XI. EL OCÉANO Y EL FUTURO DE LA HUMANIDAD
El hombre deberá entender que el océano es sumamente importante para el futuro de la humanidad.
HACE
diez años, los científicos no soñaban que las ciencias del mar pudieran alcanzar, en un pe-riodo tan corto, el desarrollo que han logrado hasta el momento actual. Cuando se considera el futuro del estudio de los océanos, se debe pensar en la ciencia y la tecnología en conjunto, ya que la primera ha alcanzado logros que el hombre no imaginaba, como el haber descendido a las partes más profundas del océano, atravesar el Océano Ártico por debajo y a través del hielo polar, y vivir durante semanas bajo el mar, intentando extraer minerales del lecho oceánico. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer, sobre todo en el campo de la tecnología, cuyo estudio casi queda todo para el futuro.Para las ciencias del mar, la década de los sesenta representó la transición entre el sistema de observación y descripción del "explorador", o del "naturalista", al del ámbito más preciso del "investigador científico", ya fuera geólogo, físico, químico o biólogo. En épocas pasadas cada expedición tenía como objetivo principal el presentar como resultado el descubrimiento de una nueva montaña submarina, la identificación de una nueva especie de organismo marino o el rastreo de otra corriente oceánica.
Actualmente, en la investigación de las ciencias del mar se presentan teorías, se establecen preguntas fundamentales sobre la dinámica de los océanos y se buscan las respuestas mensurables que establezcan nuevos conocimientos básicos de estas ciencias.
Los científicos cada día dedican más energía e ingenio para lograr que los océanos se utilicen en la forma más sabia posible, administrando adecuadamente sus recursos. En los últimos años, los estudiosos de los océanos han logrado avances significativos en la oceanografía geológica, física, química y biológica, presentando sus resultados a la comunidad mundial con el fin de discutirlos y así poderlos aprovechar en beneficio de la especie humana.
En el campo de la geología y de la geofísica marina se han presentado teorías que forman apasionantes ideas nuevas capaces de estimular el desarrollo de una rama de la ciencia, como por ejemplo, la de la expansión del fondo del mar, que señala que ésta llega a ser hasta de 10 o 12 centímetros por año en el dorsal Atlántico. Durante siglos, el hombre había supuesto que la masa de la Tierra que está en los fondos oceánicos le era inaccesible para siempre. La tecnología moderna ha cambiado toda esta interpretación, y hoy los geólogos marinos están desarrollando nuevos temas de investigación en este campo con velocidad espectacular. El programa de sondeo en aguas profundas del barco oceanográfico Glomar Challenger, es precursor de la exploración del océano profundo.
En el campo de la oceanografía física, la propiedad natural del agua de transmitir velozmente el sonido, hace de ella el mejor medio para las comunicaciones subacuáticas de largo alcance. El conocimiento cada vez más profundo de esta propiedad, la ha transformado en una importante herramienta para estudiar varios de los fenómenos que se presentan en el océano, como las características topográficas del fondo, la distribución de los organismos en el mar, la localización de zonas minerales, entre otras acciones; a toda esta actividad estará colaborando en un futuro no muy lejano, la aplicación de los rayos láser.
En la oceanografía química, la conquista que se puede considerar más importante es el desarrollo de técnicas analíticas de gran precisión para obtener el análisis tanto cualitativo como cuantitativo del agua de mar, habiéndose demostrado que ciertos productos químicos en soluciones tan diluidas como por un billón y aun menos, son significativas en el ciclo de la vida marina.
Muchas de las nociones químicas del pasado están siendo corregidas a fondo, lo cual hace posible comprender y pronosticar mejor la distribución de la materia orgánica en los océanos. En este momento, se necesita con toda urgencia entender detalladamente lo que sucede en el mar cuando se arrojan en él desechos de todas clases. En el futuro se dependerá fundamentalmente de los químicos para que expliquen cómo evitar el envenenamiento del mar por los productos de desecho de las ciudades que tan rápidamente crecen y, sobre todo, de sus industrias.
En la oceanografía biológica es importante continuar con los estudios actuales de ecología marina, pero en el futuro, éstos se encontrarán integrados dentro de una investigación general del ciclo de la materia orgánica en el mar. El objetivo práctico final de estos estudios es la comprensión total de la producción, la distribución y la utilización de los alimentos que se obtienen de los océanos del mundo.
En la biología marina se desarrollan cada vez más los estudios sobre el cultivo de organismos oceánicos, especialmente los de las regiones litorales. Este nuevo interés en la acuicultura marina dará un impulso notable a muchas investigaciones biológicas básicas. A medida que los biólogos estudian el problema de cultivar, producir y cosechar los productos del mar, se ligan cada vez más a los aspectos fundamentales de la genética, la patología, la nutrición y el comportamiento de los organismos marinos. También avanza de manera paralela la investigación en los diseños y procedimientos tecnológicos para la actividad de las instalaciones de acuicultura.
