UN LIBRO AL QUE LE FALTAN MUCHAS PÁGINAS
En El origen, Darwin no elude el hecho de que existen ciertas objeciones que podrían ser utilizadas para invalidar sus ideas sobre la evolución por medio de la selección natural. Una de esas objeciones, la que tiene que ver con la diferencia entre las especies y el hecho de que no exista el conocimiento de los innumerables y sutiles eslabones que las unen a partir de sus ancestros comunes, lo induce a dedicar dos capítulos del libro, el IX y el X, a aspectos de geología y registro fósil, en los cuales subraya las numerosas imperfecciones de este registro. Para Darwin, una prueba incontrovertible de la solidez de su teoría de la evolución orgánica debería provenir de los depósitos de fósiles en el registro geológico; los diferentes organismos fósiles presentes en cada estrato geológico sucesivo deberían proveer los elementos de lo que hoy podríamos pensar como los cuadros de una película que relatasen cómo cada grupo de organismos que paulatinamente desaparecía, iba siendo remplazado en la misma forma por otro nuevo. La exploración geológica y paleontológica a mediados del siglo pasado era aún incipiente y existían numerosas lagunas en las secuencias fósiles de los pocos organismos de que se tenía cierto grado de conocimiento, Sin embargo, aun en nuestro tiempo, el registro fósil, con algunas notables excepciones, dista mucho de ser una secuencia completa de ascendientes y descendientes, y existen en él enormes brechas de información.
En relación con la naturaleza discontinua y sólo en parte reconstruida del registro fósil, Darwin menciona: "La principal causa de que no existan en la actualidad los innumerables eslabones intermedios en la naturaleza depende del proceso mismo por el que ocurre la selección natural, en el que las nuevas variedades toman continuamente el lugar de las formas de las que se originaron. En justa proporción a la gran escala en que este proceso de extinción de formas primitivas ha ocurrido, el número de formas intermedias que existieron alguna vez sobre la Tierra debería ser enorme. ¿Por qué entonces cada formación geológica y cada estrato no está lleno de dichos eslabones intermedios? Sin duda la geología no revela en forma alguna tal cadena orgánica de finas gradaciones; ésta es, probablemente, la objeción más obvia y seria a mis ideas. La explicación reside, según creo, en la extrema imperfección del registro geológico".
Existen varias razones que explican las notables imperfecciones del registro fósil. La primera es que no todos los organismos tienen igual probabilidad de quedar incluidos en el registro geológico. El proceso de fosilización requiere, en la mayoría de los casos, que los organismos tengan estructuras duras; algunos ejemplos de éstas son los huesos de los vertebrados, las cubiertas más o menos duras de los insectos y los moluscos, los cascarones de los huevos de aves y reptiles, las partes leñosas o muy fibrosas de diferentes estructuras de las plantas, etc. Con frecuencia estas partes duras reflejan de algún modo la forma externa del cuerpo del organismo, por lo que es posible reconstruir, con un grado satisfactorio de precisión, la apariencia del animal al que pertenecieron a partir de unos cuantos huesos fosilizados. El segundo factor que hace excepcional la conservación de un organismo como fósil es el proceso mismo de fosilización. Después de su muerte los organismos entran en un rápido proceso de descomposición en el que carnívoros y una amplia gama de organismos descomponedores cumplen su función con sorprendente velocidad. Los lectores aficionados a excursionar por zonas boscosas relativamente bien conservadas, se habrán dado cuenta de lo anterior y podrán recordar que solamente en muy aisladas ocasiones habrán encontrado cadáveres de animales silvestres en descomposición, a pesar de que el proceso de mortalidad de los innumerables organismos animales de un bosque es constante. Como resultado de la descomposición, las partes remanentes del cadáver se dispersan rápidamente. Para que un organismo se fosilice hace falta que sus restos no estén sujetos a este acelerado proceso de descomposición y que pronto queden cubiertos ya sea por sedimentos o por arcillas y lodos, como los que existen en un pantano o en el fondo de un lago o un mar no muy profundos. El sólo hecho de que los restos de los organismos sean duros no es en forma alguna garantía de que se conservarán. Por ejemplo, si las conchas de moluscos que caen al fondo del mar no son cubiertas con cierta rapidez por sedimentos, la erosión de la arena y otros factores, como las fuerzas tectónicas, pueden romperlas y convertirlas en trozos cada vez más pequeños. La mayor parte de los sedimentos marinos están constituidos justamente por los restos finamente molidos de partes duras de otros organismos que, evidentemente, nunca se fosilizaron. Asimismo, los lectores aficionados a excursionar o simplemente a viajar frecuentemente por nuestro país sabrán también que las condiciones más favorables para la formación de fósiles (lagunas someras, pantanos, etc.) son relativamente escasas si se las compara con las extensiones de terreno firme y seco.
Aun fosilizado, un organismo puede ser destruido por fuerzas tectónicas de diversa índole; finalmente, para formar parte del registro fósil un organismo fosilizado tiene que ser descubierto por el hombre o por alguna causa natural. Con algunas excepciones sobresalientes, la mayoría de los fósiles yacen en estratos geológicos muy profundos, bajo el mar o debajo de la tierra en donde fueron depositados por procesos tectónicos. De los que se conservaron superficialmente muchos se han perdido, ya que fueron erosionados por la lluvia y el viento. No obstante, se han descubierto notables formaciones fosilíferas y entre ellas destacan los excepcionales yacimientos de la zona de Tepexi de Rodríguez y de San Juan Raya, cerca de Tehuacán, en el estado de Puebla.
Un factor igualmente importante, y que constituye una de las diferencias teóricas entre las concepciones que Darwin y Wallace tuvieron sobre la selección natural y la evolución es el efecto del componente biótico del ambiente. El factor más importante que regula la vida de las especies es para Darwin el efecto de los organismos que constituyen el medio biótico, ya que influye más su vida que los elementos físicos del ambiente, como el clima. Wallace, por el contrario, daba muy poca importancia a las relaciones entre los organismos y pensaba que era el medio fisíco el factor causante de la selección natural. A este respecto Darwin dice: "Me he esforzado en demostrar que la vida de cada especie depende en mayor medida de la presencia de otras formas orgánicas que del clima; por lo tanto, las condiciones que realmente gobiernan la vida no se diferencian tan gradualmente como sucede en el caso de la temperatura". Lo que esta aseveración de Darwin implica es que, debido a la complejidad de la trama biológica en un ecosistema, por ejemplo un bosque, pueden darse cambios menos paulatinos que los que usualmente caracterizan la variación climática o la de otros elementos físicos. Estos cambios paulatinos pueden ser amortiguados por los componentes biológicos durante mucho tiempo hasta que se llega a un umbral en el que ocurre un cambio brusco, como la desaparición masiva de una o varias especies, lo cual genera una ruptura de las cadenas tróficas, que cambia profundamente las condiciones de vida para las especies sobrevivientes.
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