X. OTROS USOS DE LOS RADIOISÓTOPOS Y DE LA RADIACIÓN
A
DEMÁS
de las aplicaciones médicas ya descritas existe una infinidad de actividades agrícolas, industriales y científicas en que se utiliza la radiación. Estas técnicas se basan generalmente en los mismos principios que las aplicaciones médicas: la propiedad de los radioisótopos de emitir radiación penetrante que permite "seguirle la pista" al elemento radiactivo y la propiedad de las dosis altas de radiación para producir cambios en la estructura celular de los organismos irradiados. Este capítulo describe algunos de los logros obtenidos con el uso de la radiación en agricultura, hidrología, industria, investigación biomédica, esterilización de material médico e irradiación de alimentos. Al final del capítulo se discute el uso de la energía nuclear en la generación de electricidad.Cuenta la historia que la primera utilización práctica de un elemento radiactivo como trazador ocurrió en 1911, en una pensión de Manchester, Inglaterra. Uno de los huéspedes, llamado George de-Hevesy, trabajaba como ayudante en un laboratorio en que se experimentaba con los radioisótopos, recientemente descubiertos. Cada noche, al servirse la comida que preparaba la dueña de la pensión, al parecer con esmero, a De-Hevesy le asaltaba la sospecha de que le estaban dando sobras de los días anteriores.
Conociendo las propiedades de los radioisótopos, se le ocurrió agregar una pequeña cantidad de un elemento radiactivo a los restos de su comida. Al día siguiente llevó a la pensión un electroscopio, instrumento sensible a la radiación; cuando el menú se repitió, acercó el electroscopio al plato y comprobó que la comida emitía radiación. Entusiasmado, intentó explicarle su descubrimiento científico a la dueña quien desgraciadamente fue poco receptiva a las palabras entusiastas y... De-Hevesy tuvo que buscarse inmediatamente otra pensión. George de-Hevesy continuó trabajando en el tema y en 1943 obtuvo el premio Nobel de Medicina por sus aportes al campo del uso de radioisótopos como trazadores.
Una de las aplicaciones más interesantes de los radioisótopos como trazadores corresponde al estudio del aprovechamiento de los fertilizantes en las plantas. La importancia de este conocimiento es tanto económica como ecológica. Para los países en vías de desarrollo, la compra de fertilizantes significa un desembolso anual de grandes sumas de dinero generalmente divisas pues muchos de los fertilizantes son importados. Además, el uso excesivo o inadecuado de un fertilizante puede dañar al medio ambiente. Lo ideal es conocer, con precisión, la cantidad de fertilizante que se debe aplicar a cada tipo de cultivo y en qué forma, para lograr un máximo aprovechamiento.
La técnica de trazadores radiactivos consiste en incorporar al fertilizante un radioisótopo (por lo general fósforo-32), aplicar el fertilizante y, posteriormente, detectar la radiación emitida por el fósforo-32 para seguirlo en su camino metabólico dentro del vegetal. Estas observaciones permiten determinar qué cantidad de fertilizante llega a la planta y cuánto se desperdicia en el terreno. El uso de radioisótopos es la única manera para saber cuál es fósforo proveniente del fertilizante y distinguirlo del que la planta absorbe naturalmente del suelo donde crece.
Entre los logros de la técnica del fósforo-32 como trazador se puede mencionar un estudio en que participaron varios países en vías de desarrollo. El trabajo demostró que el fertilizante fosfatado, ya fuera depositado directamente sobre la superficie del suelo, o mezclado con éste, suministraba a las plantas de arroz más del doble de fósforo que si se depositaba a 10 cm de profundidad entre las filas de plantas. Resultados como éste han permitido ahorrar grandes cantidades de fertilizante sin disminuir la productividad de cultivos esenciales para la alimentación de millones de personas.
