IV. ESPECIES DE PLANTAS Y ANIMALES EN PELIGRO

TODAS las formas de deterioro del medio ambiente natural que han sido descritas en los cap�tulos anteriores han puesto en peligro la existencia continua de muchas especies de plantas y animales y de hecho han provocado ya la extinci�n de muchas de ellas, pero la susceptibilidad de las especies a desaparecer depende de varios factores intr�nsecos como su rareza, su vulnerabilidad y su capacidad de reproducirse y adaptarse a nuevas situaciones, entre otros. Adem�s, hay que tomar en consideraci�n el grado en que las especies individuales est�n siendo afectadas por las actividades humanas que van dirigidas directamente en su contra, sin afectar a la comunidad en la que se encuentran, como pueden ser la extracci�n selectiva o la explotaci�n dirigida a ciertas especies, o la caza orientada s�lo a los animales m�s conspicuos de una comunidad (Figura 18).

 

Figura 18. Diagrama que muestra las causas de la extinci�n de las especies.

RAREZA DE LAS ESPECIES

El grado de rareza de una especie depende de su distribuci�n y abundancia sobre la superficie de la corteza terrestre. De acuerdo con la clasificaci�n de Deborah Rabinowitz y colaboradores (1986) del grado de rareza de las plantas de las islas brit�nicas, pudieron definirse varios niveles de rareza que tambi�n son aplicables a otras regiones y a especies animales del mundo. Estos niveles de rareza se basan en tres caracter�sticas de las especies: 1) la amplitud de su distribuci�n geogr�fica, que va de especies que se encuentran sobre una superficie muy amplia a especies que se encuentran s�lo en un �rea peque�a; 2) la especificidad del h�bitat, que se define por el grado en que la especie puede adaptarse o no a diferentes ambientes o s�lo se le encuentre en sitios de caracter�sticas muy especiales, y 3) el tama�o de las poblaciones en cada localidad donde se encuentra la especie, que va desde aquellas que siempre se encuentran en poblaciones numerosas en cualquier lugar de su �rea de distribuci�n, a las especies que siempre se encuentran en poblaciones muy peque�as.

Con base en los criterios anteriores las especies m�s comunes ser�an aquellas que tienen una amplia distribuci�n geogr�fica, amplia capacidad para adaptarse a diferentes h�bitats y poblaciones relativamente numerosas en donde quiera que se encuentren. Estas son precisamente las caracter�sticas de muchas de las especies que se han beneficiado de la acci�n del hombre sobre el ambiente natural, adapt�ndose a los ambientes perturbados. En este grupo no encontramos ni plantas ni animales en peligro sino m�s bien especies invasoras.

Existen especies que tienen una amplia distribuci�n geogr�fica y una amplia adaptabilidad a diferentes ambientes naturales, pero est�n siempre representadas por poblaciones muy poco numerosas y actualmente muchas de ellas se encuentran en serio peligro de extinci�n en gran parte de su �rea de distribuci�n. Un ejemplo t�pico de esta condici�n es la actual situaci�n en que se encuentran los grandes carn�voros de M�xico: el lobo, el puma y el jaguar. Las tres especies tienen una amplia distribuci�n en Am�rica y se encontraban en diversos tipos de ecosistemas naturales, pero debido a la cacer�a y a la persecuci�n de la que han sido objeto, as� como a la destrucci�n o reducci�n de la superficie de las comunidades en que se encontraban, actualmente son especies en serio peligro de extinci�n en el territorio mexicano, sobre todo el lobo y el jaguar (Figura 19).

 

Figura 19. Mapa de la distribuci�n original y en 1958 del lobo en M�xico, seg�n Leopold (1965). La distribuci�n actual se indica con puntos.

Un ejemplo de plantas de amplia distribuci�n geogr�fica pero que se encuentran siempre en ambientes muy espec�ficos y en poblaciones relativamente numerosas son algunas plantas carn�voras del g�nero Utricularia que se encuentran en partes restringidas de los pantanos tropicales. Estos ambientes se est�n reduciendo dr�sticamente o est�n siendo tan contaminados que posiblemente estas especies est�n en peligro de extinci�n en M�xico por lo restringido de su h�bitat.

