VII. TORTUGAS
U
N ANIMAL
que trae al hombre diferentes recuerdos de fábulas, de historias fantasiosas y de admiración, es la tortuga; por ejemplo, ¿quién no ha oído hablar de su longevidad?... la tortuga es un animal que a través del tiempo ha sufrido cambios mínimos y su forma es casi igual a la que presentaba en la época de los grandes dinosaurios.A través del desarrollo de la humanidad, las tortugas han estado ligadas, por su aspecto y su longevidad, a creencias religiosas, a la magia y a la mitología. En muchas culturas representa un símbolo de lentitud; en China son animales de buen agñero; en Nigeria representan la lujuria; en la India aparecen como una de las encarnaciones del dios Shiva. En náhuatl, ayotl es el nombre de la tortuga, y el ayotapalcatl es un instrumento que se construía con su caparazón.
Estos reptiles fueron representados en varias construcciones prehispánicas de Mesoamérica, como las estelas talladas en las ruinas de Quiriguá en Guatemala; las tortugas del Palacio del Gobernador de Uxmal, o las que se encuentran en Templo de los Guerreros en Chichen-Itzá, ambas en Yucatán. También han sido representadas en los códices, como el Códice Florentino en donde aparece una tortuga desovando y su captura durante la época de "arribazón".
Las tortugas marinas son reptiles de hábitos migratorios, periódicamente recorren grandes distancias desde sus zonas de alimentación hasta las de reproducción en aguas tropicales y templadas del Océano Pacífico, Atlántico e Indico, encontrándose grandes poblaciones frente a ambos litorales de México, Centroamérica y la región norte de América del Sur.
Las tortugas han sido consumidas desde la Antigñedad, en los últimos 10 años han adquirido gran importancia comercial ya que sus pieles vinieron a sustituir a las de los cocodrilos africanos, brasileños y mexicanos que tuvieron gran demanda por el desarrollo que alcanzó la técnica para curtirlas. Como casi se han extinguido, en su lugar se ha utilizado, la piel de la tortuga llamada "caguama" del Pacífico.
La presión que se ha ejercido sobre las poblaciones de tortugas preocupa a los científicos, quienes reportan que la tortuga verde del Atlántico está al borde de la extinción, porque de ella se obtiene la materia prima para la elaboración del "calipe", sopa famosa en Europa, especialmente en Inglaterra. En cuanto a la caguama del Pacífico que hasta hace pocos años sólo era sacrificada eventualmente, en la actualidad se inició su captura a gran escala por haberse desarrollado nuevas técnicas para el curtido de sus pieles, dando muerte a miles de individuos cada año, lo que pone en peligro de extinción a la especie.
Esta explotación en gran escala de las tortugas ha obligado a los países como Estados Unidos, Cuba, Costa Rica y México, entre otros, a decretar medidas para la conservación de este recurso, haciendo que su captura se lleve a cabo de una manera racional para que su aprovechamiento sea óptimo con el fin de crear nuevas fuentes de trabajo y mejorar la dieta alimenticia del hombre; al mismo tiempo, se protegen su reproducción y desarrollo, cuidando sus nidos, sus huevos y sus crías.
Para poder adaptarse a vivir en el mar, las tortugas marinas tuvieron que dejar su clásica figura lenta y globosa: su caparacho adquirió una forma más aplanada para poder desplazarse en el agua y las modificaciones en los huesos de las patas permitieron que estas extremidades tomaran forma de aletas. Aunque conservaron sus estructuras óseas y las escamas córneas que forman su caparacho, pueden nadar porque su peso es menor en el agua; además, pudieron aumentar su volumen, lo que las hace uno de los reptiles más grandes que existen en la actualidad.
Algunas tortugas presentan placas córneas traslúcidas con vetas que descomponen la luz y que hacen que presenten coloraciones cambiantes de gran belleza, como la "tortuga de carey" de los mares tropicales. En otras, el caparazón no tiene placas y en su lugar llevan huevecillos salientes, como es el caso de la "tortuga laúd", que presenta un caparazón grande en forma de lira o laúd, con 7 crestas longitudinales que se asemejan a las cuerdas de este instrumento.
La alimentación de las tortugas es variada: pueden ser carnívoras como la "carey" que con su pico encorvado captura peces o herbívoras, como la "tortuga verde" que se alimenta de algas, con lo que su carne adquiere un sabor especial, por lo que se vuelve muy apreciada.
