X. OTROS USOS DE LOS RADIOIS�TOPOS Y DE LA RADIACI�N

ADEM�S de las aplicaciones m�dicas ya descritas existe una infinidad de actividades agr�colas, industriales y cient�ficas en que se utiliza la radiaci�n. Estas t�cnicas se basan generalmente en los mismos principios que las aplicaciones m�dicas: la propiedad de los radiois�topos de emitir radiaci�n penetrante que permite "seguirle la pista" al elemento radiactivo y la propiedad de las dosis altas de radiaci�n para producir cambios en la estructura celular de los organismos irradiados. Este cap�tulo describe algunos de los logros obtenidos con el uso de la radiaci�n en agricultura, hidrolog�a, industria, investigaci�n biom�dica, esterilizaci�n de material m�dico e irradiaci�n de alimentos. Al final del cap�tulo se discute el uso de la energ�a nuclear en la generaci�n de electricidad.

USO DE TRAZADORES

Cuenta la historia que la primera utilizaci�n pr�ctica de un elemento radiactivo como trazador ocurri� en 1911, en una pensi�n de Manchester, Inglaterra. Uno de los hu�spedes, llamado George de-Hevesy, trabajaba como ayudante en un laboratorio en que se experimentaba con los radiois�topos, recientemente descubiertos. Cada noche, al servirse la comida que preparaba la due�a de la pensi�n, al parecer con esmero, a De-Hevesy le asaltaba la sospecha de que le estaban dando sobras de los d�as anteriores.

Conociendo las propiedades de los radiois�topos, se le ocurri� agregar una peque�a cantidad de un elemento radiactivo a los restos de su comida. Al d�a siguiente llev� a la pensi�n un electroscopio, instrumento sensible a la radiaci�n; cuando el men� se repiti�, acerc� el electroscopio al plato y comprob� que la comida emit�a radiaci�n. Entusiasmado, intent� explicarle su descubrimiento cient�fico a la due�a quien desgraciadamente fue poco receptiva a las palabras entusiastas y... De-Hevesy tuvo que buscarse inmediatamente otra pensi�n. George de-Hevesy continu� trabajando en el tema y en 1943 obtuvo el premio Nobel de Medicina por sus aportes al campo del uso de radiois�topos como trazadores.

Una de las aplicaciones m�s interesantes de los radiois�topos como trazadores corresponde al estudio del aprovechamiento de los fertilizantes en las plantas. La importancia de este conocimiento es tanto econ�mica como ecol�gica. Para los pa�ses en v�as de desarrollo, la compra de fertilizantes significa un desembolso anual de grandes sumas de dinero —generalmente divisas— pues muchos de los fertilizantes son importados. Adem�s, el uso excesivo o inadecuado de un fertilizante puede da�ar al medio ambiente. Lo ideal es conocer, con precisi�n, la cantidad de fertilizante que se debe aplicar a cada tipo de cultivo y en qu� forma, para lograr un m�ximo aprovechamiento.

La t�cnica de trazadores radiactivos consiste en incorporar al fertilizante un radiois�topo (por lo general f�sforo-32), aplicar el fertilizante y, posteriormente, detectar la radiaci�n emitida por el f�sforo-32 para seguirlo en su camino metab�lico dentro del vegetal. Estas observaciones permiten determinar qu� cantidad de fertilizante llega a la planta y cu�nto se desperdicia en el terreno. El uso de radiois�topos es la �nica manera para saber cu�l es f�sforo proveniente del fertilizante y distinguirlo del que la planta absorbe naturalmente del suelo donde crece.

Entre los logros de la t�cnica del f�sforo-32 como trazador se puede mencionar un estudio en que participaron varios pa�ses en v�as de desarrollo. El trabajo demostr� que el fertilizante fosfatado, ya fuera depositado directamente sobre la superficie del suelo, o mezclado con �ste, suministraba a las plantas de arroz m�s del doble de f�sforo que si se depositaba a 10 cm de profundidad entre las filas de plantas. Resultados como �ste han permitido ahorrar grandes cantidades de fertilizante sin disminuir la productividad de cultivos esenciales para la alimentaci�n de millones de personas.