Entre los animales, un caso similar al anterior es el del conejo de los volcanes o zacatuche; su distribuci�n geogr�fica se restringe a los zacatales que se encuentran en terrenos situados a una altura de entre 2 650 y 4 500 m.s.n.m. en varias de las principales monta�as del Eje Neovolc�nico. Sus poblaciones en cada localidad fueron relativamente numerosas, pero se reducen cada vez m�s por el efecto de la cacer�a y la destrucci�n del h�bitat, dada su frecuente cercan�a a zonas urbanas. Actualmente se le encuentra s�lo en pocas localidades de su distribuci�n original (Ceballos-Gonz�lez y Galindo-Leal, 1984).

Tres casos interesantes de distribuci�n geogr�fica muy restringida, gran especificidad de h�bitat y poblaciones poco numerosas se describen a continuaci�n. La con�fera Picea chihuahuana es un tipo de abeto que se encuentra en algunas zonas muy restringidas, aproximadamente a 2 400 m.s.n.m. en la Sierra Madre Occidental, entre Chihuahua y Durango, formando poblaciones de unos cuantos cientos de individuos (Figura 20). Actualmente el fuego, el pastoreo y la tala clandestina tienen a esta especie al borde de la extinci�n (S�nchez-C�rdova, 1984). Es muy importante conocer cuanto antes los recursos vegetales del pa�s antes de que muchos de ellos desaparezcan y se extingan delinitivamente. Un ejemplo reciente de un descubrimiento singular es el caso de la planta encontrada en la hojarasca de una localidad de la selva lacandona de Chiapas, Lacandonia schismatica, que por tener una peculiar anatom�a floral se constituy� en una nueva familia, g�nero y especie para la ciencia. Este es un caso extraordinario, dado el amplio conocimiento que se tiene de las plantas. Esta planta tiene una distribuci�n muy restringida, una talla muy peque�a y un h�bitat muy peculiar, as� que hubiera podido f�cilmente pasar inadvertida, ya que el �rea en que se encontr� estaba en grave peligro de ser deforestada (Mart�nez y Ramos, 1988).

Entre los animales, podemos mencionar al extremadamente raro guan cornudo o pav�n, que es un ave de tama�o grande que s�lo habita en escaso n�mero en el bosque de niebla de algunos volcanes de la Sierra Madre, en Chiapas, y en partes adyacentes de Guatemala. Actualmente se encuentra en serio peligro de extinci�n.

CAUSAS DE LA EXTINCI�N DE LAS ESPECIES

En M�xico, las especies de plantas y animales que se encuentran en peligro de desaparecer se hallan en esta situaci�n por dos motivos principales: la sobreexplotaci�n de los individuos de cada especie y la destrucci�n de su h�bitat natural. Sin embargo, no debe olvidarse que existen otros efectos indirectos de la actividad humana que pueden a la larga conducir a una alteraci�n m�s r�pida de las posibilidades de sobrevivencia de una especie, como la introducci�n de nuevos organismos competidores o predadores en las comunidades, la introducci�n de nuevas enfermedades y par�sitos, la eliminaci�n de otras especies que efect�an alguna funci�n importante como servir de alimento, polinizar las flores, dispersar las semillas, etc. Finalmente, la reducci�n y fragmentaci�n de la poblaci�n de una especie causa tambi�n p�rdida de la variabilidad gen�tica, con la consecuente disminuci�n de la adaptabilidad a los cambios y por lo tanto de su potencialidad para sobrevivir al efecto de las alteraciones del ambiente.

 

Figura 20. Distribuci�n del g�nero Picea en �pocas m�s fr�as del pasado, durante el Plioceno y Mioceno y, en particular, de Picea chihuahuana actualmente, seg�n S�nchez-C�rdova (1984).

Existe una multitud de ejemplos de sobreexplotaci�n, la cual consiste b�sicamente en tomar de las poblaciones silvestres m�s individuos de los que pueden ser reemplazados por la fertilidad natural de la especie. Entre los animales puede darse el ejemplo cl�sico del bisonte del sur de Estados Unidos y norte de M�xico, cuyas poblaciones se manten�an numerosas, a pesar de que las tribus n�madas de esas regiones sacrificaban continuamente cierta cantidad de individuos para su manutenci�n. Al llegar las armas de fuego, los caballos y la ganader�a, la tasa de eliminaci�n de individuos fue superior a las posibilidades de recuperaci�n que ten�a la especie, de manera que pronto el bisonte estuvo al borde de la extinci�n y s�lo sobrevive, hoy en d�a, en algunos parques nacionales y reservas (Figura 21).