La reproducción la realizan durante los meses de abril y mayo, apareándose en las zonas de reproducción; después se separan durante el verano y las hembras se dirigen a playas húmedas de lluvia con las condiciones ideales para excavar los nidos. Estas arribazones se efectúan de mayo a noviembre, dependiendo de la especie de tortuga.
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Figura 42. Arribazón en las playas de Oaxaca, México.
En la primera etapa de su vida, las tortugas dependen de estas playas solitarias, donde las hembras forman hoyos en la arena donde, en menos de media hora, depositan alrededor de 100 huevos acompañados de un líquido llamado "babosa" y, enseguida los recubren nuevamente con la misma arena.
Los nidos los hacen a una distancia del agua que varía según la especie, de modo que, en estas condiciones, los huevos dejados para su incubación cuenten con la humedad suficiente y una temperatura de 33ñC; después de permanecer así durante cerca de dos meses, al atardecer o , amanecer nacen simultáneamente casi todas las crías, las cuales sin pérdida de tiempo se dirigen al mar e inmediatamente desaparecen entre las olas; no se vuelve a saber nada de ellas hasta que después de 7 ó 9 años, regresan al mismo lugar donde nacieron a cumplir de esta manera su ciclo reproductor.
Los nuevos individuos se dirigen a las zonas de alimentación e inician su crecimiento. Los machos regresan cada año a las zonas de reproducción, mientras que las hembras, dependiendo de la especie, sólo se reproducen una vez cada tres o cuatro años. El mecanismo que guía a las tortugas para que puedan regresar a las playas donde nacieron, todavía es un misterio para los científicos; algunos creen que se orientan por el olfato; otros, que lo hacen por mecanismos acústicos o por retención, a largo plazo, del paisaje; se habla también de una orientación magnética y existen estudios sobre combinaciones de estos factores.
Para conocer las migraciones, los biólogos han diseñado diferentes métodos; uno de los más comunes es que en cuanto llegan a las playas a anidar se marca el caparazón para que cuando sean capturados se puedan determinar las distancias recorridas; otro sistema es rastrearlas colocándoles un transmisor que envia señales a un aparato receptor localizado ra en un avión con una antena especial para hacer contacto con el animal, así como un navegador Loran para situarse en el océano.
El sexo de las tortugas se determina por la temperatura de los huevos: de los colocados en las más bajas se desarrollan machos y los que están en mayor temperatura producen hembras. En los nidos la proporción entre ambos sexos depende de las características de la playa donde se encuentran, así como de la profundidad del nido.
El número y el tipo de sus depredadores varían según la etapa del desarrollo de la tortuga; así, para los huevos el principal depredador es el hombre, además del perro, los cerdos y las "moscas de ojos anaranjados" (Sarcophagidae), que invaden los nidos causando serios daños. La crías son capturadas por perros, zopilotes y cangrejos. Ya en agua del mar, los enemigos van desde las aves marinas hasta los diferentes peces carnívoros, incluyendo a los tiburones, quienes las atacan aun en estado adulto.
Cuando se realizan programas para su conservación se debe además de considerar las características anteriores, evitar la presencia de demasiada gente en la playa pues, al percibirla, los animales no llegan. Al hacer los nidos artificiales habrá que tener cuidado en la profundidad adecuada y que la temperatura sea lo más semejante posible a la del nido natural; también se debe eliminar todo tipo de depredadores.
Dentro de las especies que han alcanzado gran importancia comercial se encuentran las siguientes:
La "tortuga golfina" (Lepidochelys olivacea olivacea) de caparazón más o menos circular, color verde oliváceo, que llega apenas a 75 centímetros; se distribuye en el Pacífico tropical y en el Océano Índico, habitando aguas someras de la costa, entre las zonas arrecifales y las playas; se la encuentra frecuentemente en grandes bahías. Es muy parecida a la "tortuga lora" o "bastarda" (Lepidochelys olivacea kempi) que tiene el caparazón pardo amarillento, vive en el Golfo de México, desde Florida hasta la Sonda de Campeche, aunque solamente anida en Rancho Nuevo, Tamaulipas.
La "tortuga prieta" (Chelonia mydas agassizi) llamada también "caguama" o "mestiza", tiene un caparazón de 1.40 metros y cuatro placas costales de color pardo; llega a pesar de 130 a 180 kilogramos y se caracteriza por el color oscuro de su grasa. Se encuentra en el Océano Pacífico, desde el sur de Baja California hasta Chile y se ha llegado a capturar en las costas de la provincia de Buenos Aires, Argentina, frente al Mar del Plata, en el Océano Atlántico.