Los estudios hidrol�gicos comprenden, entre otros, la medici�n de la cantidad de agua ca�da en forma de lluvia y nieve, las caracter�sticas de los dep�sitos acu�feros subterr�neos, la determinaci�n del flujo de los r�os y arroyos, la medici�n de p�rdidas de agua de presas, canales o lagos, y la comprensi�n de la din�mica de lagos y reservas. En estas investigaciones los an�lisis isot�picos prestan una ayuda insustitutible por la informaci�n que brindan de los is�topos presentes naturalmente en el agua y acerca del uso de elementos radiactivos agregados a aquella para un fin espec�fico.

Esta �ltima t�cnica consiste en inyectar una cantidad conocida de un radiois�topo al volumen de agua que se desea estudiar y, posteriormente, seguir la pista del elemento radiactivo determinando, a partir de la evoluci�n de la concentraci�n del radiois�topo, ciertas caracter�sticas del sistema acu�fero. En el caso de fuentes de agua subterr�nea, el empleo de trazadores radiactivos permite conocer el contenido y el origen del agua, la velocidad y direcci�n del flujo, la relaci�n entre el dep�sito y las aguas superficiales, las posibles conexiones entre acu�feros, etc. Uno de los radiois�topos m�s usados en estos estudios es el tritio (hidr�geno-3). Las t�cnicas actuales permiten reconocer un �tomo de tritio en 1018 �tomos de hidr�geno (uno entre un mill�n de millones de millones), por lo que la cantidad de tritio inyectada al medio acu�tico durante el estudio es sumamente peque�a.

El estudio de is�topos naturales presentes en el agua se basa en la capacidad t�cnica de detectar peque��simos cambios en la concentraci�n de deuterio (hidr�geno-2) y de ox�geno-18, ambos presentes naturalmente en el agua junto a los is�topos m�s abundantes hidr�geno-1 y ox�geno-16.

Existen varios procesos naturales que afectan la composici�n isot�pica del agua (es decir, la proporci�n en que se encuentra cada uno de los is�topos de un elemento en la muestra). Durante la evaporaci�n y condensaci�n del agua, necesarias para la formaci�n de nubes y producci�n de lluvias, los is�topos m�s pesados se hacen m�s escasos. Las mol�culas de agua (H2O) formadas por �tomos de los is�topos livianos (hidr�geno-1 y ox�geno-16) son m�s vol�tiles que aqu�llas constituidas por los is�topos pesados (hidr�geno-2 y ox�geno-18), por lo que el vapor de agua formado en la evaporaci�n de los oc�anos contiene una fracci�n menor de hidr�geno-2 y ox�geno-18 que el agua del mar donde se origina. Como consecuencia de este fen�meno, lluvias sucesivas de un mismo vapor de agua original contendr�n cada vez menos is�topos pesados. Estas diferencias se pueden medir, y los resultados se usan para determinar el origen del agua en los acu�feros, identificar conexiones entre lagos y aguas subterr�neas, velocidad de flujos, etc�tera.

Otro proceso natural que cambia la composici�n isot�pica del agua es la condensaci�n del vapor en diferentes temperaturas y altitudes (el contenido del is�topo pesado disminuye con la altura). Este �ltimo efecto es muy �til pues permite identificar la zona de donde proviene el agua de un dep�sito. Las variaciones observadas son de un 0.3% de disminuci�n de ox�geno-18 y 2.5% de disminuci�n de hidr�geno-2, por cada 100 metros de aumento en la altitud del lugar donde se produce la condensaci�n.

