EPÍGRAFE

Por un principio suyo empezaremos: ninguna cosa nace de la nada; no puede hacerlo la divina esencia: aunque reprime a todos los mortales el miedo de manera que se inclinen a creer producidas por los dioses muchas cosas del cielo y de la tierra, por no llegar a comprender sus causas. Por lo que cuando hubiéremos probado que de la nada nada puede hacerse entonces quedaremos convencidos del origen que tiene cada cosa; y sin la ayuda de los inmortales de qué modo los seres son formados. Porque si de la nada fuesen hechos, podría todo género formarse de toda cosa sin semilla alguna. Los hombres de la mar nacer podrían, de la tierra los peces y las aves, lanzáranse del cielo los ganados, y las bestias feroces como hijos de la casualidad habitarían los lugares desiertos y poblados: los mismos frutos no daría el árbol, antes bien diferentes los daría: todos los cuerpos produjeran frutos; pues careciendo de principios ciertos, a las cosas ¿qué madre señalamos? Pero es porque los seres son formados de unas ciertas semillas de que nacen y salen a la luz en donde se hallan sus elementos y primeros cuerpos: por lo que esta energía circunscribe la generación propia a cada especie. La doctrina fundamental. De la naturaleza de las cosas TITO LUCRECIO CARO (99-55 a.C.)

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