La "tortuga caguama" puede pertenecer a dos subespecies: la Caretta caretta caretta que tiene una distribución semejante a la de la tortuga prieta, siendo abundante tanto cerca de las costas como en mar abierto, donde nada formando grandes grupos. La Caretta caretta gigas que vive en el litoral del Pacífico occidental. Son tortugas grandes que miden 1.20 metros de longitud y alcanzan hasta 200 kilogramos de peso; su caparazón es pardo y su cabeza está muy desarrollada en relación con el resto del cuerpo.
La "tortuga verde" o "blanca" (Chelonia mydas mydas) con su caparazón con vetas amarillo-verdosas, se localiza en el Atlántico, desde las costas de Massachusetts, EUA, hasta Argentina; es abundante en las tres Guayanas: Guyana, Surinam y Guayana Francesa y sólo accidentalmente se le encuentra en el Mediterráneo.
De la "tortuga carey" existen dos variedades o subespecies: la del Atlántico (Eretmochelys imbricata imbricata) que vive desde Florida, EUA, hasta Centroamérica, abundando en las Guayanas y Mar Caribe. La variedad del Océano Pacífico (Eretmochelys imbricata squamata) va desde Baja California hasta Centroamérica, encontrándose también en el Índico, sobre todo en las costas meridionales de Asia y Australia. Su caparazón no llega a medir más de 90 centímetros, pero por su belleza es muy codiciada por el hombre.
La "tortuga laúd", "galápago", "siete filos" o "tortuga de cuero", también presenta dos subespecies: la del Atlántico (Dermochelys coriacea coriacea) que se localiza en el Mar Caribe y Golfo de México llegando al centro y sur de América; y la del Pacífico (Dermochelys coriacea schlegelii) desde Baja California hasta el sur del Ecuador, en Sudamérica. Es uno de los reptiles más voluminosos que existen en la actualidad ya que llega a medir 2.20 metros de longitud con un peso de media tonelada; en la cabeza lleva un pico con tres puntas, con el que atrapa peces y moluscos; su caparazón tiene forma de lira y en sus nidos llega a depositar hasta 300 huevos.
La captura se efectúa principalmente con redes, arpones o ganchos. Las redes se diseñan con ligeras modificaciones según el área de captura. Se usan principalmente en el Mar Caribe, el Golfo de California, la costa sudoccidental de la península de Baja California y, últimamente, en Jalisco y Michoacán. Son de tamaño variable, generalmente de longitud mayor a 50 metros, malla muy abierta de 70 a 90 centímetros entre los nudos y línea de flotación con boyas separadas aproximadamente cada 2 metros; el calado de la red depende de la profundidad del lugar donde se trabaje y varía de 4 a 12 metros. La línea inferior lleva piedras o plomos pequeños, de manera que la tortuga levante la red cuando quede atrapada y alcance fácilmente la superficie para respirar; así no muere por asfixia. Estas redes pueden ser de algodón o nylon y su costo varía.
La colocación de las redes depende generalmente de las características de la región: pueden situarse paralelas a la costa cuando ésta es llana y amplia, o perpendiculares a ella cuando se escoge un sitio protegido, como pequeñas ensenadas o puntas sin corrientes debido a que la red es muy ligera; para fijarla se utilizan anclas y boyas de localización en sus extremos. Comúnmente se calan al atardecer y se revisan cada mañana para evitar que los depredadores, principalmente los tiburones, las ataquen ya que no sólo matan a la tortuga sino que destrozan grandes tramos de la red. La ventaja de capturar las tortugas por medio de redes es que se puede liberar a las hembras, sobre todo en época de desove y así colaborar a la protección de las especies.
Los arpones pueden ser de dos clases: el llamado "arpón simple", de una punta y sin tope protector,que se utiliza como auxiliar para izar a bordo los ejemplares capturados con la red. El otro, el "arpón compuesto" presenta su punta provista de un tope desprendible, que tiene por objeto evitar que la punta se introduzca en el caparacho y lesione la piel. Ambos arpones llevan cordeles que facilitan su recuperación.
