UNO DE ESOS AñOS IRRELEVANTES
La sesión mensual de la Sociedad Linneana, correspondiente a julio de 1858, estaba llegando a su término. Un raído aplauso marcó el final de la exposición de la conferencia del mes que había sido presentada por Charles Lyell y Joseph Hooker. Se trataba de un doble trabajo cuyos autores, por separado, eran Charles Darwin y Alfred Wallace. La presentación de Hooker y Lyell había hecho referencia a que: "...estos caballeros, en forma independiente y en ignorancia el uno del otro, han concebido la misma ingeniosa teoría que explica la aparición y perpetuación de variedades y de formas específicas en nuestro planeta, y pueden ambos reclamar el mérito de ser los primeros pensadores en esta importante línea de investigación. Ninguno de los dos ha publicado sus puntos de vista, aunque nosotros hemos presionado constantemente al señor Darwin desde hace muchos años para que publique sus ideas; ahora ambos han puesto sus trabajos sin reservas en nuestras manos... para que sean presentados ante la Sociedad Linneana".
El público asistente a la sesión recibió con cortés frialdad las comunicaciones de ambos naturalistas sobre el origen de las especies y las leyes que lo afectan. No se produjo discusión alguna al final de las presentaciones. Todo el mundo se retiró cuchicheando en pequeños grupos. Lyell y Hooker se miraban el uno al otro con una mezcla de asombro y alivio. La tormenta que esperaban que se desatara después de la lectura conjunta de los trabajos de Darwin y Wallace se había convertido en una amorfa nube gris de desinterés.
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Sentado en su gran sillón rojo, Charles no podía dar crédito a lo que Hooker le narraba de la reunión del día anterior en la Sociedad Linneana. "¿Cómo es posible que ni siquiera se haya generado algo de discusión? preguntaba a Hooker. Seguramente la presencia de ustedes dos debe de haber inhibido los comentarios, de otra forma no me lo explico." Charles se sentía abrumado. "¿Está justificada mi gran aprensión de tantos años acerca de la reacción del público a mis ideas? ¿He perdido el tiempo miserablemente acumulando cuanta información he podido localizar para robustecer mis ideas acerca del origen de las especies? Me da terror pensar que me he embarcado por años en una tarea que resultará innecesaria y redundante y que ha minado mi salud y sacrificado tanto la vida con mi familia... La misma muerte de nuestro hijo más pequeño Charles Waring, hace menos de diez días, en medio de toda esta angustia de escribir el resumen que ustedes leerían ayer... "
Hooker lo miraba con simpatía por encima de sus anteojos, sumido en uno de los mullidos sillones de cuero de la sala de los Darwin. "Yo simplemente creo que la información que recibieron era demasiado novedosa para que hubiesen podido tener alguna reacción coherente le dijo a Charles para calmarlo, pero también porque creía que esa era la explicación a lo que había pasado en la Sociedad Linneana la reacción vendrá más adelante, pero solamente si tienen frente a sí una versión más completa de lo que leímos en la Sociedad. La palabra escrita tiene mucho más efecto que la hablada, al menos al principio... Por eso, Darwin, ahora es absolutamente esencial que publique ese bendito libro o un resumen del mismo, además del texto que Lyell y yo presentamos ante la Sociedad; no hay tiempo que perder si quiere mantener la prioridad de sus ideas".
"No hay ya necesidad de insistir más en ello, Hooker. Usted y Lyell han sido verdaderamente amigos invaluables a los que tenía que haber hecho caso hace tiempo, pero las circunstancias, usted concordará conmigo, han cambiado radicalmente con la llegada de la carta de Wallace hace casi 15 días, para ser más preciso el 18 de junio. Debo decir que me quedé sin palabras cuando leí su ensayo; la coincidencia en conceptos e ideas con mi trabajo es en verdad estremecedora, incluso hasta en los términos que ambos usamos. Su documento de 15 cuartillas es un excelente resumen de las ideas que expresé en mi ensayo de 1844, que tiene más de 200 cuartillas. La posición de Wallace al no reclamar la prioridad de sus ideas sobre la evolución es en verdad de una gran nobleza; sin embargo, creo que la propuesta suya y de Lyell de leer ante una sociedad científica tanto el ensayo de Wallace como el resumen que yo he preparado de mis ideas fue la mejor de las soluciones a esta situación verdaderamente comprometida ante la que me he encontrado al recibir la comunicación de mi colega. Ha sido también conveniente hacer referencia en la presentación a mis ensayos de 1842 y 1844, que usted leyó hará una docena de años, Hooker, y que contienen básicamente los mismos conceptos, como justos antecedentes para establecer la prioridad de mis ideas al respecto. Les debo a usted y a Lyell haber encontrado la solución más honesta y caballerosa a este difícil problema, y a Wallace haberme decidido a dar un paso al que durante varios años me resistí. Ahora debo escribir un resumen de mi gran obra para publicarlo cuanto antes, pues de lo contrario traicionaría el esfuerzo de todos ustedes y los quince años en que he trabajado sobre el problema de las especies."
