VI. EL CULTIVO DE LAS ALGAS

LA DEMANDA de algas, ya sea para el consumo humano o para la elaboraci�n de diferentes productos industriales, como algunos medicamentos, cosm�ticos, pinturas, productos textiles, etc., se ha intensificado en los �ltimos a�os, llegando la producci�n mundial en 1985 a 3 583 000 toneladas.

Las algas han sido utilizadas como alimento desde tiempo inmemorial en los pa�ses orientales como Jap�n y en algunos pa�ses americanos como M�xico; es probable que las tradiciones y gustos mantengan este consumo y posiblemente puedan sustituir a algunas hortalizas como la lechuga y el apio, por su contenido nutricional y porque sus precios pueden ser m�s bajos. Su principal valor nutritivo radica en las vitaminas y minerales que contienen, entre las que se encuentran la A, la B2 y la B12, adem�s de hierro y yodo.

Por ejemplo, el alga japonesa nori, que pertenece al g�nero Porphyra, contiene una elevada cantidad de prote�nas, vitaminas y minerales, principalmente yodo, y las tres cuartas partes de sus hidratos de carbono son digeribles por el hombre; el wakame del g�nero Undinaria y el kombu, del Laminaria, contienen cantidades importantes de prote�nas.

En los �ltimos tiempos se han realizado muchas investigaciones sobre las posibilidades de obtener prote�nas de algas unicelulares, en especial, las algas verdeazueles y las algas verdes, que son vegetales microsc�picos cuyo cuerpo est� formado por una c�lula como la especie Spirulina maxima, que es un alga verde, las cuales contienen hasta un 50% de su peso formado por prote�nas.

Sin embargo, muchas algas son dif�ciles de digerir, por lo que son consumidas como suplemento alimenticio, mezcl�ndolas con harinas, y tambi�n someti�ndolas primero a digestiones artificiales, aunque esto las encarece y hace que puedan llegar a ser antiecon�micas.

Algunas algas son utilizadas como suplementos de los piensos destinados a alimentar animales, como la del g�nero Ascophyllum, que en el norte de Europa y en Norteam�rica se usa para complementar el alimento de cerdos y vacas.

Tambi�n las algas se pueden emplear para abonar los terrenos de cultivo, preparando con ellas fertilizantes l�quidos de gran utilidad; asimismo se utilizan en la industria qu�mica. Sin embargo, el principal aprovechamiento de estos vegetales se tiene en la preparaci�n de productos farmac�uticos, como la de anticoagulantes o de medicinas que sirven para expulsar par�sitos intestinales. Tambi�n se ha comprobado la actividad antibacteriol�gica de algunas algas. Se emplean mucho en bacteriolog�a para preparar medios de cultivo con el agar-agar que se obtiene de ellas.

La creciente demanda de algas ha estimulado que los cient�ficos y t�cnicos hayan iniciado los programas para cultivarlas, especialmente de aquellas que se utilizan para el consumo humano. En algunos pa�ses como Jap�n y China, el cultivo de las algas representa una industria que se encuentra en expansi�n y en otras partes del mundo se est� trabajando intensamente para lograr cultivarlas tanto con fines alimenticios como industriales.

El cultivo no s�lo est� resolviendo el problema de la sobre explotaci�n que algunas poblaciones naturales de algas han sufrido, sino que facilita su colecta, adem�s de utilizar aquellas especies que viven en zonas de dif�cil acceso; tambi�n se reducen los costos de la operaci�n y se asegura que la materia prima que la industria requiere se tenga de manera uniforme.

La mayor�a de las especies de algas producen gran cantidad de elementos reproductores, llamados esporas, y pueden incrementarse notablemente si se mejoran las condiciones del medio donde se est�n cultivando.

Los cultivos deben localizarse en �reas protegidas, con caracter�sticas fisicoqu�micas y biol�gicas adecuadas, seg�n la especie que se trabaje, y que no tengan contaminaci�n; asimismo las algas se tienen que proteger de los depredadores, como algunos peces, erizos de mar, y de par�sitos; el manejo de los vegetales j�venes debe hacerse con gran cuidado; y la recolecci�n tiene que organizarse de manera de sostener la m�xima productividad. Adem�s es indispensable conocer la biolog�a del organismo, en especial su reproducci�n y desarrollo.

Los primeros cultivos de los que se tienen noticias fueron los del alga nori Porphyra, que se iniciaron en Jap�n, durante el siglo XVII, utilizando ramas de �rboles o de bamb� para recoger las esporas, coloc�ndolas posteriormente en las �reas de crecimiento. Los investigadores brit�nicos descubrieron en el cultivo de esta alga una fase de su desarrollo a la que llamaron conchocelis, que es capaz de fijarse en las conchas durante el verano y soltarse en el invierno, lo que aprovechan los cultivadores para recogerla en redes colectoras, para llevarlas a las zonas de crecimiento.