Los estudios hidrológicos comprenden, entre otros, la medición de la cantidad de agua caída en forma de lluvia y nieve, las características de los depósitos acuíferos subterráneos, la determinación del flujo de los ríos y arroyos, la medición de pérdidas de agua de presas, canales o lagos, y la comprensión de la dinámica de lagos y reservas. En estas investigaciones los análisis isotópicos prestan una ayuda insustitutible por la información que brindan de los isótopos presentes naturalmente en el agua y acerca del uso de elementos radiactivos agregados a aquella para un fin específico.
Esta última técnica consiste en inyectar una cantidad conocida de un radioisótopo al volumen de agua que se desea estudiar y, posteriormente, seguir la pista del elemento radiactivo determinando, a partir de la evolución de la concentración del radioisótopo, ciertas características del sistema acuífero. En el caso de fuentes de agua subterránea, el empleo de trazadores radiactivos permite conocer el contenido y el origen del agua, la velocidad y dirección del flujo, la relación entre el depósito y las aguas superficiales, las posibles conexiones entre acuíferos, etc. Uno de los radioisótopos más usados en estos estudios es el tritio (hidrógeno-3). Las técnicas actuales permiten reconocer un átomo de tritio en 10
18
átomos de hidrógeno (uno entre un millón de millones de millones), por lo que la cantidad de tritio inyectada al medio acuático durante el estudio es sumamente pequeña.
El estudio de isótopos naturales presentes en el agua se basa en la capacidad técnica de detectar pequeñísimos cambios en la concentración de deuterio (hidrógeno-2) y de oxígeno-18, ambos presentes naturalmente en el agua junto a los isótopos más abundantes hidrógeno-1 y oxígeno-16.
Existen varios procesos naturales que afectan la composición isotópica del agua (es decir, la proporción en que se encuentra cada uno de los isótopos de un elemento en la muestra). Durante la evaporación y condensación del agua, necesarias para la formación de nubes y producción de lluvias, los isótopos más pesados se hacen más escasos. Las moléculas de agua (H
2
O) formadas por átomos de los isótopos livianos (hidrógeno-1 y oxígeno-16) son más volátiles que aquéllas constituidas por los isótopos pesados (hidrógeno-2 y oxígeno-18), por lo que el vapor de agua formado en la evaporación de los océanos contiene una fracción menor de hidrógeno-2 y oxígeno-18 que el agua del mar donde se origina. Como consecuencia de este fenómeno, lluvias sucesivas de un mismo vapor de agua original contendrán cada vez menos isótopos pesados. Estas diferencias se pueden medir, y los resultados se usan para determinar el origen del agua en los acuíferos, identificar conexiones entre lagos y aguas subterráneas, velocidad de flujos, etcétera.Otro proceso natural que cambia la composición isotópica del agua es la condensación del vapor en diferentes temperaturas y altitudes (el contenido del isótopo pesado disminuye con la altura). Este último efecto es muy útil pues permite identificar la zona de donde proviene el agua de un depósito. Las variaciones observadas son de un 0.3% de disminución de oxígeno-18 y 2.5% de disminución de hidrógeno-2, por cada 100 metros de aumento en la altitud del lugar donde se produce la condensación.
Un ejemplo de la aplicación de estas técnicas lo constituye un proyecto realizado en la llanura costera de Nicaragua, entre el Océano Pacífico y una cordillera con cimas de 1 700 m de altitud, situada a 20 km de la costa. Se deseaba conocer el origen de los depósitos de agua del llano, una superficie de 1 100 km², a unos 200 m de altura sobre el nivel del mar. Los estudios de concentración isotópica mostraron que las aguas poco profundas de la llanura recibían el líquido localmente, mientras que el agua de los pozos profundos se originaba en la lluvia caída en las montañas, a más de 300 m de altitud. Estudios similares dentro de América Latina se han efectuado en Brasil, Guatemala, Jamaica y México.
En la industria es posible agregar radioisótopos a un proceso y seguir su avance para estudiar algunos problemas industriales como el grado de mezcla de fluidos, polvos o gases, la eficiencia de la filtración en ventilación, la velocidad de flujo en tuberías, la detección de fugas en tubos subterráneos y el control de cables que transportan gases.