La captura se realiza a bordo de pequeñas embarcaciones de fibra de vidrio de media a 2 toneladas de capacidad, con motor estacionario o fuera de borda e incluso pequeños cayucos. Por lo general, la tripulación está formada por un timonel y un arponero y, en el Caribe, participa además un vigía. La duración de los viajes depende de la capacidad de la embarcación y varía desde un día hasta una semana.
En el Pacífico durante los viajes largos y en temporadas de arribazón, la flota tortuguera es auxiliada hasta por embarcaciones de 10 toneladas, con las cuales se concentra el producto para llevarlo al puerto. La mayor captura con arpones se realiza antes del medio día, cuando las tortugas se encuentran nadando en la superficie, lo cual las hace muy visibles, sobre todo si el mar está tranquilo.
En el Caribe, la pesca a nado está muy desarrollada ya que el agua es tan clara y transparente que permite mayor visibilidad. Los pescadores las localizan y persiguen con lancha hasta alcanzarla, entonces el pescador se lanza al agua, la atrapa y la dirige a la embarcación, proceso al que se llama correteada"; ya a bordo, las tortugas son atadas, sobre todo las caguamas, debido a su agresividad y al movimiento de sus aletas que suelen golpear fuertemente. En tierra se capturan manualmente, aprovechando su lentitud cuando llegan a las playas, las voltean y amarran.
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Figura 43. Captura y desembarco de tortugas.
De manera indirecta, las tortugas son atrapadas durante los arrastres camaroneros, siendo importante en algunas regiones la captura por este medio, sobre todo durante la temporada de arribazones, en la que se capturan mensualmente varias decenas de toneladas, como sucede en las costas de los estados de Sinaloa y Nayarit.
La captura total anual para 1986, según la
FAO,
fue de 5 012 toneladas, sin embargo, se piensa que es mayor porque, además de la pesca ilegal, mucha es para consumo doméstico y no se registra.Los principales países que aprovechan este recurso son: México, Cuba, Indonesia, Costa Rica, Estados Unidos, Martinica, Madagascar, Perú, Bahamas y Brasil. También se captura en Fidji, Egipto, Gabón, Kenia, Honduras y Filipinas.
La explotación de la tortuga se inició por algunos pueblos ribereños para consumir su carne, pero a partir de la década de los 60, cuando la piel tuvo gran demanda, se ocasionó que el recurso estuviera en peligro de extinción.
El aprovechamiento de las tortugas para que sea "integral", requiere condiciones desde la captura en la playa, en donde al llegar se voltean con el pecho hacia arriba; después son llevadas en camión hasta la planta donde se colocan en el tanque de recepción, exceptuando a los animales maltratados, que son sacrificados de inmediato. En este tanque permanecen el tiempo preciso para ser sacrificadas; el agua se les cambia cada 24 horas para que se conserven en buen estado hasta conducirlas a la sala de matanza a través de una rampa.
Ya muerta la tortuga, se le envía a la sala de destazado para retirar la piel del pecho, utilizando para ello un cuchillo diseñado especialmente para seguir su contorno; se desprende también la cabeza y parte del caparacho, al igual que la cola y la parte trasera.
El paso siguiente es el despielado: las pieles frescas, lavadas y desangradas, se ponen en sal, listas para ser empacadas y empleadas posteriormente en la fabricación de zapatos, carteras, cinturones, etcétera. Retirada la piel, se trata de aprovechar al máximo la carne; esta maniobra demanda pericia, puesto que de la operación sale la materia prima para la elaboración de embutidos. Al pasar la carne a la sala de tratamiento, se le quita grasa y cutícula de los músculos; la carne también se limpia y filetea para su venta congelada. Aparte de la piel y la carne, quedan las aletas, que son utilizadas en la elaboración de sopas. En lugares lejanos y de difícil acceso la carne se seca para evitar su descomposición, preparándola como "cecina".
El aceite de tortuga tiene gran demanda, se extrae de todas las especies y la única diferencia en calidad y en cantidad depende del peso de la tortuga, la época del año y el sexo. Por lo general, se acumula mayor cantidad de grasa antes de la temporada de reproducción y más en las hembras que en los machos; una tortuga de 40 kilos de peso puede producir hasta cuatro litros de aceite. El valor comercial de este aceite es muy alto, se le utiliza en la industria químico-farmacéutica y en la elaboración de cosméticos.