El cultivo del nori ha alcanzado el mayor desarrollo en el Jap�n, donde se considera como la m�s rentable de las actividades pesqueras, y en los Estados Unidos.

En Jap�n tambi�n se est� cultivando el alga parda wakame, perteneciente al g�nero Undinaria, utilizando el sistema de cuerdas y la siembra en praderas. Esta alga libera un gran n�mero de esporas que se recogen en cuerdas de fibra sint�tica, que se fijan en marcos de madera hasta finales de oto�o, cuando las algas alcanzan un mil�metro de longitud, se trasladan en balsas flotantes al mar y crecen r�pidamente en las aguas fr�as durante el invierno, llegando a tallas de un metro y produci�ndose 10 kilogramos de algas h�medas por cada metro de cuerda de cultivo. En zonas donde crece el alga wakame de manera natural se colocan piedras o bloques de cemento para que se fijen las esporas y el alga se desarrolle.

En Jap�n y en Corea se cultiva el alga komb�, Laminaria japonica, a la cual los chinos llaman jaidai y la est�n cultivando tambi�n con gran �xito, llev�ndola desde las fr�as aguas oce�nicas del norte de Jap�n, noreste de Corea y Siberia, hasta la costa norte del Mar Amarillo adyacente a China, que presenta caracter�sticas semejantes.

El cultivo de esta alga se lleva a cabo en las bah�as cuyas aguas tienen una profundidad de alrededor de 10 metros. El alga crece en cuerdas envueltas a largas varas de bamb� flotantes sujetas a manera de estacas, o bien, descansando sobre el fondo del mar por medio de pesas. El primer paso consiste en recoger las esporas de las plantas maduras a fines de oto�o y colocarlas en una especie de escalerillas hechas de pedazos de bamb� que penden de las varas. En el mes de enero, las esporas se convierten en reto�os que luego se trasplantan y fijan en las cuerdas a intervalos regulares y despu�s de 4 o 5 meses son algas de 3 o m�s metros de largo, para ser recogidas.

Una serie de dificultades tuvieron que superarse para que el cultivo resultara comercial; incluso despu�s de experimentos satisfactorios con este m�todo, la producci�n era baja y el costo resultaba alto. La colocaci�n estrecha de los reto�os ha demostrado ser uno de los medios para aumentar el rendimiento y en las zonas experimentales la producci�n en gran escala ha elevado su rendimiento de un 30 a un 50%.

Tambi�n se puede incrementar el cultivo por medio de la fertilizaci�n del agua. Sin embargo, el fertilizante vaciado a las aguas del mar que est�n en constante movimiento ser�a pronto arrastrado de la zona de cultivo; fue as� que se idearon m�todos especiales para su aplicaci�n, empleando vasijas de arcilla porosa que permiten que el fertilizante escurra lentamente.

Los experimentos realizados en una �rea extensa demuestran que la aplicaci�n de un kilogramo de nitrato de amonio aumenta considerablemente la cantidad de alga, probando de esta forma que el fertilizante distribuido tiene igual efecto que cuando se aplica en los cultivos agr�colas.

Otro pa�s que est� cultivando algas con gran �xtio es Filipinas, principalmente las del g�nero Eucheuma, en la zona de Mindanao-Tawitawi, para la producci�n de ficocoloides. En este pa�s se ha establecido un sistema familiar de cultivo, en el que el cultivador y su familia aportan la mano de obra, as� como los materiales naturales, como los construidos con mangle, y las empresas productoras de ficocoloide proporcionan los materiales de mayor costo, como las redes, la asesor�a t�cnica y aseguran la adquisici�n de la producci�n.

En los Estados Unidos est�n cultivando la especie Eucheuma isiforme en Florida, en la Bah�a de Puget y el Estrecho de Juan de Fuca, en el estado de Washington. Tambi�n han iniciado su cultivo controlado en estanques, con un rendimiento potencial muy alto por hect�rea, pero sus costos son m�s elevados.

El cultivo de algas en estanques, que rinde formidables incrementos en la productividad, abre importantes perspectivas a esta industria mundial, gracias a experimentos realizados por cient�ficos norteamericanos y japoneses. Lograron establecer una granja donde al alga roja com�n, tambi�n llamada liquen de Irlanda y que pertenece a la especie Chondrus crispus puede producirse en cultivo en cantidades 60 veces m�s altas que las que redit�a su rendimiento natural. El alga roja contiene el coloide qu�mico conocido como carragenano, sustancia gelatinosa que se emplea en la elaboraci�n de productos qu�micos, alimenticios, farmac�uticos y pinturas.