Los adelantos que han propiciado los descubrimientos científicos recientes, permiten interrelacionar a las ciencias del mar, como sucede en los estudios sobre el comportamiento de los animales marinos, en los que es indispensable aplicar conocimientos de la química de los mares para saber la importancia de sustancias químicas en soluciones muy diluidas que atraen o alejan a los organismos. La investigación en este nuevo campo de la "quimiotaxia" está permitiendo entender los principios aplicados por el salmón, por un tipo de arenque, y por otros peces para volver a sus arroyos natales.
Ya está demostrado que ciertas sustancias químicas encontradas en las ostras, aun en disoluciones inferiores a uno por mil millones, atraen a la depredadora estrella de mar y que las cadenas de los hidrocarburos del keroseno lo hacen con las langostas, por lo que a veces los pescadores de langostas utilizan como carnada ladrillos empapados de keroseno. En el cultivo de ostión, las tejas para colectar sus larvas se preparan bañándolas en una solución de calcio que estimula una mayor fijación de ellos, obteniendo mejores resultados.
Durante siglos, el uso del mar por parte del hombre estuvo limitado a su superficie o a la parte más próxima de ella; hasta los oceanógrafos que han manifestado un interés constante en las zonas profundas del océano y que siempre desearon contar con una mayor capacidad para estudiarlas, tuvieron que contentarse con manejar sus instrumentos y sus extractores de muestras con largos cables desde la superficie, lo que limitó el pensamiento de los investigadores. Siempre se ha pensado en los océanos de la misma forma: desde la superficie hasta abajo, y no desde el fondo hacia arriba. Pero en la actualidad algunos sumergibles de investigación, como el Alvin, permiten descender en los mares, fotografiar el fondo, recoger muestras con su brazo mecánico y hasta barrenar el fondo, y se ha comenzado a pensar en los océanos desde abajo, con lo que se está descubriendo un mundo nuevo.
Esta concepción del estudio del océano partiendo del fondo para llegar a su superficie, está llevando a los técnicos a imaginar fácilmente estaciones de trabajo para hombres rana sobre las plataformas continentales a profundidades de más de 300 metros.
Ha sido posible establecer alojamientos y laboratorios para largos estadios a una presión ambiental de 30 atmósferas. Un ascensor con mecanismos compensadores de presión lleva al personal rápidamente, sin el peligro de la descompensación, hasta la superficie donde una plataforma estable, que consiste en un gran cilindro vertical, podrá tener las cámaras y todo el otro equipamiento vital necesario. Los investigadores pueden contar con sumergibles perfeccionados, que extenderán su alcance más allá de los límites de natación.
Algunos investigadores han pensado en el buceo totalmente autónomo, tal vez con los pulmones llenos de agua y provisión endovenosa de oxígeno, pero éstas no parecen soluciones probables en un futuro previsible: si se desea bajar al océano profundo es necesario proteger al investigador contra las grandes presiones de las profundidades.
También se puede imaginar un laboratorio con espacios habitables a una profundidad de 6 kilómetros, con sistemas de comunicación capaces de resistir grandes presiones para conectar al laboratorio del fondo con el buque de apoyo en la superficie. Además los investigadores necesitarán embarcaciones de trabajo que puedan explorar y funcionar a cualquier profundidad y entrar al laboratorio a través de un sistema de compuertas.
Así, para la investigación de los grandes fondos será necesario desarrollar tecnologías enfocadas a la extracción de los recursos minerales oceánicos. Actualmente la explotación de los recursos minerales marinos se limita a la plataforma continental, de donde se extraen, como los productos más valiosos, el petróleo y el gas. Sin embargo, queda una gran parte de la plataforma sin explotar, por lo cual se debe dar prioridad a una total exploración futura, para obtener la información sobre la abundancia, la composición y la distribución de los depósitos en el mar profundo, con el fin de evaluar su utilidad y establecer una base razonable para las decisiones administrativas y legales.
El diseño y elaboración de los perfiles del lecho oceánico y el reconocimiento geológico del fondo del mar proporcionan la base para que la industria emprenda el estudio intensivo y la explotación posterior de los recursos minerales.
Hasta ahora los depósitos de minerales del océano de utilización más común, aparte del petróleo, el gas y el azufre, son la arena, la grava y las conchillas. Desde el punto de vista del tonelaje, éstos son sin duda los elementos minerales explotados más importantes del mundo, ya que alcanzan un valor de alrededor de 2 000 millones de dólares; indudablemente, en el futuro será mayor la eficiencia de las técnicas de extracción para estos recursos.
La investigación ha revelado que existen otros recursos minerales oceánicos que se extraen en pequeñas cantidades, por ejemplo, en Malasia, Tailandia e Indonesia, operan dragas en los yacimientos de estaño fuera de la costa. Se está explotando mineral de hierro frente a Japón y a lo largo de la costa de Terranova. Los valles fluviales submarinos tienen cuantiosos depósitos de oro, platino y estaño. En las aguas de las Bahamas se está explotando carbonato de calcio de gran pureza, y se han encontrado diamantes frente a la desembocadura del río Orange, en la costa de Sudáfrica.