En la actualidad casi todas las áreas de la investigación biomédica utilizan elementos radiactivos como trazadores; esto ha hecho que se descubran las vías metabólicas por las cuales se transportan las sustancias en el organismo. En el área de la farmacología, la posibilidad de marcar tanto los medicamentos como los tóxicos, permite seguirlos y así conocer cómo actúan, dónde se acumulan y qué tejidos pueden aliviar o dañar. Mencionamos brevemente que el estudio de los oncogenes (genes que, se piensa, pueden causar cáncer) se realiza marcando el
ADN
con elementos radiactivos.MUTACIONES INDUCIDAS EN SEMILLAS
En el capítulo referente a los efectos genéticos de la radiación se vio que es posible inducir mutaciones en el material genético de un organismo, las que ocasionarán cambios en alguna de las características de los descendientes. Al irradiar semillas para inducir mutaciones se espera producir cambios genéticos que resulten benéficos para el cultivo de las plantas, como sería una mayor resistencia a alguna enfermedad específica, mejor adaptación a ciertas condiciones ambientales, o un mayor rendimiento en las cosechas. Como no es posible controlar una irradiación para que sólo produzca mutaciones beneficiosas, ni mucho menos escoger la característica que deseamos modificar, los experimentos en que se inducen mutaciones en semillas son extremadamente largos. Miles de semillas antes de ser plantadas, son irradiadas con rayos gamma o neutrones y, posteriormente observadas para identificar las mutaciones que podrían ser beneficiosas. Actualmente, las mejores variedades de cebada que se cultivan en Europa, el trigo cultivado en Italia y el arroz cultivado en California, provienen de mutaciones inducidas.
Un ejemplo de este uso de la radiación es el desarrollo, en Hungría, de una variedad de arroz resistente a una enfermedad altamente dañina. Se decidió comenzar a experimentar con arroz Cesariot, una variedad usada en Francia que presentaba una conocida resistencia a la enfermedad. Sin embargo, el clima húngaro no es igual que el clima francés y el arroz Cesariot se tardaba demasiado en madurar y no se conseguían buenas cosechas. Con radiación se intentó inducir en la semilla Cesariot una mutación genética que acelerara la maduración sin perder la resistencia a la enfermedad. Muestras de semillas se irradiaron con diversas dosis de rayos gamma y neutrones de alta energía. Se plantaron las semillas irradiadas y se observaron las dos primeras generaciones para seleccionar aquellas plantas que producían flores antes que el resto. Uno de los mutantes producido con irradiación de neutrones, florecía tres semanas antes que el arroz Cesariot. Estas semillas se plantaron y las plantas producidas mantuvieron esta característica. A esta línea se le llamó Cesariot temprano, unos años más tarde ya estaba comercialmente disponible en Hungría para su cultivo.
Muchos otros mutantes se utilizan actualmente para alimentar a la población mundial. Algunos de éstos son cereales de alto rendimiento que forman parte de la "Revolución verde". Las espigas de estas variedades son cortas y duras, de manera que el uso de fertilizantes se traduce en un incremento del grano, en vez de que crezcan las hojas o los tallos.
Las técnicas de esterilización buscan causar un efecto benéfico a través del uso controlado de una gran cantidad de radiación. Nos referiremos a la esterilización de insectos dañinos, a la destrucción de gérmenes en materiales de uso médico y a la preservación de alimentos.
Se estima que las pérdidas agrícolas debidas a la presencia de ciertos insectos alcanzan el 10% de la cosecha total. En el nivel mundial, esto equivale a perder la producción de todo un país como Estados Unidos. Tradicionalmente se han utilizado sustancias químicas para controlar las poblaciones dañinas, pero, después de algunos años de uso se ha observado que, por un lado, los insectos se han vuelto resistentes a los insecticidas, y por otro, los residuos venenosos que quedan en las frutas y hortalizas resultan dañinos para el medio ambiente.