Un ejemplo de la aplicaci�n de estas t�cnicas lo constituye un proyecto realizado en la llanura costera de Nicaragua, entre el Oc�ano Pac�fico y una cordillera con cimas de 1 700 m de altitud, situada a 20 km de la costa. Se deseaba conocer el origen de los dep�sitos de agua del llano, una superficie de 1 100 km², a unos 200 m de altura sobre el nivel del mar. Los estudios de concentraci�n isot�pica mostraron que las aguas poco profundas de la llanura recib�an el l�quido localmente, mientras que el agua de los pozos profundos se originaba en la lluvia ca�da en las monta�as, a m�s de 300 m de altitud. Estudios similares dentro de Am�rica Latina se han efectuado en Brasil, Guatemala, Jamaica y M�xico.

En la industria es posible agregar radiois�topos a un proceso y seguir su avance para estudiar algunos problemas industriales como el grado de mezcla de fluidos, polvos o gases, la eficiencia de la filtraci�n en ventilaci�n, la velocidad de flujo en tuber�as, la detecci�n de fugas en tubos subterr�neos y el control de cables que transportan gases.

INVESTIGACI�N BIOM�DICA

En la actualidad casi todas las �reas de la investigaci�n biom�dica utilizan elementos radiactivos como trazadores; esto ha hecho que se descubran las v�as metab�licas por las cuales se transportan las sustancias en el organismo. En el �rea de la farmacolog�a, la posibilidad de marcar tanto los medicamentos como los t�xicos, permite seguirlos y as� conocer c�mo act�an, d�nde se acumulan y qu� tejidos pueden aliviar o da�ar. Mencionamos brevemente que el estudio de los oncogenes (genes que, se piensa, pueden causar c�ncer) se realiza marcando el ADN con elementos radiactivos.

MUTACIONES INDUCIDAS EN SEMILLAS

En el cap�tulo referente a los efectos gen�ticos de la radiaci�n se vio que es posible inducir mutaciones en el material gen�tico de un organismo, las que ocasionar�n cambios en alguna de las caracter�sticas de los descendientes. Al irradiar semillas para inducir mutaciones se espera producir cambios gen�ticos que resulten ben�ficos para el cultivo de las plantas, como ser�a una mayor resistencia a alguna enfermedad espec�fica, mejor adaptaci�n a ciertas condiciones ambientales, o un mayor rendimiento en las cosechas. Como no es posible controlar una irradiaci�n para que s�lo produzca mutaciones beneficiosas, ni mucho menos escoger la caracter�stica que deseamos modificar, los experimentos en que se inducen mutaciones en semillas son extremadamente largos. Miles de semillas antes de ser plantadas, son irradiadas con rayos gamma o neutrones y, posteriormente observadas para identificar las mutaciones que podr�an ser beneficiosas. Actualmente, las mejores variedades de cebada que se cultivan en Europa, el trigo cultivado en Italia y el arroz cultivado en California, provienen de mutaciones inducidas.

Un ejemplo de este uso de la radiaci�n es el desarrollo, en Hungr�a, de una variedad de arroz resistente a una enfermedad altamente da�ina. Se decidi� comenzar a experimentar con arroz Cesariot, una variedad usada en Francia que presentaba una conocida resistencia a la enfermedad. Sin embargo, el clima h�ngaro no es igual que el clima franc�s y el arroz Cesariot se tardaba demasiado en madurar y no se consegu�an buenas cosechas. Con radiaci�n se intent� inducir en la semilla Cesariot una mutaci�n gen�tica que acelerara la maduraci�n sin perder la resistencia a la enfermedad. Muestras de semillas se irradiaron con diversas dosis de rayos gamma y neutrones de alta energ�a. Se plantaron las semillas irradiadas y se observaron las dos primeras generaciones para seleccionar aquellas plantas que produc�an flores antes que el resto. Uno de los mutantes producido con irradiaci�n de neutrones, florec�a tres semanas antes que el arroz Cesariot. Estas semillas se plantaron y las plantas producidas mantuvieron esta caracter�stica. A esta l�nea se le llam� Cesariot temprano, unos a�os m�s tarde ya estaba comercialmente disponible en Hungr�a para su cultivo.