La concha de carey es material muy apreciado para la fabricación de artículos de ornamento de alto valor comercial: peines, peinetas, cuadros, pulseras, etcétera, lo que origina una extraordinaria demanda. Esta artesanía ha experimentado variaciones debido a plásticos que la imitan sin alcanzar la belleza natural; no obstante, ello ha permitido que disminuya la persecución de estas tortugas.
En México las tortugas marinas son un recurso renovable de gran importancia económica, ya que es uno de los países con mayor producción de pieles y de productos derivados. Hasta ahora, las actividades tanto de captura como de protección se han dirigido fundamentalmente a dos especies: la "tortuga golfina" del Océano Pacífico y a la "tortuga lora" del Golfo de México. La primera, porque es prácticamente la especie que sostiene a la industria tortuguera debido a la calidad de su piel y la segunda, por ser una especie en vías de extinción cuya única zona de anidación en el mundo se encuentra en las costas del estado de Tamaulipas.
La producción de tortugas marinas ha experimentado un constante aumento y ha llegado a las 14 574 toneladas, lo que significa un sacrificio de más de 200 000 ejemplares en 1968; sin embargo, debido a las medidas de protección, en 1988 se capturaron 122 toneladas, en áreas del Pacífico y el Atlántico.
Este recurso está reservado, exclusivamente, a las sociedades cooperativas de producción pesquera y así poder controlar mejor esta pesquería aprovechando de manera integral al individuo, es decir, su carne, sus huesos, su concha, etcétera y no sólo la piel. Está totalmente prohibida la explotación del huevo.
Desde el año de 1964 y gracias a la actividad y entusiasmo de los biólogos mexicanos Humberto Chávez, Rodolfo Montoya y René Márquez, México estableció en varios puntos de sus litorales, campamentos para el estudio y conservación de las tortugas marinas; en ellas sus técnicas han alcanzado uno de los más altos niveles académicos del mundo y se ha logrado reunir los máximos conocimientos y experiencias para la incubación de los huevos de estos reptiles, hasta el grado de tener éxito con los huevos de vientre. En estos campamentos se protegen de uno a dos millones anuales de crías y con toda la campaña se estima que se protegen otros 4 millones. También en estos campamentos se capacita a los pescadores y a sus familias para colaborar en la protección del recurso.
Con la experiencia de estos biólogos se ha establecido una estación en Oaxaca, en la zona de Puerto Ángel sobre la playa de Mazunte, a pocos kilómetros de La Escobilla que es el área de anidación de tortugas más importante del mundo, pues ahí entierran sus nidadas cientos de miles de animales cada año; además, hay 12 campamentos tortugueros que se localizan a lo largo de la costa del Pacífico en donde laboran biólogos y técnicos pesqueros de diferentes instituciones, como el Instituto Nacional de Pesca, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Sinaloa, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, entre otras.
En las costas del Golfo de México y el Caribe también se protege a este importante recurso; allí existen varios centros, como los del Instituto Nacional de Pesca en Rancho Nuevo, Tamaulipas; Isla Mujeres y Puerto Morelos, Q. Roo, en donde el personal y los biólogos de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Veracruzana, la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y la Universidad de Yucatán, entre otras, realizan actividades de protección, incubación, cría e investigación.
Los resultados de estos programas de conservación no sólo se pueden medir con el número de crías liberadas cada año, que llega a ser de varios millones, sino que se ha observado la recuperación de las poblaciones de tortugas y la preparación de un nutrido número de técnicos mexicanos que son reconocidos en el país y en el extranjero.
También la industria ha colaborado en estos programas y es importante destacar el esfuerzo que realizan los cooperativistas por conservar su riqueza y el de la compañía tortuguera Pesca Industrial de Oaxaca S.A.
(PIOSA)
que, en coordinación con el Instituto Nacional de Pesca, estableció el Centro de incubación, cría e investigación en Mazunte, Oaxaca, demostrando que la explotación comercial puede combinarse con los programas de protección de las especies.Pese a la alta depredación que sufren en condiciones naturales y a su vulnerabilidad en las fases de huevos y crías, las tortugas marinas no llegan a correr riesgo de una completa extinción debido a su gran fecundidad. La depredación natural mantiene un equilibrio de las poblaciones, pero la explotación irracional hecha por el hombre sí puede poner en peligro la sobrevivencia de las especies. No obstante, gracias a los trabajos de protección derivados del establecimiento de una pesquería racional, aumentan en pocos años las poblaciones de tortugas para seguridad de la especie, beneficio de los hombres y tranquilidad de los conservacionistas.
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