Aunque la producci�n de este agente qu�mico se cuadruplic� en los �ltimos a�os, su disponibilidad en el mercado mundial es limitada a pesar de los cultivos que se realizan en Filipinas. Por tal motivo, los precios de las algas que lo contienen se han incrementado notablemente. Para el cultivo de estas algas, los cient�ficos recomiendan que se utilicen tanques de madera prensada y cubierta con fibra de vidrio o pl�stico, con un �rea de superficie de 3 metros cuadrados, a ellos debe circular constantemente aire llevado por compresoras. En cada estanque se pueden colocar 20 kilos de algas y al cabo de 30 d�as recolectarse 36, lo que rinde un peso neto de 7.2 kilogramos; cada a�o pueden obtenerse hasta 10 cosechas, o sea, 72 kilos de producto seco.

Los principales productores de algas rojas son Indonesia y Filipinas; este �ltimo las cultiva en granjas que rinden m�s de 30 toneladas de producto seco por hect�rea al a�o, y el m�todo de desarrollo consiste en amarrar peque�as ramas de estas algas a una red de monofilamento, justo bajo el nivel de la marea baja y en lagunas protegidas; en s�lo 3 meses una rama de 50 gramos puede alcanzar hasta 5 kilogramos.

Como se ha observado que existen grandes posibilidades de cultivar algas, en muchos pa�ses se han iniciado programas con este fin y as� por ejemplo en la India se est� experimentando con la especie Gracilaria edulis, fijando fragmentos de plantas sanas y de crecimiento r�pido, a cuerdas de benote extendidas en el mar, logrando que en diez meses y medio llegaran a la talla comercial.

En Francia se est�n desarrollando programas para el cultivo del kelp o sargazo gigante Macrocystis pyrifera, para contar con la materia prima que su industria necesita para la producci�n de alginatos. El principal problema que tuvieron que vencer los investigadores franceses fue el miedo de llevar a sus aguas una especie extra�a que podr�a proliferar de manera incontrolada, produciendo da�os en el ecosistema natural.

El cultivo de algas microsc�picas como las de agua dulce de los g�neros Chlorella y Scenedesmas, y la que vive en aguas salobres, Spirulina, ha cobrado gran impulso en los �ltimos 20 a�os, en que los cient�ficos del Instituto Franc�s del Petr�leo empezaron a cultivar Spirulina en �frica.

La Spirulina ha sido consumida desde hace m�s de 500 a�os por los aztecas en M�xico y los kanenmbu en �frica, los cuales recog�an el producto y lo colocaban en cestos y jarros a fin de secarlo expuesto al Sol. En �frica todav�a su consumo es com�n en forma de una salsa llamada die a la que se le agrega grasa de res, cebolla frita, pimientos, gram�neas silvestres y lengua de vaca, y esta salsa sirve para acompa�ar las alb�ndigas de mijo.

El cultivo de Spirulina lo iniciaron los t�cnicos franceses y belgas en la �rida regi�n de Tchad en el a�o de 1962 y esto trajo como resultado que otros pa�ses se interesaran en producir esta alga; por ejemplo, en M�xico la compa��a Sosa Texcoco, S. A., aprovechando las aguas que sobran de su proceso industrial ricas en sosa c�ustica, sal industrial, carbonato de sodio, carbonato de calcio, y uilizando un evaporador solar, la cultiv� en la regi�n conocida como "El caracol" en Texcoco, produciendo tabletas de concentrado del alga que se exportan a Inglaterra, el resto de Europa, Jap�n y Estados Unidos, y as� el viejo tecuitlatl de los aztecas volvi� a resurgir despu�s de cinco siglos.

En la actualidad, Sosa de Texcoco extrae sales de sodio del lago semiseco, para uso industrial; mientras una planta piloto anexa permite obtener la Spirulina. Una hect�rea de alga rinde una cosecha de 30 toneladas de prote�na seca. El Instituto Nacional de Nutrici�n fabric� sopas, atoles y flanes con la Spirulina y los prob� en seres humanos, comprobando que no provoca ning�n tipo de enfermedades.

En 1985, en los Estados Unidos se estableci� una granja para cultivar Spirulina dotada de instalaciones con la m�s alta tecnolog�a, que puede producir una tonelada diaria de esta alga. La granja pertenece a la empresa Earthrise Farms, localizada en la regi�n del Valle Imperial, al sur de California, y utiliza tierras no aptas para otro tipo de cultivo, y agua con alta concentraci�n de sales que tampoco se puede utilizar en agricultura. El producto lo est�n empleando para producir complementos alimenticios para atletas, naturistas vegetarianos y gente que desea tomar una dieta balanceada.

Conforme se desarrolla la tecnolog�a para el cultivo de las algas, los costos de producci�n se abaratan de manera sorprendente, lo que significa un est�mulo para los pa�ses pobres, ya que pueden conseguir alimento sin que esto implique un gasto grande, lo que es muy importante para los pueblos de �frica, Asia y Am�rica Latina principalmente pues, con esto se puede colaborar a resolver el problema de falta de alimento que en estas naciones se presenta.

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