En las profundidades del océano la concentración de minerales sobre el lecho del mar se presenta en forma de nódulos de manganeso, curiosidades químicas que contienen manganeso, níquel, cobalto y cobre. No se conoce su origen ni el porqué de su distribución tan amplia en el océano; no hay duda de que en un futuro no muy lejano estos nódulos serán explotados en cantidades comerciales.
Sin embargo, el petróleo, el gas y el azufre combinados seguirán siendo los recursos minerales más utilizados de los que se localizan en la costa, en un futuro previsible.
El agua dulce es otro recurso importante que se obtendrá del mar. Es probable que para el año 2000 aproximadamente un tercio de los habitantes del mundo vivan en comunidades que, por razones de proximidad, deban considerar al océano como su fuente principal de agua dulce. Se tendrán que desarrollar tecnologías más eficientes para obtener agua dulce que satisfaga esa creciente demanda.
Los aspectos menos tangibles del potencial económico de los océanos y de la forma en que el hombre lo utiliza para su bienestar general, no deben pasarse por alto al analizar el futuro de la tecnología marina. Técnicamente es posible una revolución en el transporte marítimo. Algunos de los problemas de la navegación, como el diseño de los buques y su relación con las olas superficiales: están directamente vinculados con problemas de tecnología, aún pendientes en solución.
Los nuevos sistemas para transferencia de cargas, la maniobra más eficiente de los grandes buques, la mejor preparación de cargas, el diseño de puertos, la manera de desviar los aluviones o evitar la contaminación, dependen de contar con mejores conocimientos de las características propias de la dinámica de los océanos.
Se sabe que una buena parte de las características de la atmósfera proviene de las del mar, debido a la acción recíproca entre hidrosfera y atmósfera. Su mayor conocimiento permitirá contar con pronósticos del tiempo más exactos y de largo alcance, al conocerse las principales corrientes marinas y la variación de su temperatura y salinidad, así como de un mejor entendimiento de los efectos del viento y del Sol sobre el agua. Entre más confiables sean los pronósticos meteorológicos más se podrán evitar los daños ocasionados por los fenómenos atmosféricos originados en el océano.
![]()
Figura 26. Planta de energía solar. La Paz, Baja California Sur, México.
Finalmente, el recurso oceánico del que tenemos mayor necesidad y del que más se habla es el alimento. Los alimentos procedentes del mar pueden constituir una importante fuente de proteínas de bajo precio, necesarias para impedir la desnutrición. Como antes se ha dicho, se ha calculado que más de la mitad de la población mundial sufre desnutrición; un factor principal es la deficiencia en los aminoácidos esenciales que normalmente se ingieren en una dieta adecuada de carne animal.
El concentrado de proteína de pescado proporciona una forma de proteína animal de poco precio, que podrá suprimir los efectos debilitantes de las carencias nutricionales. El hombre deberá conocer cada día más sobre la biología de los recursos vivos del océano para conservar racionalmente los que ya se están explotando y aprovechar nuevos, y tendrá que resolver problemas técnicos y de distribución equitativa de esta riqueza, que serán los más difíciles.
Es importante realizar investigaciones que mejoren el conocimiento de los índices de dispersión que en los océanos presentan los residuos de la utilización de los combustibles, del "veneno orgánico" que contienen los insecticidas, y del material radiactivo de la fisión nuclear, contaminantes que pueden llegar a ser un gran peligro para las especies marinas y que podrán ocasionar cambios muy graves en el equilibrio de la relación océano-atmósfera.
Las suspensiones sólidas y el bióxido de carbono cambian la transparencia de la atmósfera, lo que altera el equilibrio térmico de la Tierra. Los sólidos reflejan la radiación incidente, el bióxido de carbono absorbe la radiación infrarroja saliente. Por ahora no hay seguridad sobre cuál de los efectos es mayor: si prevalecen las suspensiones, la Tierra se enfriará; si el bióxido de carbono se acumula, la Tierra se calentará; por lo que es indispensable un conocimiento minucioso de hasta dónde el hombre puede contaminar el océano.
La investigación científica que la humanidad necesita para entender que el océano es sumamente importante para su futuro puede ofrecer muchas oportunidades concretas para servir a los intereses comunes del hombre, y dar la esperanza de que tales estudios ayuden a cubrir el abismo que separa a los países ricos de los pobres.
El aprovechamiento pacífico de los diversos recursos del océano requerirá de un esfuerzo científico por parte de muchas naciones que trabajen en armonía. Esta clase de investigaciones desafiará a los mejores oceanógrafos futuros.
El conocimiento de los océanos será la base de nuestro futuro y, seguramente, obligará a llevar a cabo una administración inteligente de los recursos oceánicos para beneficio de la humanidad.
![]()
![]()