 

Figura 21. Cazadores de bisontes. Los caballos y las armas de fuego fueron ventajas demasiado poderosas de los cazadores sobre los bisontes.

En situaci�n similar se encuentran muchas otras especies cuyas poblaciones se han reducido al m�nimo. Para citar algunos ejemplos mencionaremos al cocodrilo y al manat�, que abundaban en los cuerpos acu�ticos de las costas mexicanas, as� como varias especies de patos y gansos, el lobo, las dos especies de osos mexicanos, el tapir, el jaguar, el mono ara�a y much�simas otras.

Entre las plantas, la extracci�n excesiva de individuos de ciertas especies tambi�n las ha puesto en peligro de desaparecer sobre extensas �reas. Un ejemplo bien conocido es el caso del palo fierro (Olneya tesota), que es utilzado por los indios seris para hacer artesan�as de madera. La popularizaci�n del uso a mayor escala de esta bella clase de madera en poblaciones de Sonora como Hermosillo, Caborca, Pe�asco y Bah�a Kino ha provocado una disminuci�n en las poblaciones explotables (�rboles grandes) de la planta, que es de lento crecimiento.

Existe un gran n�mero de especies de orqu�deas, cact�ceas y peque�as palmas, usadas como plantas de ornato, que est�n siendo extra�das con la finalidad de surtir la demanda de estas plantas en M�xico y principalmente en el extranjero. Esta extracci�n est� poniendo en peligro su sobrevivencia, ya que se sabe poco acerca de su abundancia y capacidad de reproducci�n.

En el estado de Zacatecas existe un pino pi�onero end�mico (Pinus maximartinezi) sobre un �rea muy reducida de s�lo 6 km². La explotaci�n de los enormes pi�ones de esta especie la est� poniendo en peligro de extinci�n, pues el reclutamiento de nuevos individuos ha cesado (S�nchez-V�lez, 1987).

La destrucci�n o reducci�n del h�bitat natural es sin duda el principal factor que est� poniendo en peligro la sobrevivencia de la mayor�a de las especies, pues una vez destruido el medio ambiente al cual una especie est� adaptada, su posibilidad de recuperarse a trav�s de la reproducci�n queda virtualmente eliminada. Por ejemplo, es posible dictar leyes estrictas que eviten la cacer�a de los primates mexicanos, pero si su h�bitat, que es la selva c�lido-h�meda madura, contin�a fragment�ndose y disminuyendo en superficie, los primates estar�n irremediablemente condenados a la extinci�n, pues para encontrar los recursos alimentarios que necesitan para sobrevivir se requiere de la existencia de fragmentos relativamente extensos de este tipo de comunidad vegetal.

En la regi�n de Los Tuxtlas, Veracruz, para la Estaci�n de Biolog�a de la UNAM, que se encuentra en esa zona, se ha reportado la existencia en la vegetaci�n no alterada de 315 especies de aves pertenecientes a 44 familias. La destrucci�n de la selva causar�a la desaparici�n de la gran mayor�a de ellas, pues las caracter�sticas de las �reas abiertas no son propicias m�s que para unas cuantas especies presentes en la selva. As�, las �reas abiertas son colonizadas principalmente por otras especies de aves que invaden la regi�n, procedentes de zonas ya perturbadas (Coates-Estrada y Estrada, 1985).

Con respecto al efecto de los otros factores mencionados al principio de este inciso, es mucho menor lo que se sabe sobre casos particulares. Sin embargo, es de suponerse que cuando las poblaciones son peque�as y aisladas, el apareamiento entre individuos cercanamente emparentados debe conducir a un incremento en la presencia de defectos gen�ticos y a una disminuci�n de la variabilidad y capacidad adaptativa. La viabilidad que tiene una poblaci�n para continuar existiendo depende del n�mero de individuos que la componen, la cual depende, a su vez, de la existencia de una superficie m�nima habitable que le permita llevar a cabo sus funciones vitales y reproductivas. La superficie que constituye el �rea m�nima indispensable para la sobrevivencia de cada especie var�a notablemente en relaci�n con la posici�n de la especie en la pir�mide tr�fica del ecosistema del que forma parte.