"¿Cuánto tiempo cree que le llevará escribir un amplio resumen de sus ideas, Darwin?", le preguntó Hooker, mientras limpiaba minuciosamente los vidrios de sus pesados anteojos. "No lo sé bien respondió Charles, espero que unos cuantos meses, depende de la extensión; no puede ser menor de 30 o 40 cuartillas. Me asusta pensar que debo reducir el texto que ya llevo escrito, que es enorme. ¿Dónde quedarán los numerosos ejemplos y los casos que relato en apoyo a las ideas?; me preocupa no ser lo suficientemente convincente. Por otro lado, no sé bien quién quisiera publicar un libro como ése, porque no estoy dispuesto a mandarlo a una revista en la que los editores destruyan mi texto antes de comprenderlo. En fin, no sé bien qué pasará, lo que sé es que hay que escribir ese bendito resumen. Me tranquiliza pensar que hace cosa de un año le mandé una copia de mi ensayo de 1844 a Asa Gray, en Harvard; así quedará claro que nada que yo pueda escribir en ese resumen es algo que haya sido tomado del texto de Wallace. Por cierto, habrá que avisarle a Wallace que su manuscrito fue presentado junto al mío en la Sociedad Linneana; espero que no le moleste que hayamos procedido como lo hicimos, pero él no me daba instrucción alguna en su carta y solamente me pedía mi opinión acerca de sus ideas, la cual estoy escribiendo para mandársela, y me indicaba que si el texto me parecía adecuado lo enviase a Lyell para tener también su opinión, lo cual también he hecho."
"Creo que sería conveniente que ambos, usted y yo, le mandemos cada quien una carta a Wallace explicándole lo de la presentación en la Sociedad Linneana le comentó Hooker a Charles al tiempo que se incorporaba para despedirse y, desde luego, cuente con toda mi ayuda, que probablemente no será mucha, para la redacción de su resumen de 30 cuartillas; si no es de mayor extensión que eso, le recomendaría que lo publicara en el siguiente número de la revista de la Sociedad Linneana, que debe salir hacia fines del año. "
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"Mi querido Hooker, no sé bien qué haría sin su valiosísima ayuda y la de Lyell también, pero especialmente la suya le contestó Charles, quien también se había incorporado de su silla, pasándole un brazo por el hombro a Hooker me encantaría que pudiese venir a vivir conmigo aquí a la casa por una temporada para que podamos trabajar juntos; usted me ayudaría con mi resumen y yo trataría de ayudarle con su flora de Tasmania. Mi manuscrito necesitará de su severa e imparcial crítica en cada cuartilla."
El verano de 1858 se acercaba a su final, y Charles había expandido su "resumen de 30 o 40 cuartillas" a un voluminoso manuscrito. Se encontraba redactando el capítulo cuarto sobre la selección natural, cuando apareció el número de la revista de la Sociedad Linneana que contenía su artículo escrito conjuntamente con Wallace. El silencio más completo recibió la aparición de las ideas de ambos naturalistas sobre el origen de las especies. Charles estaba a la vez asombrado y deprimido por la total falta de reacción a sus ideas, y se preguntaba si tenía sentido escribir un resumen de las mismas, que le estaba costando tanto trabajo. Charles se hubiera deprimido aún más de haber conocido el comentario de Thomas Bell, el presidente de la Sociedad Linneana, al hacer un balance de las actividades científicas de 1858 en el acta final del año: "Este año no se ha distinguido por ser uno de esos en los que se presenta algún avance científico que revoluciona, por así decirlo, al área de la ciencia a que pertenece".
11 Alan Morehead, Darwin: la expedición en el Beagle (1831-1836), Barcelona, Serbal, 1980.
16 Paul H. Barret (comp.), TheCollected Papers of Charles Darwin, Chicago, University of Chicago Press, 1977.
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