Existe una técnica de esterilización de insectos, en la que se usa radiación ionizante, que ha demostrado su utilidad en varias ocasiones. Consiste en irradiar una gran cantidad de insectos con dosis suficientemente altas como para volverlos estériles, es decir, incapaces de reproducirse. Estos insectos son liberados en las zonas infestadas por sus propios congéneres, así, al aparearse con los insectos de la plaga no se producirá descendencia. La liberación repetida de insectos estériles logra reducir considerablemente el tamaño de la población. La radiación que se emplea atraviesa los insectos y los esteriliza, sin dejarlos radiactivos, por lo que las moscas liberadas no producen ninguna irradiación del medio ambiente.
Uno de los ejemplos más espectaculares del uso exitoso de esta técnica es la erradicación de la mosca del Mediterráneo, en territorio mexicano, hace unos 10 años. En 1977 llegó a México, por el sur, una de las pestes agrícolas más serias: la mosca del Mediterráneo. Esta mosca es dañina para unas 200 plantas frutales y ha causado pérdidas cuantiosas en varios países. Apenas la hembra ha sido inseminada busca un fruto u hortaliza para depositar sus huevos. Una vez que encuentra un huésped apropiado, la mosca inserta un aparato anatómico con forma de jeringa bajo la cáscara del fruto y deja allí sus huevos. En un par de horas salen larvas de los huevos y éstas comienzan a alimentarse del fruto que rápidamente se pudre. Una semana más tarde, las larvas migran a la superficie del fruto y, finalmente, se establecen en el suelo o en desperdicios orgánicos, donde se transformarán en insectos adultos listos para reproducirse. La vida de la hembra dura un mes y a lo largo de ella pone entre 200 y 300 huevos. Tomando en cuenta las limitaciones en la cantidad de alimento disponible, se estima que unas 1 000 hembras pueden producir más de un millón de descendientes en tres generaciones. Con estas cifras, la producción agrícola en un área de 30 000 km2 (aproximadamente la superficie del estado de Yucatán o la mitad de la República de Panamá) puede resultar infestada en sólo tres meses.
El programa llevado a cabo en México se llama "Moscamed" y tiene como objetivos detener el avance de la mosca hacia el norte, erradicarla de México, Guatemala y finalmente, de toda América Central. El Organismo Internacional de Energía Atómica (
IAEA
) se encargó del entrenamiento del personal necesario y desarrolló un sistema para el crecimiento, irradiación con rayos gamma y liberación de millones de moscas por semana. El proyecto en que también participó laFAO
(Food and Agriculture Organization), requirió construir la "fábrica" que se muestra en la fotografía, para la producción de las moscas estériles. En enero de 1981 se había detenido la migración de la mosca y finalmente fue erradicada del territorio mexicano donde ya había infestado tres millones de hectáreas (una superficie mayor que el área total cultivada con frijol en México) causando pérdidas por millones de dólares al año. Actualmente se están utilizando moscas estériles en Guatemala y México para protegerse de una reinvasión.
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Edificio construido en Tapachula, Chis., para servir de "fábrica" de moscas estériles del proyecto Moscamed. Un uso ya rutinario de la radiación en grandes cantidades es la esterilización de productos médicos, tales como algodón, guantes y ropa de cirugía, suturas, jeringas, válvulas cardiacas, prótesis, etc. Para algunos de estos productos, los métodos alternativos de esterilización, como el calor o el vapor, no se pueden utilizar pues destruirían las características del material. En estos casos, la técnica más efectiva y barata resulta ser la irradiación con rayos gamma de cobalto-60.
Los productos que se van a esterilizar son introducidos en paquetes herméticamente sellados, impermeables a microorganismos. La radiación gamma atraviesa el paquete e irradia todas las partes del objeto que, mientras no se abra, la esterilización durará por tiempo indefinido. Como la irradiación casi no aumenta la temperatura, los objetos hechos de plástico no sufren daño térmico. En ocasiones, éste es el único método para esterilizar preparaciones de origen biológico y también polvos, pomadas o soluciones. El material irradiado no queda activado (la energía de los rayos gamma es demasiado baja), por lo que el usuario no recibe ninguna dosis al utilizar el material.