En el caso de las plantas, existen especies representadas por muchos individuos en una superficie peque�a y otras representadas por individuos muy aislados en amplias superficies. L�gicamente, en el segundo caso ser� necesaria la preservaci�n de una gran �rea de la comunidad natural para asegurar la reproducci�n y el mantenimiento de la variabilidad gen�tica de esas especies.

Entre los animales, el �rea m�nima var�a notablemente en relaci�n con el tipo de alimento consumido, de manera que los herb�voros peque�os poco especializados en su dieta requerir�n de superficies mucho menores que los carn�voros de gran talla, que consumen mam�feros y aves grandes. Por ejemplo, se calcula que un solo jaguar necesita entre 25 y 30 km² pra obtener su alimento, de manera que una poblaci�n viable de jaguares requiere una superficie mucho mayor que �sta. Otros aspectos del comportamiento de las especies, como su territorialidad y su grado de sociabilidad, tambi�n son importantes en la determinaci�n de la superficie que requieren para sobrevivir.

EXTINCI�N DE ESPECIES

La extinci�n de especies se ha dado en forma normal desde que existe vida en el planeta Tierra. En el registro f�sil encontramos muchas formas de vida que existieron en el pasado y que ya no se encuentran m�s. Ha habido adem�s varios periodos de extinci�n masiva de especies que probablemente fueron causados por grandes cat�strofes naturales a escala global. Una de las m�s conocidas extinciones masivas fue la de los dinosaurios, hace 65 millones de a�os (Figura 22).

 

Figura 22. Dinosaurios. Los animales extintos m�s conocidos popularmente.

En la actualidad, el grado de rareza de las especies determina su susceptibilidad a la extinci�n definitiva, ya que una especie de muy amplia distribuci�n geogr�fica puede estar a punto de extinguirse en alg�n pa�s pero ser relativamente abundante en otro. Para mencionar un ejemplo podemos citar el caso del jaguar, que existe desde M�xico hasta Argentina. En M�xico es una especie en peligro de extinci�n, pero no lo es a�n en la inmensa Amazonia sudamericana, aunque sus poblaciones van disminuyendo r�pidamente.

Las especies end�micas de �reas vulnerables al deterioro se encuentran en serio peligro de extinci�n, y su n�mero puede ser alt�simo si consideramos no s�lo a las especies m�s conspicuas, sino tambi�n a aquellas que pasan inadvertidas para la mayor�a de las personas, por ejemplo, muchos invertebrados, algas, musgos, peque�as plantas, etc�tera.

Se han publicado varias listas de especies de plantas y animales mexicanos en peligro de extinci�n. Andr�s Vovides (1981) menciona m�s de 200 especies de plantas vasculares que son muy raras, est�n en peligro de extinci�n o ya est�n extintas; entre �stas destaca la familia de las cact�ceas con casi la mitad de las especies reportadas, de las cuales 47 ya se consideran extintas. Este trabajo es s�lo un listado preliminar, pues el pobre conocimiento que se tiene a�n de la flora mexicana y la falta de inventarios impide mayor precisi�n en los datos.

Se han dado otros listados de especies raras y amenazadas, pero �stos son francamente deficientes, ya que con frecuencia se enlistan especies que, aunque est�n siendo explotadas, distan mucho de estar en peligro de extinci�n.

Con respecto a las aves y a los mam�feros, Alejandro S�nchez-V�lez (1987) menciona que son alrededor de 150 especies las que se encuentran en peligro de extinci�n en el territorio mexicano, aunque no todas ellas corren el mismo peligro, pues especies como el berrendo y el perro de las praderas son relativamente abundantes en el territorio de Estados Unidos, de donde pueden reintroducirse al territorio de M�xico, en tanto que el conejo de los volcanes o la tortuga del desierto son responsabilidad exclusiva de los mexicanos, por ser especies end�micas.

Algunas especies de aves y mam�feros se han extinguido totalmente del territorio mexicano desde hace tiempo. Mencionaremos, entre otros, a la foca monje de las costas y arrecifes del Caribe, al c�ndor de California, al bisonte, al oso gris y posiblemente al castor.

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