Muchos otros mutantes se utilizan actualmente para alimentar a la poblaci�n mundial. Algunos de �stos son cereales de alto rendimiento que forman parte de la "Revoluci�n verde". Las espigas de estas variedades son cortas y duras, de manera que el uso de fertilizantes se traduce en un incremento del grano, en vez de que crezcan las hojas o los tallos.

ESTERILIZACI�N

Las t�cnicas de esterilizaci�n buscan causar un efecto ben�fico a trav�s del uso controlado de una gran cantidad de radiaci�n. Nos referiremos a la esterilizaci�n de insectos da�inos, a la destrucci�n de g�rmenes en materiales de uso m�dico y a la preservaci�n de alimentos.

Se estima que las p�rdidas agr�colas debidas a la presencia de ciertos insectos alcanzan el 10% de la cosecha total. En el nivel mundial, esto equivale a perder la producci�n de todo un pa�s como Estados Unidos. Tradicionalmente se han utilizado sustancias qu�micas para controlar las poblaciones da�inas, pero, despu�s de algunos a�os de uso se ha observado que, por un lado, los insectos se han vuelto resistentes a los insecticidas, y por otro, los residuos venenosos que quedan en las frutas y hortalizas resultan da�inos para el medio ambiente.

Existe una t�cnica de esterilizaci�n de insectos, en la que se usa radiaci�n ionizante, que ha demostrado su utilidad en varias ocasiones. Consiste en irradiar una gran cantidad de insectos con dosis suficientemente altas como para volverlos est�riles, es decir, incapaces de reproducirse. Estos insectos son liberados en las zonas infestadas por sus propios cong�neres, as�, al aparearse con los insectos de la plaga no se producir� descendencia. La liberaci�n repetida de insectos est�riles logra reducir considerablemente el tama�o de la poblaci�n. La radiaci�n que se emplea atraviesa los insectos y los esteriliza, sin dejarlos radiactivos, por lo que las moscas liberadas no producen ninguna irradiaci�n del medio ambiente.

Uno de los ejemplos m�s espectaculares del uso exitoso de esta t�cnica es la erradicaci�n de la mosca del Mediterr�neo, en territorio mexicano, hace unos 10 a�os. En 1977 lleg� a M�xico, por el sur, una de las pestes agr�colas m�s serias: la mosca del Mediterr�neo. Esta mosca es da�ina para unas 200 plantas frutales y ha causado p�rdidas cuantiosas en varios pa�ses. Apenas la hembra ha sido inseminada busca un fruto u hortaliza para depositar sus huevos. Una vez que encuentra un hu�sped apropiado, la mosca inserta un aparato anat�mico con forma de jeringa bajo la c�scara del fruto y deja all� sus huevos. En un par de horas salen larvas de los huevos y �stas comienzan a alimentarse del fruto que r�pidamente se pudre. Una semana m�s tarde, las larvas migran a la superficie del fruto y, finalmente, se establecen en el suelo o en desperdicios org�nicos, donde se transformar�n en insectos adultos listos para reproducirse. La vida de la hembra dura un mes y a lo largo de ella pone entre 200 y 300 huevos. Tomando en cuenta las limitaciones en la cantidad de alimento disponible, se estima que unas 1 000 hembras pueden producir m�s de un mill�n de descendientes en tres generaciones. Con estas cifras, la producci�n agr�cola en un �rea de 30 000 km2 (aproximadamente la superficie del estado de Yucat�n o la mitad de la Rep�blica de Panam�) puede resultar infestada en s�lo tres meses.

