I. LAS TRANSFORMACIONES Y EL DETERIORO AMBIENTAL DE LA CUENCA DE M�XICO

ATRAPADA entre las monta�as del Eje Volc�nico Central, la cuenca de M�xico ha sido, y es todav�a, el centro cultural, pol�tico, econ�mico y social de la naci�n mexicana. Es tambi�n la sede del mayor complejo urbano del mundo, uno de los ejemplos m�s notorios del fen�meno de concentraci�n urbana en los pa�ses del Tercer Mundo. El viejo Tenochtitlan, la capital del An�huac, la colonial ciudad de los palacios que maravill� a Alejandro de Humboldt es hoy el estereotipo del desastre urbano que representan las megal�polis de los pa�ses dependientes.

Antes de la conquista espa�ola, la cuenca de M�xico se encontraba ocupada por un conjunto de pueblos bajo el dominio de Tenochtitlan-Tlatelolco, que compart�a los elementos tecnol�gicos y culturales de una civilizaci�n lacustre altamente desarrollada. La agricultura azteca estaba basada en el cultivo de las chinampas, un sistema de agricultura intensiva altamente productivo formado por una sucesi�n de campos elevados dentro de una red de canales dragados sobre el lecho del lago. El sistema chinampero reciclaba de una manera muy eficiente los nutrientes acarreados por las lluvias de los campos agr�colas, a trav�s de la cosecha de productos acu�ticos de los canales. As�, se obten�an cosechas abundantes que abastec�an de alimentos a la poblaci�n de la cuenca, estimada por muchos investigadores en varios millones de personas. Ya en tiempos prehisp�nicos, sin embargo, las civilizaciones de la cuenca depend�an en cierto grado de la importaci�n de productos al�ctonos, los que, recolectados bajo la forma de tributo al emperador azteca, subsidiaban la econom�a local. Con la Conquista, las ciudades de la cuenca fueron redise�adas seg�n la traza de los pueblos espa�oles y la superficie lacustre comenz� a ser considerada incompatible con el nuevo estilo de edificaci�n y uso de la tierra. A partir del siglo XVII, comenzaron a construirse obras de drenaje de tama�o y complejidad crecientes, con el objeto de librar a la ciudad del riesgo de inundaciones y de secar el lodoso subsuelo del fondo del lago. Estas obras, a su vez, produjeron poco a poco cambios en el medio ambiente de la cuenca. La p�rdida de la agricultura chinampera fue una de las primeras consecuencias de estos cambios.

La situaci�n ambiental de la cuenca de M�xico se ha deteriorado muy r�pidamente durante los �ltimos 40 a�os. Como en muchas otras partes de Am�rica Latina, la industrializaci�n de M�xico en el siglo XX trajo como resultado, un proceso de migraci�n acelerada de campesinos hacia las grandes ciudades. En su r�pido crecimiento, la ciudad de M�xico fue devorando los pueblos sat�lites de la antigua capital, hasta convertirse en la inmensa megal�polis que es actualmente. El conglomerado urbano ocupa la mayor parte del Distrito Federal, y tambi�n una fracci�n importante del vecino Estado de M�xico. Las cadenas monta�osas al sur y al oeste de la cuenca, hasta hace unos quince a�os poco afectadas por el crecimiento de la ciudad, sufren ya las consecuencias del desarrollo urbano explosivo. La cuenca de M�xico, que ocupa s�lo el 0.03% de la superficie, del pa�s, es el h�bitat de 22% de su poblaci�n y constituye un problema ambiental, social y pol�tico de inmensas proporciones.

Todos los citadinos son m�s o menos conscientes del grave problema de contaminaci�n ambiental que genera la ciudad de M�xico. Sin embargo, pocos son conscientes que, a nivel ecol�gico, una de sus caracter�sticas m�s notables es el alto grado de dependencia que tiene respecto de otros ecosistemas. Ni la ciudad ni la cuenca de M�xico son autosuficientes. Dependen cada vez m�s del abastecimiento de bienes provenientes de distintas regiones del pa�s y, de esta manera, el crecimiento de la ciudad representa un grave costo ambiental para el resto del pa�s. Es sabido, por ejemplo, que las selvas del sudeste de M�xico est�n desapareciendo r�pidamente por la tala. Pero pocos capitalinos saben que una de las principales causas de este verdadero desastre ecol�gico es la creciente demanda de carne por parte de la clase media urbana, la cual, literalmente, se est� comiendo la selva en forma de filetes. La mayor parte de las selvas taladas en el sureste quedan, en última instancia, como pastizales tropicales destinados a producir la carne que se vende en los mercados de los grandes centros industriales, y, en particular, en los rastros de la ciudad de M�xico. En este trabajo discutiremos la dependencia de la cuenca de M�xico respecto del resto del pa�s desde el punto de vista ecol�gico. Analizaremos algunos aspectos de la historia ambiental de la cuenca y los costos del crecimiento y del mantenimiento de la ciudad de M�xico para los capitalinos y para el resto del pa�s.

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