VI. PERSPECTIVAS FUTURAS

ES DIF�CIL predecir qu� reserva el futuro a la ciudad de M�xico. Podemos, sin embargo, calcular qu� pasar�a si el sentido de cambio (es decir, las tasas) de las variables bajo estudio se mantiene m�s o menos constante. Este tipo de proyecciones son comunes en demograf�a y deben interpretarse como una evaluaci�n burda de lo que podr�a pasar si las tendencias actuales se mantienen. Para realizar estos c�lculos deben estimarse primero los valores de las tasas de cambio de las variables que nos interesan (cap�tulo IV y Ap�ndice), para posteriormente proyectar hacia el futuro el comportamiento del sistema. Por supuesto, estas proyecciones ser�n s�lo v�lidas si las tasas de cambio permanecen m�s o menos constantes en el futuro. Aunque no existe la certeza de que esto ser� as� en todos los casos, los valores proyectados son, por lo menos, muy buenos indicadores de las consecuencias que se pueden enfrentar si se mantiene determinada pol�tica ambiental.

Al ritmo de cambio actual, para el a�o 2000 (v�anse el cuadro 19 y la figura 18), la ciudad de M�xico ocupara 2 700 km². La mayor parte (92%) de esa inmensa �rea urbana ser� ocupada por edificios y calles, mientras que s�lo 6% de la misma ser� ocupada por parques y �reas verdes. Cerca de 30 000 000 de personas vivir�n en la cuenca de M�xico, con una media de algo menos de 5 m2; de �reas verdes per capita, incluyendo los jardines particulares a los que, por supuesto, no tiene acceso el grueso de la poblaci�n. En las partes m�s pobres de la ciudad la situaci�n ser� considerablemente m�s grave: los vecinos de condominios verticales y de colonias populares gozar�n de menos de 1 m2 de espacios verdes para uso recreacional, como ya es el caso en varias partes de la ciudad (Guevara y Moreno, 1987).

CUADRO 19. Poblaci�n, �rea urbana total y �reas verdes por habitante para la ciudad de M�xico en 1950 y 1980, y valores proyectados para el a�o 2000


1950
1980
2000

Población ( millones )
3.0
13.8
32.7
Área urbana total ( km2 )
215
980
2 700
Áreas verdes urbanas totales ( m2/hab. )
29.0
9.9
5.6
Parques, plazas y áreas recreativas ( m2 /habs.)
9.0
5.9
5.0

La ciudad de M�xico habr� cambiado de la mezcla heterog�nea de ambientes urbanos y rurales, que era su caracter�stica m�s t�pica durante la primera mitad de este siglo, a un ambiente urbano sobrepoblado, sin �reas verdes ni espacios p�blicos abiertos (Figura 18). A fin del milenio aproximadamente 50 m³ de agua deber�n ser bombeados cada segundo de fuera de la cuenca si no se construyen pronto nuevos sistemas de tratamiento de aguas residuales. La fuente de este inmenso caudal de agua no est� definida actualmente, pero lo que s� es claro es que la extensi�n de la mancha urbana a 2 700 km² necesariamente implicar� la deforestaci�n de muchas �reas boscosas perif�ricas que actualmente funcionan como reguladores del ya fuertemente perturbado ciclo hidrol�gico de la cuenca.

No podemos mostrarnos optimistas acerca de estas perspectivas. Todo parece indicar que el crecimiento urbano de la ciudad est� r�pidamente agotando sus l�mites. Debemos asumir el futuro como un problema cient�fico y tambi�n como un problema pol�tico asociado al modelo de desarrollo del pa�s. Es claro que deben tomarse acciones decididas antes de que el problema nos supere por sus dimensiones. Pero ya desde el auge de Teotihuacan la historia de la cuenca de M�xico es una historia de crecimiento, colapso y renacimiento cultural. Quiz�s m�s agudos que nunca, muchos de los problemas actuales de la ciudad de M�xico son casi una tradici�n de la metr�poli. La cuenca de M�xico, durante dos milenios, ha sido de las regiones m�s densamente pobladas del planeta, y sus pobladores han usado su posici�n administrativa y pol�tica preeminente para obtener ventajas de otras regiones del pa�s. Pero tambi�n es indudable que la industrializaci�n moderna ha exagerado esta tendencia hist�rica a niveles dram�ticos y que es, al mismo tiempo, responsable de la urbanizaci�n desproporcionada y de la desigual distribuci�n de poblaci�n y riquezas en la cuenca de M�xico (Garza, 1986).