El programa llevado a cabo en M�xico se llama "Moscamed" y tiene como objetivos detener el avance de la mosca hacia el norte, erradicarla de M�xico, Guatemala y finalmente, de toda Am�rica Central. El Organismo Internacional de Energ�a At�mica (IAEA) se encarg� del entrenamiento del personal necesario y desarroll� un sistema para el crecimiento, irradiaci�n con rayos gamma y liberaci�n de millones de moscas por semana. El proyecto en que tambi�n particip� la FAO (Food and Agriculture Organization), requiri� construir la "f�brica" que se muestra en la fotograf�a, para la producci�n de las moscas est�riles. En enero de 1981 se hab�a detenido la migraci�n de la mosca y finalmente fue erradicada del territorio mexicano donde ya hab�a infestado tres millones de hect�reas (una superficie mayor que el �rea total cultivada con frijol en M�xico) causando p�rdidas por millones de d�lares al a�o. Actualmente se est�n utilizando moscas est�riles en Guatemala y M�xico para protegerse de una reinvasi�n.

Edificio construido en Tapachula, Chis., para servir de "f�brica" de moscas est�riles del proyecto Moscamed.

Un uso ya rutinario de la radiaci�n en grandes cantidades es la esterilizaci�n de productos m�dicos, tales como algod�n, guantes y ropa de cirug�a, suturas, jeringas, v�lvulas cardiacas, pr�tesis, etc. Para algunos de estos productos, los m�todos alternativos de esterilizaci�n, como el calor o el vapor, no se pueden utilizar pues destruir�an las caracter�sticas del material. En estos casos, la t�cnica m�s efectiva y barata resulta ser la irradiaci�n con rayos gamma de cobalto-60.

Los productos que se van a esterilizar son introducidos en paquetes herm�ticamente sellados, impermeables a microorganismos. La radiaci�n gamma atraviesa el paquete e irradia todas las partes del objeto que, mientras no se abra, la esterilizaci�n durar� por tiempo indefinido. Como la irradiaci�n casi no aumenta la temperatura, los objetos hechos de pl�stico no sufren da�o t�rmico. En ocasiones, �ste es el �nico m�todo para esterilizar preparaciones de origen biol�gico y tambi�n polvos, pomadas o soluciones. El material irradiado no queda activado (la energ�a de los rayos gamma es demasiado baja), por lo que el usuario no recibe ninguna dosis al utilizar el material.

Un tercer ejemplo del uso de altas dosis de radiaci�n (y que no produce ninguna actividad en el producto irradiado) se refiere a la preservaci�n de alimentos. Grandes cantidades de alimentos se desperdician, debido a que se descomponen r�pidamente, en particular en climas calurosos y h�medos o en comunidades que no cuentan con refrigeradores u otros m�todos para prolongar la vida de un alimento, desde la cosecha hasta el consumo.

Desde hace 35 a�os se sabe que la radiaci�n puede extender la vida de ciertos alimentos. Los estudios realizados en varios pa�ses no han detectado efectos nocivos asociados al consumo de esta comida, y es as� como hasta ahora unos 30 pa�ses han autorizado la comercializaci�n de productos comestibles irradiados. Los estandares internacionales han sido establecidos conjuntamente por la IAEA, la FAO y la Organizaci�n Mundial de la Salud.

Hongos irradiados con diferentes dosis de rayos gamma (los n�meros indican las dosis recibidas, en miles de rads). Se observa que las dosis m�s altas mejoran la conservaci�n del producto.

Existen varias t�cnicas de preservaci�n de alimentos que difieren seg�n la cantidad de radiaci�n utilizada. Se conoce como radappertizaci�n (en honor de Nicol�s Adapperte, el inventor de las "conservas" en 1810) el m�todo en que se usan dosis suficientes para que el n�mero de microorganismos en el alimento se reduzca pr�cticamente a cero. En estos casos, la energ�a que recibe el producto es 10 veces menor que aquella que ser�a necesaria para preparar con �l una conserva enlatada. Otra t�cnica consiste en irradiar para interferir, no los procesos microbiales, sino ciertas caracter�sticas fisiol�gicas del producto, como ser�a la inhibici�n de brotes en las papas, ajos y cebollas, y el retraso en la maduraci�n de frutas.