Un tercer ejemplo del uso de altas dosis de radiación (y que no produce ninguna actividad en el producto irradiado) se refiere a la preservación de alimentos. Grandes cantidades de alimentos se desperdician, debido a que se descomponen rápidamente, en particular en climas calurosos y húmedos o en comunidades que no cuentan con refrigeradores u otros métodos para prolongar la vida de un alimento, desde la cosecha hasta el consumo.
Desde hace 35 años se sabe que la radiación puede extender la vida de ciertos alimentos. Los estudios realizados en varios países no han detectado efectos nocivos asociados al consumo de esta comida, y es así como hasta ahora unos 30 países han autorizado la comercialización de productos comestibles irradiados. Los estandares internacionales han sido establecidos conjuntamente por la
IAEA
, laFAO
y la Organización Mundial de la Salud.
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Hongos irradiados con diferentes dosis de rayos gamma (los números indican las dosis recibidas, en miles de rads). Se observa que las dosis más altas mejoran la conservación del producto.
Existen varias técnicas de preservación de alimentos que difieren según la cantidad de radiación utilizada. Se conoce como radappertización (en honor de Nicolás Adapperte, el inventor de las "conservas" en 1810) el método en que se usan dosis suficientes para que el número de microorganismos en el alimento se reduzca prácticamente a cero. En estos casos, la energía que recibe el producto es 10 veces menor que aquella que sería necesaria para preparar con él una conserva enlatada. Otra técnica consiste en irradiar para interferir, no los procesos microbiales, sino ciertas características fisiológicas del producto, como sería la inhibición de brotes en las papas, ajos y cebollas, y el retraso en la maduración de frutas.
Aproximadamente existen 30 irradiadores de alimentos en el mundo, cuatro de ellos en América Latina (en Brasil, Chile, Cuba y Perú), y los productos irradiados incluyen frutas y vegetales (papas, cebollas, ajos, frutas secas, champiñones, fresas y mangos), especias y condimentos, granos y harinas, carne y pescado (res semipreparada, pollo, camarones) y productos para pacientes que requieran una dieta estéril en su tratamiento médico.
El uso de energía nuclear en un reactor constituye una tecnología totalmente diferente de las descritas previamente en este libro. Sin embargo, debido a que el funcionamiento de un reactor produce radiación que afecta a la vida, hemos considerado necesario incluir un breve análisis sobre el uso actual de plantas nucleoeléctricas, sus principales ventajas y desventajas respecto a otras alternativas energéticas y las formas como la radiación de un reactor llega al medio ambiente.
El desarrollo científico y tecnológico, particularmente en los últimos 100 años, han llevado a una gran parte de la humanidad a un nivel de vida que requiere altos consumos de energía. La llamada sociedad tecnológica actual gasta 20 veces más energía de lo que se gastaba hace cientos de años para mantener a una sociedad de desarrollo primitivo basada en la agricultura. Las mayores diferencias se deben al uso de energía en el transporte, en la industria, en las técnicas agrícolas modernas y en los usos domésticos. El 76% del consumo energético actual ocurre en naciones industrializados, y el resto, en países en vías de desarrollo. Paradójicamente, el 73% de la población mundial, vive en países aún no desarrollados.
Un análisis sencillo de esta situación nos hace concluir que el consumo mundial de energía continuará en aumento en el futuro cercano. En primer lugar, la población mundial sigue creciendo, sobre todo en los países más pobres. Estos son precisamente los países que necesitan mejorar el nivel de vida de su población y, por lo tanto, requerirán una mayor cantidad de energía disponible. Esta energía se consume diariamente en iluminación, calefacción, combustible para los vehículos de transporte y otros usos directos, y también, de manera indirecta, al gastarla para producir los alimentos y objetos de uso común. (La fabricación de un kilogramo de papel consume la energía contenida en medio kilo de petróleo, y en la construcción de una casa de 100 m2 se usa tanta energía como la que se obtiene de 10 000 kilos de petróleo.) Por otro lado, los países industrializados continuarán su progreso mejorando el nivel de vida de sus sectores menos favorecidos, renovando áreas urbanas e industriales a medida que el tiempo las vuelva obsoletas y todo esto ocasionará aún mayores gastos de energía.
