de noviembre, despu�s del largo viaje en carroza desde Londres, Thomas lleg� a la puerta del Colegio de Jes�s, junto con otros estudiantes provenientes de diferentes partes del pa�s. La excitaci�n apenas le permiti� bajar del techo de la carroza su equipaje completo sin olvidar algo; arrastrando un pesado ba�l y dos grandes maletas de cuero, Thomas abri� la s�lida puerta de madera y se acerc� al mostrador de �bano. El portero del Colegio, austeramente vestido de negro y con el pelo impecablemente polveado y recogido con pulcritud en una cola de caballo, como era la costumbre de la �poca, registraba los nombres de los alumnos en un grueso libro, asignando a cada uno su habitaci�n. Thomas recogi� el manojo de llaves que le daban acceso a su cuarto, y a la bodega para guardar algunas de sus pertenencias que no cab�an en su reducida habitaci�n. Subi� un tramo de escalera bastante angosta, luchando por no da�ar con su pesado ba�l los paneles de encino que proteg�an la parte inferior de la pared. Finalmente lleg� al largo corredor, al fondo del cual se encontraba su habitaci�n, a la que apenas pudo entrar con todas sus pertenencias; despu�s de acomodarlas y sacar las maletas vac�as y el ba�l, se encontr� con la sorpresa de que la cama que le hab�a tocado era por lo menos treinta cent�metros m�s corta de lo que su f�sico requer�a.

En consecuencia, su primera preocupaci�n universitaria fue conseguir una cama del tama�o adecuado, problema que, despu�s de complicadas negociaciones con compa�eros y encargados del Colegio, logr� resolver satisfactoriamente. Estas negociaciones le permitieron iniciar amistades que perduraron toda la vida, especialmente con William Otter, quien al paso del tiempo llegar�a a ser un famoso obispo de Chichester y escribir�a la primera biograf�a de Malthus en sus Memorias, publicadas como una introducci�n a la segunda edici�n (p�stuma) de los Principios de pol�tica econ�mica de Malthus.

En la primera oportunidad que tuvo, Thomas se abon� con un librero para poder tener cr�dito y obtener todos los libros que necesitase; su avidez por la lectura hab�a sido cuidadosamente cultivada por Graves y Wakefield y estimulada por la correspondencia con su padre (otro �vido lector), quien le suger�a leer los libros m�s recientes de �ptica, mec�nica, astronom�a, etc. En una ocasi�n sostuvieron una larga discusi�n epistolar acerca de las ideas de "Sir I.", refiri�ndose, desde luego, a Isaac Newton y a su Philosophia Naturalis Principia Mathematica, del cual Thomas compr� con su librero un ejemplar de segunda mano, bellamente encuadernado en piel, que ley� de cabo a rabo. No hay duda de que leer un cl�sico de la ciencia en lat�n, en especial Newton, no es entretenimiento trivial si el lector no est� seriamente interesado en lo que lee.

Malthus pas� un periodo intelectualmente muy f�rtil en Cambridge; aparte de su insaciable apetito por la lectura, tuvo una participaci�n muy activa en la vida social y cultural de su Colegio. Ten�a un gran sentido del humor, cualidad que lo hac�a muy popular entre sus compa�eros; viv�a en la avanzada de su tiempo, llevando el cabello desusadamente largo, casi hasta los hombros, por lo que era visto con profunda suspicacia por los dones de Cambridge. Le gustaba aplicar un esfuerzo igual a todas las actividades por las que ten�a inter�s, y el esfuerzo era grande. Prueba de lo anterior es que lleg� a ganar, a pesar de su defecto en el habla por el labio leporino, concursos de declamaci�n en ingl�s y en lat�n. Present� un examen de matem�ticas a su ingreso en la Universidad que lo ubic� entre los mejores de su generaci�n, lo cual fue una clara prueba de la calidad de la educaci�n que hab�a recibido de Graves y Wakefield. Malthus no restringi� sus energ�as a prop�sitos exclusivamente acad�micos: fue uno de los jugadores de cricket m�s exitosos y populares de su Colegio. Vivi� la Universidad, la ciudad de Cambridge y su condici�n de estudiante con la mayor intensidad de la que era capaz. Solamente una noticia ensombreci� lo que constitu�a una vida feliz: a fines de julio de 1785, recibi� una carta de su casa en que se le anuncia la muerte, a los 28 a�os de su hermana mayor Henrietta, la preferida de su padre.

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Thomas Robert Malthus

Falt�ndole poco m�s de un a�o para terminar sus estudios, Thomas escribe a su padre, en la primavera de 1786, comunic�ndole su decisi�n de recibir las �rdenes clericales. No expone muchas razones para explicar su decisi�n; la �nica que menciona es su inter�s de "poder retirarse a la vida tranquila del campo y de atender una peque�a parroquia". La noticia no debe haber sido del todo sorprendente para su padre; era usual (e incluso bien visto) en ese tiempo que, al menos en familias grandes, uno de los hijos se dedicase a los menesteres de la Iglesia.

As�, Thomas dio los pasos necesarios para recibir las �rdenes eclesi�sticas, y fue el �nico miembro de su Colegio en aprobar exitosamente un examen (el de los wranglers) que ten�a reputaci�n de ser uno de los m�s dif�ciles de Europa. En el oto�o de 1788, a los 22 a�os, Thomas se convierte en el reverendo Thomas Robert Malthus.

Poco tiempo despu�s de su egreso de la Universidad, en uno de los curiosos giros que la vida acostumbra dar, Thomas se hace cargo del curato de una peque�a capilla en Okewood, a unos cuantos kil�metros de su natal Wotton. La capilla es una construcci�n que data del siglo XIII, que a�n est� en pie y en uso activo en nuestros d�as. Es una iglesia de austera belleza, rodeada por frondosos robles; es m�s bien cuadrada y s�lida, sostenida por robustos contrafuertes y coronada por un campanario de madera. El p�rtico se acomoda entre los dos contrafuertes frontales y el costado sur tiene tres grandes y desiguales ventanas. El interior es en extremo sencillo, de paredes blancas en las que la luz del Sol que se filtra define claroscuros que redimen la austeridad del espacio. Cuando Thomas se hizo cargo de ella, la capilla no estaba autorizada para oficiar matrimonios (fuente de los ingresos m�s importantes para las iglesias), aunque s� bautismos; sin embargo, Thomas ten�a que administrar estos �ltimos usando una batea de esta�o, ya que la capilla carec�a de pila bautismal. Contaba con un ayudante (no muy preparado, por cierto) que se hac�a cargo de los registros de los bautizos y las defunciones que eran de la jurisdicci�n de su capilla.

9 Loren Eiseley, Darwin and the Misterious Mr. X. New Light on the Evolutionists, Nueva York, Harvest/Harcourt Brace Jovanovich, 1981.

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