Aproximadamente existen 30 irradiadores de alimentos en el mundo, cuatro de ellos en Am�rica Latina (en Brasil, Chile, Cuba y Per�), y los productos irradiados incluyen frutas y vegetales (papas, cebollas, ajos, frutas secas, champi�ones, fresas y mangos), especias y condimentos, granos y harinas, carne y pescado (res semipreparada, pollo, camarones) y productos para pacientes que requieran una dieta est�ril en su tratamiento m�dico.

ENERG�A NUCLEOEL�CTRICA

El uso de energ�a nuclear en un reactor constituye una tecnolog�a totalmente diferente de las descritas previamente en este libro. Sin embargo, debido a que el funcionamiento de un reactor produce radiaci�n que afecta a la vida, hemos considerado necesario incluir un breve an�lisis sobre el uso actual de plantas nucleoel�ctricas, sus principales ventajas y desventajas respecto a otras alternativas energ�ticas y las formas como la radiaci�n de un reactor llega al medio ambiente.

El desarrollo cient�fico y tecnol�gico, particularmente en los �ltimos 100 a�os, han llevado a una gran parte de la humanidad a un nivel de vida que requiere altos consumos de energ�a. La llamada sociedad tecnol�gica actual gasta 20 veces m�s energ�a de lo que se gastaba hace cientos de a�os para mantener a una sociedad de desarrollo primitivo basada en la agricultura. Las mayores diferencias se deben al uso de energ�a en el transporte, en la industria, en las t�cnicas agr�colas modernas y en los usos dom�sticos. El 76% del consumo energ�tico actual ocurre en naciones industrializados, y el resto, en pa�ses en v�as de desarrollo. Parad�jicamente, el 73% de la poblaci�n mundial, vive en pa�ses a�n no desarrollados.

Un an�lisis sencillo de esta situaci�n nos hace concluir que el consumo mundial de energ�a continuar� en aumento en el futuro cercano. En primer lugar, la poblaci�n mundial sigue creciendo, sobre todo en los pa�ses m�s pobres. Estos son precisamente los pa�ses que necesitan mejorar el nivel de vida de su poblaci�n y, por lo tanto, requerir�n una mayor cantidad de energ�a disponible. Esta energ�a se consume diariamente en iluminaci�n, calefacci�n, combustible para los veh�culos de transporte y otros usos directos, y tambi�n, de manera indirecta, al gastarla para producir los alimentos y objetos de uso com�n. (La fabricaci�n de un kilogramo de papel consume la energ�a contenida en medio kilo de petr�leo, y en la construcci�n de una casa de 100 m2 se usa tanta energ�a como la que se obtiene de 10 000 kilos de petr�leo.) Por otro lado, los pa�ses industrializados continuar�n su progreso mejorando el nivel de vida de sus sectores menos favorecidos, renovando �reas urbanas e industriales a medida que el tiempo las vuelva obsoletas y todo esto ocasionar� a�n mayores gastos de energ�a.

El 25% del uso total de energ�a en el mundo presente es para producir electricidad. La producci�n de electricidad se realiza en una planta el�ctrica que utiliza un combustible para mover una turbina conectada a un generador de electricidad. Las plantas termoel�ctricas queman petr�leo o carb�n y con el vapor producido se impulsa la turbina. En una planta hidroel�ctrica se usa la fuerza de una ca�da de agua para mover la turbina generadora, y en una planta nucleoel�ctrica se aprovecha para el mismo efecto la energ�a que se libera al fisionarse los n�cleos de uranio. Existen otras fuentes de electricidad, como es el aprovechamiento de la energ�a solar, de la energ�a del viento y de los dep�sitos de agua y gases calientes en el interior de la superficie terrestre, pero su contribuci�n actual a la producci�n total de electricidad es muy peque�a.