El 25% del uso total de energía en el mundo presente es para producir electricidad. La producción de electricidad se realiza en una planta eléctrica que utiliza un combustible para mover una turbina conectada a un generador de electricidad. Las plantas termoeléctricas queman petróleo o carbón y con el vapor producido se impulsa la turbina. En una planta hidroeléctrica se usa la fuerza de una caída de agua para mover la turbina generadora, y en una planta nucleoeléctrica se aprovecha para el mismo efecto la energía que se libera al fisionarse los núcleos de uranio. Existen otras fuentes de electricidad, como es el aprovechamiento de la energía solar, de la energía del viento y de los depósitos de agua y gases calientes en el interior de la superficie terrestre, pero su contribución actual a la producción total de electricidad es muy pequeña.
Hay dos aspectos principales que han hecho necesaria la inclusión de un análisis sobre reactores en este libro. Uno es la producción de residuos radiactivos durante el funcionamiento normal del reactor y, el otro, es la posibilidad de un accidente en que se libere una gran cantidad de sustancias radiactivas al medio ambiente. Una planta nucleoeléctrica produce anualmente durante su funcionamiento normal un volumen de dos metros cúbicos de desechos radiactivos sólidos de alta actividad y 23 mil metros cúbicos de residuos sólidos de menor actividad. Estos desechos son almacenados en contenedores especialmente diseñados y permanecen bajo control continuo. Como las vidas medias de algunas de estas sustancias llegan a los miles de años, la contención de los desechos debe ser tal, que se asegure que durante ese lapso no entrarán en contacto con ninguno de los ciclos biológicos. Pequeñas cantidades de desechos son liberados al medio ambiente durante el funcionamiento normal de un reactor, pero bajo la estricta norma de no sobrepasar en un año 5 milirems de equivalente de dosis a ningún ser que viva en las cercanías de la planta. Esta cantidad es menor que el 3% de los valores de radiación recibidos de manera natural. (Esto se discutió en el capítulo VII.)
Durante un accidente grave en un reactor nuclear, el interior de éste, donde ocurren las reacciones de fisión del uranio, entra en contacto directo con el medio ambiente y se libera parte del material radiactivo ahí contenido. Los reactores comerciales (usados como plantas generadoras de electricidad) han sido diseñados con múltiples barreras de contención, de modo que, en caso de un accidente en el interior, la radiactividad no encuentre un camino fácil para salir al exterior. Durante el accidente de la Isla de Tres Millas en
EUA
en 1979, estas barreras ayudaron a evitar una dispersión importante del material radiactivo. En el caso del reactor Chernobil, estas barreras prácticamente no existían (el reactor se había diseñado para producir el plutonio necesario en la fabricación de bombas nucleares, no como planta nucleoeléctrica) y, tal como se explicó en el capítulo VII, en esa ocasión la contaminación radiactiva fue de gran magnitud. Estos accidentes son los más graves que se conocen en la industria nucleoeléctrica. Son más de 400 los reactores que hoy funcionan en 26 países que acumulan unos 4 500 años-reactor de experiencia.Pareciera que estas características de los reactores los harían totalmente inaceptables como fuentes energéticas hoy en día. Sin embargo, antes de sacar conclusiones, es necesario preguntarse sobre la seguridad y las virtudes ecológicas de las otras fuentes de energía.
La generación de hidroelectricidad pareciera un método limpio y seguro. Sin embargo, la construcción de grandes presas para la acumulación del agua, en ocasiones representa un grave atentado al equilibrio ecológico de la zona. Además, una presa siempre corre el riesgo de colapsarse, ya sea durante un terremoto o por fallas estructurales. Miles de personas han muerto en las avalanchas que siguen a la destrucción de una presa, haya sido diseñada o no para producir electricidad.
