VI. EL TACTO
EL SENTIDO del tacto comprende la percepci�n de est�mulos mec�nicos que incluyen contacto, presi�n y golpeo.
El est�mulo mec�nico consiste en la aplicaci�n de una fuerza sobre la superficie que envuelve al cuerpo.
Sup�ngase que tocamos una mesa con un dedo. En este proceso nuestro dedo ejerce una fuerza sobre la mesa. De acuerdo con la tercera ley de Newton de la mec�nica, la mesa reacciona y ejerce a su vez una fuerza sobre nuestro dedo que es un est�mulo mec�nico.
Ahora bien, resulta que el cuerpo es sensible no solamente a la magnitud de la fuerza que se aplica sobre �l, sino que tambi�n lo es a la presi�n que ejerce esta fuerza aplicada. Como se recordar� (v�ase la secci�n V.3) la presi�n que experimenta una superficie cuando se aplica sobre ella una fuerza es igual a la de la fuerza dividida entre el valor del �rea de la superficie. Es decir, la presi�n es igual a la fuerza que se ejerce sobre cada cent�metro cuadrado de superficie. Esto implica que el sentido del tacto nos permite distinguir no solamente la magnitud de una fuerza que se aplica sobre nosotros, sino tambi�n la forma en que la fuerza est� distribuida sobre la superficie de nuestro cuerpo.
La aplicaci�n de una fuerza sobre la piel puede ocurrir de diversas maneras, por ejemplo cuando sopla el viento sobre nuestro cuerpo. En este caso, las part�culas que componen al viento se mueven y al chocar contra nuestro cuerpo ejercen una fuerza, es decir, se genera un est�mulo mec�nico.
Los est�mulos mec�nicos que nuestro cuerpo experimenta se aplican sobre la piel que nos cubre, que es el �rgano sensorial del tacto. En este cap�tulo describiremos algunos elementos de la estructura de la piel que son de importancia en la percepci�n t�ctil.
La mayor parte del cuerpo humano est� cubierto de piel que lleva pelos o vellos. En algunas zonas del cuerpo �stos son tan finos que no se ven a simple vista. Algunas de las partes del cuerpo que no tienen pelos son las palmas de las manos, las plantas de los pies, los labios, etc�tera.
Figura 50. Forma en que un pelo est� inserto dentro de la piel.
Debajo de la piel se encuentran terminaciones nerviosas que en general est�n muy entrelazadas. As�, en las regiones del cuerpo que tienen pelos, las terminaciones nerviosas rodean los tubos del pelo, mientras que en las zonas sin pelos se forman enredos nerviosos de formas y tama�os diversos.
Cada vello o pelo de nuestra piel es el extremo externo de un v�stago (Figura 50) que est� penetrado por muchas fibras nerviosas que lo envuelven.
En general, un nervio que tiene una terminaci�n en la piel no est� conectado directamente con el sistema nervioso central. Este nervio tiene muchas ramificaciones que est�n dispersas en distintas zonas de la piel. Resulta que una porci�n de la piel no est� "servida" por una fibra nerviosa solamente, sino que hay una sobreposici�n de diferentes fibras nerviosas. Adem�s, cada fibra nerviosa "sirve" a diferentes �reas de la piel.
En distintas partes de la piel la densidad de terminaciones nerviosas es diferente. Hay lugares, como por ejemplo las yemas de los dedos, en que la densidad es muy grande, lo que hace que estas regiones sean muy sensibles. En otros lugares, como por ejemplo en las espaldas, en que la densidad es muy baja, no se tiene mucha sensibilidad.
VI.3. �QU� PASA CUANDO TOCAMOS ALGO?
Cuando tocamos alg�n objeto con un dedo por ejemplo, ocurre una deformaci�n en la piel (Figura 51). Nos damos cuenta que diferentes lugares de la piel se deforman de maneras distintas. Por otro lado, debajo de la piel, en el �rea que se ha deformado hay muchas terminaciones de fibras nerviosas que, en general, est�n entremezcladas. Cada terminaci�n experimenta una deformaci�n distinta ya que unas experimentan mayor presi�n que otras.
En los �ltimos a�os se ha descubierto que la modificaci�n en la tensi�n de las membranas de las c�lulas nerviosas origina una se�al nerviosa que se transmite finalmente hasta el cerebro. Algunos elementos de la c�lula reciben el aumento de la presi�n que tiene como consecuencia el desencadenamiento de una se�al nerviosa. Este mecanismo es similar al que ocurre con las c�lulas ciliadas del interior del o�do (v�ase el cap�tulo V).
Como ya se mencion�, tambi�n somos sensibles al movimiento de nuestros pelos y vellos. En este caso, lo que ocurre es lo siguiente: al moverse el pelo o vello, por ejemplo cuando sopla el viento, el v�stago del pelo, dentro de la piel (v�ase figura 50) se mueve. Pero debido a que dentro de la vaina del vello hay muchas terminaciones nerviosas, el movimiento del v�stago aprieta, jala, empuja dichas terminaciones que reciben entonces presiones y tensiones que, al igual que en el caso anterior, emiten una se�al nerviosa. Tenemos entonces la sensaci�n de un est�mulo t�ctil.
Figura 51. Al apretar la piel se deforma. Así se genera una señal nerviosa.
Las terminales nerviosas de la piel, aparte de ser sensibles a est�mulos mec�nicos, tambi�n lo son a est�mulos que producen calor, fr�o y dolor.
Por otro lado, distribuidas en muchos lugares dentro de nuestro cuerpo se encuentran c�lulas que son sensibles a est�mulos mec�nicos y que tienen como funci�n informar al cerebro sobre el estado de la posici�n en que se encuentran nuestras manos, pies y otras partes del cuerpo. Estas c�lulas se encuentran en las uniones, en los tendones y en los m�sculos y al igual que las descritas en la secci�n anterior dan una respuesta al experimentar presiones o torsiones, extensiones, etc�tera.
Existen otras c�lulas an�logas a las anteriores que dan informaci�n al cerebro sobre tensiones internas. Por ejemplo, cuando las venas y arterias experimentan tensiones debidas a la presi�n de la sangre que conducen, se emiten se�ales que ayudan al sistema nervioso a regular la presi�n arterial ya sea dando �rdenes de que se contraigan o expandan. Este tipo de canales, sensibles a los cambios de presi�n y de tensi�n, gobiernan el ritmo y magnitud de las contracciones del coraz�n, controlan el est�mago, la vejiga, etc�tera.