Hay dos aspectos principales que han hecho necesaria la inclusi�n de un an�lisis sobre reactores en este libro. Uno es la producci�n de residuos radiactivos durante el funcionamiento normal del reactor y, el otro, es la posibilidad de un accidente en que se libere una gran cantidad de sustancias radiactivas al medio ambiente. Una planta nucleoel�ctrica produce anualmente durante su funcionamiento normal un volumen de dos metros c�bicos de desechos radiactivos s�lidos de alta actividad y 23 mil metros c�bicos de residuos s�lidos de menor actividad. Estos desechos son almacenados en contenedores especialmente dise�ados y permanecen bajo control continuo. Como las vidas medias de algunas de estas sustancias llegan a los miles de a�os, la contenci�n de los desechos debe ser tal, que se asegure que durante ese lapso no entrar�n en contacto con ninguno de los ciclos biol�gicos. Peque�as cantidades de desechos son liberados al medio ambiente durante el funcionamiento normal de un reactor, pero bajo la estricta norma de no sobrepasar en un a�o 5 milirems de equivalente de dosis a ning�n ser que viva en las cercan�as de la planta. Esta cantidad es menor que el 3% de los valores de radiaci�n recibidos de manera natural. (Esto se discuti� en el cap�tulo VII.)

Durante un accidente grave en un reactor nuclear, el interior de �ste, donde ocurren las reacciones de fisi�n del uranio, entra en contacto directo con el medio ambiente y se libera parte del material radiactivo ah� contenido. Los reactores comerciales (usados como plantas generadoras de electricidad) han sido dise�ados con m�ltiples barreras de contenci�n, de modo que, en caso de un accidente en el interior, la radiactividad no encuentre un camino f�cil para salir al exterior. Durante el accidente de la Isla de Tres Millas en EUA en 1979, estas barreras ayudaron a evitar una dispersi�n importante del material radiactivo. En el caso del reactor Chernobil, estas barreras pr�cticamente no exist�an (el reactor se hab�a dise�ado para producir el plutonio necesario en la fabricaci�n de bombas nucleares, no como planta nucleoel�ctrica) y, tal como se explic� en el cap�tulo VII, en esa ocasi�n la contaminaci�n radiactiva fue de gran magnitud. Estos accidentes son los m�s graves que se conocen en la industria nucleoel�ctrica. Son m�s de 400 los reactores que hoy funcionan en 26 pa�ses que acumulan unos 4 500 a�os-reactor de experiencia.

Pareciera que estas caracter�sticas de los reactores los har�an totalmente inaceptables como fuentes energ�ticas hoy en d�a. Sin embargo, antes de sacar conclusiones, es necesario preguntarse sobre la seguridad y las virtudes ecol�gicas de las otras fuentes de energ�a.

La generaci�n de hidroelectricidad pareciera un m�todo limpio y seguro. Sin embargo, la construcci�n de grandes presas para la acumulaci�n del agua, en ocasiones representa un grave atentado al equilibrio ecol�gico de la zona. Adem�s, una presa siempre corre el riesgo de colapsarse, ya sea durante un terremoto o por fallas estructurales. Miles de personas han muerto en las avalanchas que siguen a la destrucci�n de una presa, haya sido dise�ada o no para producir electricidad.