El carbón es probablemente el combustible que cuenta con mayores reservas en nuestro planeta, a pesar de las grandes cantidades ya consumidas. Sin embargo, la extracción del carbón en las minas es sumamente peligrosa y ha cobrado miles de vidas de mineros que aún en nuestros días mueren a causa de las explosiones de gas grisú, o como consecuencia de inundaciones en el interior de los túneles. Además, la combustión de carbón es muy contaminante. Se produce humo, cenizas, óxidos de azufre y óxidos de nitrógeno. El 99% del humo y las cenizas se pueden eliminar con un precipitador electrostático, pero la fracción que queda, de tamaño menor que una milésima de milímetro, fácilmente se instala en los pulmones. El óxido de azufre se origina en el contenido natural de azufre del carbón quemado y a través de una serie de reacciones químicas puede transformarse en ácido sulfúrico o algún sulfato metálico que va a depositarse en los pulmones de los individuos donde ejerce una acción corrosiva. La famosa tragedia de Londres en los años cincuenta, en que miles de seres humanos perdieron la vida a causa de la contaminación, fue causada por la excesiva quema del carbón. El siguiente contaminante asociado a la combustión del carbón son los óxidos de nitrógeno que, se piensa, tienen un efecto carcinógeno cuando se asocian con otras sustancias o moléculas de nuestro cuerpo.
El uso del petróleo como combustible lleva asociado también una serie de riesgos. Explosiones como la de San Juan Ixhuatepec, México (San Juanico) ocurrida en 1985, en que murieron más de 500 personas o los graves accidentes de barcos petroleros en que vastas áreas de tierra y mar resultan gravemente dañadas con la consecuente muerte de miles de ejemplares de la flora y fauna, son noticia casi regular en nuestros periódicos. Tan sólo durante 1989 ocurrieron gravísimos derrames de petróleo, uno en Valdez, Alaska; otro en la Antártida y al menos un par en zonas altamente habitadas en el Este de Estados Unidos. Miles de kilómetros de playas se han inutilizado por el aceite derramado y miles de especies animales y vegetales resultaron afectadas. Sobre todo en Alaska y Antártida, se puede sufrir un daño que no será reparable antes de que pasen algunas décadas.
Un efecto ambiental común tanto a la combustión de carbón y de petróleo es la producción de bióxido de carbono. Este gas no es directamente dañino, pero causa el llamado efecto invernadero, debido al cual la temperatura de nuestro planeta podría aumentar, rompiendo el delicado equilibrio que mantiene a la vida tal como la conocemos. En los últimos años se ha comenzado a observar cierta evidencia climática de que el calentamiento pudiera ya haber empezado.
Los datos aportados son una confirmación de que toda tecnología que se aplique con exceso afecta al medio ambiente y lleva implícito un riesgo. El beneficio de una amplia disponibilidad de energía no es de ninguna manera gratuito y el precio que se debe pagar no se contabiliza solamente en pesos o en dólares. Nuestra civilización ha exigido del planeta recursos extraordinarios para poder llegar al nivel de desarrollo que hoy conocemos. Pareciera que estamos comenzando a observar el deterioro inevitable que nuestro progreso ha causado en el suelo, aire, agua, flora y fauna que nos rodea. Los accidentes que, además de las víctimas humanas, causan cada vez más catástrofes ecológicas, son en su gran mayoría causados por factores humanos: operadores de un reactor que realiza pruebas que violan las reglas y medidas de seguridad, el capitán de un barco petrolero que duerme borracho en su camarote en el momento en que una mala maniobra causa el derrame del combustible transportado, el uso de equipo industrial obsoleto al que no se le brinda el mantenimiento apropiado, etc. La industria nucleoeléctrica comparte la culpa con otras actividades de alto riesgo cuando ambas violan la reglamentación destinada a evitar accidentes. Pero tanto una como la otra son elementos indispensables en nuestra sociedad tecnológica. Una mayor preocupación por el medio ambiente, además de una selección rigurosa de aquellos individuos responsables de la seguridad industrial, posiblemente disminuirá el efecto negativo, y aparentemente inevitable, que nuestro bienestar causa al planeta.
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