 

Figura 18. Evoluci�n de la distribuci�n del uso del suelo en la ciudad de M�xico entre 1950 y 1980 y valores calculados para el a�o 2000. Las superficies urbanas fueron divididas en a) �reas agr�colas, b) parques, jardines y camellones, c) terrenos bald�os y d) superficies urbanizadas incluyendo calles y construcciones.

Desde la estabilizaci�n de la Revoluci�n Mexicana se desarroll� un modelo de crecimiento econ�mico que Sandbrook (1986) ha llamado "modernizaci�n conservadora", a trav�s de la alianza de los tres sectores dominantes: el gobierno posrevolucionario, la iniciativa privada y el capital extranjero. El objetivo de esta alianza fue el desarrollo industrial, frecuentemente a expensas de la igualdad social. Los recursos p�blicos fueron masivamente canalizados hacia el desarrollo industrial y �ste, a su vez, produjo una migraci�n a las ciudades y un crecimiento urbano acelerado. Dentro de este modelo de desarrollo, la cuenca de M�xico concentra al gobierno federal, la burocracia del Estado, una amplia clase media con una gran capacidad de consumo, infraestructura como electricidad, calles, escuelas, universidades y servicios de salud y, finalmente, un c�mulo de industrias deseosas de obtener beneficios a partir de este inmenso y creciente mercado. Estos sectores forman la parte "moderna" de la ciudad, con grandes edificios, centros comerciales, autopistas y suburbios residenciales. Pero la mayor parte de la ciudad est� formada por colonias populares, habitadas por trabajadores y subempleados, los que hace apenas una generaci�n eran campesinos en el M�xico rural que llegaron a la ciudad buscando una peque�a tajada de los bienes y servicios que ofrece el modelo de industrializaci�n. La tendencia contin�a, y la mancha urbana todav�a se expande sobre bosques y milpas. S�lo una pol�tica decidida de descentralizaci�n, que promueva la migraci�n hacia ciudades menores, que favorezca la vida de los habitantes del campo y que aplique severos impuestos a los habitantes de la ciudad en proporci�n geom�trica a su nivel de consumo de recursos y a su nivel de producci�n de contaminantes podr�a revertir este proceso (Ruiz Chiapetto, 1986). Pero una pol�tica con esas caracter�sticas costar�a tambi�n mucho dinero a un pa�s con una deuda externa de m�s de 110 000 millones de d�lares y afectarían a los intereses de grandes industrias nacionales y multinacionales, y posiblemente tambi�n afectar�a los intereses inmediatos de los trabajadores del valle de M�xico. La poblaci�n de la cuenca debe asumir y tomar conciencia de la gravedad de los problemas ambientales para que una verdadera pol�tica de descentralizaci�n pueda tener �xito.

El futuro de la cuenca de M�xico se encuentra estrechamente relacionados con el futuro econ�mico de toda Am�rica Latina, y con el modelo de desarrollo pol�tico y social, que el pa�s adopte durante la pr�xima d�cada. Pero la historia de la cuenca de M�xico incluye crecimiento, crisis y renacimientos, desintegraciones catastr�ficas y reorganizaciones culturales.

Aunque quiz�s m�s agudos que nunca, muchos de los problemas no son nuevos. Durante los pr�ximos 10 a�os la ciudad de M�xico, seguir� creciendo. La velocidad a la que crezca depende de las alternativas que se generen en otros polos de desarrollo a nivel nacional. Los costos del crecimiento dependen del grado de organizaci�n y de solidaridad que demuestren los mismos citadinos para resolver los problemas ambientales. R�pida e irreversiblemente, M�xico se est� transformando de un pa�s rural en un pa�s eminentemente urbano. Est� en nuestras manos, encontrar respuestas creativas a los viejos y a los nuevos problemas que plantea el desarrollo industrial de la antigua capital del An�huac.

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