El carb�n es probablemente el combustible que cuenta con mayores reservas en nuestro planeta, a pesar de las grandes cantidades ya consumidas. Sin embargo, la extracci�n del carb�n en las minas es sumamente peligrosa y ha cobrado miles de vidas de mineros que a�n en nuestros d�as mueren a causa de las explosiones de gas gris�, o como consecuencia de inundaciones en el interior de los t�neles. Adem�s, la combusti�n de carb�n es muy contaminante. Se produce humo, cenizas, �xidos de azufre y �xidos de nitr�geno. El 99% del humo y las cenizas se pueden eliminar con un precipitador electrost�tico, pero la fracci�n que queda, de tama�o menor que una mil�sima de mil�metro, f�cilmente se instala en los pulmones. El �xido de azufre se origina en el contenido natural de azufre del carb�n quemado y a trav�s de una serie de reacciones qu�micas puede transformarse en �cido sulf�rico o alg�n sulfato met�lico que va a depositarse en los pulmones de los individuos donde ejerce una acci�n corrosiva. La famosa tragedia de Londres en los a�os cincuenta, en que miles de seres humanos perdieron la vida a causa de la contaminaci�n, fue causada por la excesiva quema del carb�n. El siguiente contaminante asociado a la combusti�n del carb�n son los �xidos de nitr�geno que, se piensa, tienen un efecto carcin�geno cuando se asocian con otras sustancias o mol�culas de nuestro cuerpo.

El uso del petr�leo como combustible lleva asociado tambi�n una serie de riesgos. Explosiones como la de San Juan Ixhuatepec, M�xico (San Juanico) ocurrida en 1985, en que murieron m�s de 500 personas o los graves accidentes de barcos petroleros en que vastas �reas de tierra y mar resultan gravemente da�adas con la consecuente muerte de miles de ejemplares de la flora y fauna, son noticia casi regular en nuestros peri�dicos. Tan s�lo durante 1989 ocurrieron grav�simos derrames de petr�leo, uno en Valdez, Alaska; otro en la Ant�rtida y al menos un par en zonas altamente habitadas en el Este de Estados Unidos. Miles de kil�metros de playas se han inutilizado por el aceite derramado y miles de especies animales y vegetales resultaron afectadas. Sobre todo en Alaska y Ant�rtida, se puede sufrir un da�o que no ser� reparable antes de que pasen algunas d�cadas.

Un efecto ambiental com�n tanto a la combusti�n de carb�n y de petr�leo es la producci�n de bi�xido de carbono. Este gas no es directamente da�ino, pero causa el llamado efecto invernadero, debido al cual la temperatura de nuestro planeta podr�a aumentar, rompiendo el delicado equilibrio que mantiene a la vida tal como la conocemos. En los �ltimos a�os se ha comenzado a observar cierta evidencia clim�tica de que el calentamiento pudiera ya haber empezado.

Los datos aportados son una confirmaci�n de que toda tecnolog�a que se aplique con exceso afecta al medio ambiente y lleva impl�cito un riesgo. El beneficio de una amplia disponibilidad de energ�a no es de ninguna manera gratuito y el precio que se debe pagar no se contabiliza solamente en pesos o en d�lares. Nuestra civilizaci�n ha exigido del planeta recursos extraordinarios para poder llegar al nivel de desarrollo que hoy conocemos. Pareciera que estamos comenzando a observar el deterioro inevitable que nuestro progreso ha causado en el suelo, aire, agua, flora y fauna que nos rodea. Los accidentes que, adem�s de las v�ctimas humanas, causan cada vez m�s cat�strofes ecol�gicas, son en su gran mayor�a causados por factores humanos: operadores de un reactor que realiza pruebas que violan las reglas y medidas de seguridad, el capit�n de un barco petrolero que duerme borracho en su camarote en el momento en que una mala maniobra causa el derrame del combustible transportado, el uso de equipo industrial obsoleto al que no se le brinda el mantenimiento apropiado, etc. La industria nucleoel�ctrica comparte la culpa con otras actividades de alto riesgo cuando ambas violan la reglamentaci�n destinada a evitar accidentes. Pero tanto una como la otra son elementos indispensables en nuestra sociedad tecnol�gica. Una mayor preocupaci�n por el medio ambiente, adem�s de una selecci�n rigurosa de aquellos individuos responsables de la seguridad industrial, posiblemente disminuir� el efecto negativo, y aparentemente inevitable, que nuestro bienestar causa al planeta.

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